Comparación entre Leónidas, rey espartano, y Martín Fierro, el ser del gaucho argentino.
Introducción
En este trabajo analizaremos dos obras artísticas que, si bien se basan en hechos reales, contienen elementos que las hacen totalmente ficticias. La primera obra a analizar es el film 300, el cual fue inspirado en la figura histórica de Leónidas, héroe espartano que enfrenta a las tropas persas en inferioridad de condiciones ya que cuenta con menor cantidad de soldados que sus oponentes. A continuación, analizaremos el famoso personaje Martín Fierro, protagonista de El gaucho Martín Fierro, obra escrita en 1872, y la segunda parte La vuelta de Martín Fierro, escrita en 1879, ambas por José Hernández.
La figura de Leónidad pertenece a la civilización espartana. Esa se sitió entre las montañas de Lacedemonia y junto al río Eurotas.
La sociedad de esta civilización se caracterizaba por ser militarista. Se había designado así debido a que tras vencer a las poblaciones nativas del Peloponeso, aún con una menor cantidad de soldados, los dorios, sus fundadores, convirtieron su polis en una especie de campamento militar.
Poseía una rígida jerarquía, ya que estaba dividida en tres grupos muy desiguales:
Los espartiatas o "iguales", que eran los descendientes de los dorios. Eran los únicos que podían poseer tierras y acceder a los cargos públicos. Tenían prohibido dedicarse al comercio, a la agricultura o a cualquier otra profesión; sólo debían ser soldados
Los periecos, que eran hombres libres aunque sin derechos políticos. Sus actividades principales eran el comercio y la artesanía, y llegaron a servir en el ejército-
Los ilotas, que formaban la parte más numerosa de la población. Estaban obligados a servir a los espartanos porque pertenecían a las comunidades conquistadas. No tenían ningún tipo de derecho y no estaban protegidos por las leyes. Sin embargo, a diferencia de los esclavos, no podían ser comprados ni vendidos; era el Estado el que los distribuía según las necesidades de los espartanos.
La ciudad era gobernada por dos reyes hereditarios, quienes eran vigilados por cinco magistrados renovados anualmente que se llamaban éforos. Además, había un consejo de ancianos, la Gerusia, que elaboraba las leyes, y una asamblea integrada por los ciudadanos (los espartiatas), la Apella, que votaba los proyectos de la Gerusia sin tener la posibilidad de discutir las propuestas. Cuando tenían que tomar una decisión importante, consultaban la voluntad de los dioses en los oráculos. Allí, una mujer, llamada pitonisa, hacía de intermediaria entre los dioses y los hombres. Para esto, entraba en trance y pronunciaba las palabras que, luego de ser interpretadas por los sacerdotes, daban respuesta a las personas que consultaban el oráculo.
Un padre no era dueño de criar a su hijo. Desde que nacía, se lo llevaban a un lugar llamado lerché, donde se reunían los más ancianos de cada tribu. Allí era examinado; si estaba bien conformado y si anunciaba vigor, ordenaban que se le criase, y le asignaban como herencia una de las nueve mil partes de tierra. Si era de una débil complexión lo enviaban para ser arrojado al monte Taigeto. Para evitar esto, las mujeres practicaban gimnasia constantemente. Los padres no eran libres de educar a sus hijos como quisieran: desde que habían llegado a la edad de siete años, eran distribuidos en diferentes clases para ser educados en común bajo la misma disciplina. A los doce años entraban en los cuarteles, y a los veinte se convertían en guerreros y ciudadanos de Esparta. La personalidad espartana se basaba en el sacrificio y obediencia. Las madres despedían a sus hijos cuando partían a la guerra diciendo: vuelve con tu escudo o sobre el.
Lo que llevó a los espútanos a esta guerra fue su constante expansión por el Mediterráneo, tanto oriental como occidental, lo que llevó a crear colonias en las costas de Asia Menor. Estas colonias estaban en territorios controlados por el Imperio Persa que siempre les concedió un elevado grado de autonomía. Sin embargo, como los griegos siempre quisieron la absoluta libertad, se sublevaron contra el poder imperial y obtuvieron algunas victorias iniciales, pero conocían su inferioridad ante el coloso asiático, por lo que pidieron ayuda a los griegos continentales. Pese a que los espartanos se negaron en un principio, los atenienses sí los apoyaron, dando comienzo a las Guerras Médicas.
La primera batalla se libraría en un lugar llamado valle de las Termópilas, un angosto desfiladero de unos 12 metros de anchura. Es un paso ineludible en el trayecto entre el norte y el sur de Grecia, el cual se extiende desde Lócrida, en Tesalia, entre el monte Eta y el mar (Golfo Maliaco).
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