Al igual que muchos reinos, Alemania vivió una transformación radical en cuanto al tránsito del sistema feudal a la instauración de una estructura moderna, la cual estaba basada en el poder del dinero (la riqueza se reflejaba en el capital que cada persona tuviera).
Este cambio afectó principalmente a la nobleza; no obstante aquí lo importante fue que en esta evolución la Iglesia perdió popularidad entre la gente y esto permitió el paso para que llegara una reforma.
La Iglesia comenzó a deteriorarse, al interior, mediante el llamado Cisma de Occidente (1378), en el que los Papas Urbano VI y Clemente VII se disputaban el poder clerical.
Aunado a esto la población comenzó a cuestionar el exagerado número de propiedades con las que contaba la Iglesia con motivo del cobro de distintos favores religiosos como las confesiones, los bautizos, etcétera. Los nobles, por su parte, reclamaban que esta institución no pagaba impuestos a pesar de recibir cuantiosas sumas de dinero.
En este ambiente tan poco favorable para el clero tendría su llegada un hombre de posición firme y rebelde, el cual no destacó en ningún sector social hasta que un 31 de octubre de 1517 sacudió la conciencia de la gente a través de 95 tesis que formuló sobre el enriquecimiento ilícito de la Iglesia: Martín Lutero.
Este personaje nace en una ciudad alemana llamada Eisleben un 10 de noviembre de 1483, desde su infancia conoció bien el sector campesino, ya que su padre Hans Lutero había trabajado algún tiempo en esta labor (después sería ayudante en una minería del pueblo de Mansfeld).
Es en esta ciudad donde Martín Lutero cursó sus estudios básicos, situándose después en la Universidad de Erfurt.
Debido al deseo que tenía su padre de que su hijo supiera de leyes, Lutero decide integrarse a los estudios de Derecho; pero por falta de atracción deserta de la carrera.
Por alguna razón a Lutero le atraía más el estudio teológico y decide probar suerte en un monasterio agustino de la misma ciudad de Erfurt (cuestión que no fue bien vista por su padre), para el año de 1505.
Durante su estancia en este lugar se somete a las privaciones físicas y morales de cualquier monje. Mas no contento con ese alejamiento espiritual se siente con las suficientes armas para instruir a otras personas en el estudio de la religión y con ayuda de Johann Von Staupitz, vicario general, consigue participar en un curso introductorio sobre Filosofía Moral en la Universidad de Wittemberg, con el fin de doctorarse en Teología.
Gracias a su actitud rebelde –casi necia- logra doctorarse y conseguir una clase sobre Teología Bíblica en la misma universidad.
Así, pues, había conseguido uno de sus firmes propósitos: vivir para la enseñanza de la religión. Sin duda, Lutero tenía algunas dudas sobre los procedimientos que utilizaba el alto clero para con la sociedad; sin embargo, todavía no tenía plena conciencia de qué se hacía con todo lo que despojaban a la población mediante los sacramentos.
Tras una invitación que le fue hecha de Roma para asistir a una reunión de clérigos (donde él representaría a los agustinos de Erfurt) logró percatarse de la forma de vida que se daban los clérigos. Con motivo de los montos monetarios que recibían de las indulgencias de otras partes de Europa, los sacerdotes, cardenales y demás se daban el lujo de vestir telas finas, tomar los mejores vinos e, incluso, poseer las mejores mujeres de Europa.
Esta situación le preocupó tanto a Lutero que decidió escribir sus inconformidades contra la Iglesia. A este respecto no hay que olvidar que Lutero era especialista en el estudio del Nuevo Testamento, donde posiblemente encontró ese concepto "democratizante" en cuanto al acercamiento con Dios (no hay que obviar que en muchas parábolas que describió Jesús, él hablaba sobre que en el Reino de Dios cualquier persona era bienvenida, siempre y cuando tuviera una ‘pizca’ de fe): toda persona de acuerdo a su fe podía aspirar a que Dios le observara.
De aquí resulta que Lutero haya escrito como una fuga a sus pasiones personales; pero que no podía quedarse con sus conclusiones, puesto que como religioso tenía el deber de hacerlo saber a la sociedad.
Si es así, éste fue el motivo por el cual Lutero sintiera la necesidad de externar sus pensamientos, no con la idea de trascender ni buscarse problemas, sino como una obligación por ser emisario de Dios. Ese 31 de octubre, Lutero, fue al pórtico de la Catedral de Wittemberg a pegar como pancartas sus 95 tesis. La población –gracias a su morbosidad nata- acudió a darle lectura y comenzó a extenderse su pensamiento.
Lutero necesariamente se sintió bien consigo mismo (no había duda que su conciencia le había guiado a tomar esa acción y no la defraudó).
En este aspecto Lutero merece un reconocimiento: muchas personas pueden no estar de acuerdo con las acciones que toman las gentes o instituciones a las cuales están ligadas; pero callan para obtener los mismos beneficios. En el caso de él prefirió sentirse bien consigo y con Dios, por esto yo le llamo rebelde con causa (muy adelantado para su tiempo).
Como las consecuencias -no previstas- no se hicieron esperar, muy pronto Lutero fue acusado de hereje e, incluso, llegó la excomunión de manos del Papa León X (1521). Debido a esto Lutero es obligado a declarar ante las autoridades seculares y eclesiásticas en la Dieta de Worms.
Como el agustino no se retractó de nada de lo que había dicho y escrito fue sentenciado a muerte; no obstante, como Lutero tenía de amigo a Federico III, el Sabio, logró salvar la vida mediante un pacto entre el Sabio y Carlos V con el fin de que sólo se le impusiera el ostracismo (destierro).
Tras la aceptación del rey, Lutero es invitado a vivir al Castillo de Watburg donde residía Federico III. En este lugar hace la traducción de Nuevo Testamento del griego al alemán.
La paz para Lutero no llegaría aún.
Con motivo de la difusión de sus pensamientos los "oprimidos" (gente nobiliaria de bajo rango y los campesinos) comienzan una serie de revueltas (1524-1526) con el pretexto de que su inconformidad procedía de los escritos de Lutero.
Entre los más radicales se encontraba la secta anabaptista encabezada por Thomas Munzer. Tras observar esta situación, Lutero decide apoyar a los nobles para que se erradicara la sublevación (no le quedaba de otra a Lutero, de otra forma corría el riesgo de ser entregado al brazo secular para que le diera muerte); no obstante no perdió la ocasión de oponerse ante la crueldad de las matanzas que realizaba la nobleza.
Para 1525, Lutero contrae matrimonio con una mujer llamada Catalina de Bora. A partir de estos años Lutero logra algo de tranquilidad.
Después sería discriminado cuando no le invitaron a la Dieta de Augsburgo debido a su excomunión, en respuesta aprueba un documento escrito por Phillip Melanchton llamado Confesión de Augsburgo donde hace patente el porqué de su reforma y demuestra los abusos hechos por el alto clero, los cuales sólo desvirtuaban el verdadero sentido de la enseñanza religiosa.
La situación con el clero ya no fue la misma, como aquella que comenzó cuando un muchacho tocaba la puerta del monasterio de Erfurt, ahora Lutero sólo contaba con su genialidad y el apoyo de su esposa. En este paso nostálgico de su vida Lutero fallece en su natal Eisleben un 18 de febrero de 1546.
Como herencia dejó una reforma que sirvió para reanudar la conciencia civil ante el proceder religioso (incluso se puede decir que sirvió para el ajuste de la institución con el fin de evitar su declive); la única diferencia con respecto al otro tipo de pensamiento llamado calvinismo es que éste –el de Lutero- nació de un conflicto personal, mientras que el impuesto por Calvino resultó de una actitud de conveniencia.
La lectura que podemos realizar del texto de Lucien Febvre es rica en lenguaje coloquial, lo que le hace un texto sumamente amigable para su comprensión. Febvre decide hablar sobre Lutero para poder explicar el acontecimiento histórico de la Reforma, aunque, como el autor lo explica, el mismo agustino no tenía idea del viraje que daría a la historia eclesiástica con su pensamiento.
BIBLIOGRAFÍA:
Febvre, Lucien, Martín Lutero: un destino, Fondo de Cultura Económica. México, 1975.
Javier Cervantes Mejía
Universidad Autónoma del Estado de México