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La autovaloración en hombres jóvenes homosexuales con VIH


Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Situación social del desarrollo: juventud
  3. Homosexualismo versus masculinidad
  4. El VIH y su repercusión psicológica: desafíos para el hombre homosexual con VIH
  5. La autovaloración: evolución del concepto
  6. Enfoque culturalista de la formación y desarrollo de la autovaloración
  7. Aspectos esenciales para el estudio y comprensión de la autovaloración
  8. Referencias bibliográficas

Resumen

Para la comprensión de la personalidad del individuo con VIH es esencial internalizarse en una formación motivacional compleja como la autovaloración. Las consecuencias de ser diagnosticado como sujeto portador del VIH rebasan el marco fisiológico, y complejiza la dinámica de las relaciones sociales y el sistema de actividad del individuo. La tendencia al aislamiento y la soledad se verifican de modo regular. Las particularidades de la juventud como etapa del desarrollo, en la que se enfatizan, cobran fuerzas las formaciones de etapas precedentes y se enraizan aspectos estructurales de la personalidad como la concepción del mundo, la autodeterminación y la autovaloración, hacen que cobre vital importancia la comprensión de la estructuración de las mismas ante el diagnóstico de una de las enfermedades más complejas, no solo desde el punto de vistas de las consecuencias fisiológicas que acarrea, sino por los matices culturales que aún tiene impregnada.

Situación social del desarrollo: juventud

La conformación de la personalidad se inicia con el decursar de la vida humana, atravesando diferentes etapas interrelacionadas en un proceso de desarrollo continuo, donde procesos psicológicos simples se cristalizan en formaciones psicológicas complejas, las que van configurando y reestructurando la personalidad a lo largo de toda la existencia. En este proceso cada persona va a adquirir, en las distintas edades por las que transita, los elementos necesarios que lo convierten en un individuo portador de una personalidad única e irrepetible.

La perspectiva histórico culturalista es un sustrato que garantiza valiosos aportes en la descripción y comprensión de la etapa propuesta a estudio: la juventud, teniendo en cuenta las condicionantes internas y externas que se entrelazan en la conformación de la situación social del desarrollo. L.S Vigotski, gestor del enfoque histórico cultural de amplia repercusión en la ciencia psicológica, cuando hace referencia a su concepción del desarrollo, designa la categoría situación social del desarrollo para analizar las particularidades de este proceso en cada período evolutivo, a partir de la relación dialéctica e irrepetible entre las condiciones internas (desarrollo biológico y formaciones psicológicas precedentes) y las condiciones externas (entorno social) que mediatizan los sistemas de actividad y comunicación.

La juventud es la etapa del ciclo de vida de mayor plenitud de las potencialidades psicológicas, ubicada en la periodización del desarrollo humano de Charlotte Buhler en la tercera fase denominada juventud y edad adulta media entre los 25 a 45-50 años (cit. L. Domínguez, pág. 35). Tradicionalmente, esta etapa ha sido definida como momento de tránsito entre la niñez y la adultez. Al igual que la adolescencia, la juventud es considerada momento clave en el proceso de socialización del individuo, en el cual este se prepara para cumplir determinados roles sociales propios de la adultez en las diferentes esferas (profesional, familiar, entre otras), regulando su comportamiento en consonancia con las normas establecidas por la sociedad.

Durante la llegada de la juventud, se produce una consolidación de las principales adquisiciones logradas en el período anterior, la adolescencia, en la que se habían producido importantes cambios desde los anatomo-fisiológicos hasta los relativos a los sistemas de actividad y comunicación, produciéndose un afianzamiento de los logros psicológicos y sociales de esta etapa.

Como principales momentos del ciclo vital en la juventud ocurren: la superación científico profesional de la actividad de estudio, acompañada o no del desempeño de una determinada actividad laboral, selección de la pareja y nacimiento del primer hijo, dando lugar a la creación de la familia propia. Todo ello atraviesa los sistemas de actividad y comunicación durante la etapa juvenil.

La actividad formal en este período es el estudio que adquiere un carácter científico profesional, sobre todo para aquellos jóvenes que cursan estudios en la Educación Superior, alcanzando un elevado nivel de abstracción y generalización de los contenidos pertenecientes a diversas disciplinas, útiles para el desempeño de la futura profesión. Las actividades informales preferidas por este grupo evolutivo son: la lectura, el cine y la televisión, aunque la planificación del tiempo libre ocurre en cada sujeto de manera individualizada e irrepetible, teniendo a su disposición una rica gama de motivos orientados mayormente hacia espacios externos. En el transcurso de esta etapa, los jóvenes se van integrando al desempeño de una determinada actividad laboral, donde en gran medida su motivación y preparación profesional van a condicionar el éxito en la realización de esta actividad.

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