- Obra y contexto
- Los nuevos vientos de la literatura uruguaya
- Formas de construcción y antiarquitectura: la factibilidad literaria de Majfud
Jorge Majfud y el Uruguay que se mira a sí mismo
Obra y contexto
Jorge Majfud nació el 11 de setiembre de 1969 en Tacuarembó, una pequeña ciudad distante cuatrocientos kilómetros de la capital de Uruguay, Montevideo. Además de narrador, es un excelente ensayista y periodista, y ha incursionado brevemente en la poesía. De formación autodidacta en lo literario, Majfud es un caótico lector devenido casi naturalmente en escritor, una persona de una muy amplia cultura, proveniente, a nivel académico, de la arquitectura, una profesión considerada dentro de la rama científica, pese a estar totalmente emparentada con la historia del arte. Ha sido además profesor de diseño y de matemáticas en distintas instituciones de Uruguay y del exterior. Nadie más alejado que él, para los prejuicios de muchos, de lo que debe ser la imagen paradigmática de un escritor. Según algunos sectores de la autoproclamada y casi inexistente crítica literaria uruguaya, se trataría de un narrador intelectual, con todas las ventajas y los inconvenientes que eso puede suponer. Claro está que para afirmar esto seriamente, la crítica debería tomarse el trabajo de desentrañar lo que subyace filosóficamente por debajo de la obra de Majfud, cosa que aún no ha sido hecha con el rigor de investigación que el tema requiere. Pero a diferencia de otros escritores acusados de lo mismo, y tal vez desmintiendo esta etiqueta, Majfud alcanza con sus textos momentos de gran hondura poética, para enseguida volver a su prosa de características coloquiales, sin caer jamás –durante esos momentos pico– en desbordes que puedan acercarlo peligrosamente a trasponer la frontera entre los géneros. Muy por el contrario, consciente de que se trata del juego más serio que existe, sabe elegir esos momentos en los que se lanza a jugar con la palabra, y sabe también hasta donde puede llegar. En materia de construcción literaria lo fascinan las historias que se cruzan, la técnica de cajas chinas, los saltos temporales, el flash back.
Llama la atención –desde sus primeros relatos– la sorprendente madurez de su pluma, poco común en un escritor tan joven y sin aparente formación académica. Ante un panorama de lo que ha sido su vida, parece evidente que el narrador nació con él, aunque haya tenido que esperar algunos años a la sombra del futuro arquitecto, conformándose mientras tanto con esas lecturas desordenadas y algo anárquicas, que incluían entre sus narradores preferidos a Borges, Sábato, Sartre, Kafka, Quiroga, Hemingway, Tennesee Williams, Paul Auster, y Saramago por citar algunos nombres célebres. Majfud, que comenzó a leer el diario a los cuatro años de edad, antes incluso de ir a la escuela, abandonó la arquitectura en el año 2003, poco tiempo después de recibirse, para dedicarse exclusivamente a la escritura y a la investigación. Desde entonces ha enseñado Literatura Latinoamericana en The University of Georgia y actualmente se desempeña como profesor de Lincoln University of Pennsylvania, ambas en los Estados Unidos de América. Entre sus libros se destacan Hacia qué patrias del silencio (novela, 1996), Crítica de la pasión pura (ensayos, 1998), La reina de América (novela, 2001), La narración de lo invisible (ensayos, 2006), Perdona nuestros pecados (cuentos, 2007). Es colaborador habitual de los principales diarios y revistas de América Latina y Estados Unidos. Sus relatos y ensayos han sido traducidas al inglés, francés, alemán, portugués, griego e italiano. En 2001 fue finalista del Premio Casa de las Américas, en Cuba, por la novela La reina de América. Ha obtenido otras distinciones como el Premio Excellence in Research Award in Humanities & Letters, UGA, Estados Unidos, 2006.
Los nuevos vientos de la literatura uruguaya
En el Uruguay de principios del siglo XX, como en el resto de América Latina, la rápida expansión del capitalismo fue terminando con formas de producción que aún convivían con las nuevas formas económicas. Así, al afianzarse, el capitalismo pasa de forma de producción "a dominante" –donde debe convivir con otras formas de producción arcaicas, que actuaban como freno al nivel productivo de las nuevas tecnologías– a lo hegemónico, constituyéndose en la única forma de producción. La guerra civil de 1904 es la herramienta con que la naciente burguesía uruguaya impone a sangre y fuego estas transformaciones en el país, enfrentando al creciente capitalismo con los resabios de formas de producción feudales y semi feudales que aún mantenían cierto grado de fortaleza y autonomía, y que habían regido la economía hasta su aparición. El poder económico, y por consecuencia el político, se trasladan desde el campo a la capital. Montevideo, crecida en torno a uno de los mejores puertos naturales de la región, se constituye rápidamente en el corazón económico y financiero del Uruguay. Naturalmente, esto tiene una directa incidencia en todos los aspectos sociales, culturales, educativos e ideológicos, provocando un cambio histórico en la vida del por entonces joven país. Dentro de ese panorama, la literatura no podía permanecer por fuera de esa nueva realidad, la cual de todas maneras no se traslada mecánicamente y en forma inmediata a nuestras letras sino que demora algunos años en comenzar a ejercer una influencia visible. Se pasa, gradualmente, de una literatura campera a una literatura urbana. La novela corta El pozo, de Juan Carlos Onetti, es considerada por muchos críticos el punto de ruptura de una narrativa que por primera vez se traslada desde el campo hacia las calles de la gran ciudad. Había sido el propio Onetti, desde las páginas del semanario Marcha, quien con marcada aspereza atacara esa forma hasta entonces predominante en nuestra literatura, de realismo campesino. Este "descubrimiento" de la ciudad parece ser la piedra fundacional de la llamada "generación del 45". Sería imposible entender estos procesos, que nos llevan directamente a la narrativa uruguaya de hoy, de la que Jorge Majfud es uno de los principales referentes, sin detenerse en la obra de varios de los integrantes de esta generación, muy especialmente en la del propio Onetti, considerado casi unánimemente el mayor novelista uruguayo de todos los tiempos. Claro que a los elementos históricos a los que es inevitable remitirse para explicar en buena forma lo que sucede hoy con la literatura uruguaya, se hace necesario y forzoso agregar la ubicación y características geográficas del Uruguay, un pequeño país sin elevaciones, enclavado entre Argentina y Brasil, los dos gigantes del cono sur, nada menos. Para una nación de muy exiguo tamaño, apretujada entre fronteras tan poderosas, la única posibilidad de supervivencia cultural pasa por una forma de resistencia que alcance todos y cada uno de los aspectos de su idiosincrasia. Desde el propio idioma, donde se defienden términos típicamente uruguayos como gurí o botija –dos sinónimos para la palabra "niño"– hasta el fútbol, deporte que ocupa la primera línea de la identidad nacional, todo parece formar parte de una cultura de resistencia. La literatura, algo más rezagada que la casi unánime pasión futbolera de los uruguayos, pero muy inserta en la clase media uruguaya, tiene –de todos modos– un gran peso y una tradición que llega hasta nuestros días. Ser escritor en Uruguay no es por lo general un medio económico de vida, pero sí una forma de vida.
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