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Sexualidad y nuestras hormonas

Enviado por Felix Larocca


  1. Los sentidos
  2. El baile y la música
  3. El preámbulo de todo lo sexual
  4. El cortejo primordial humano
  5. Luego vienen los regalos y las invitaciones
  6. La ternura
  7. En resumen
  8. Apéndice
  9. Bibliografía

Desde antiguo es conocida la frase: "El mundo entra por los ojos". Ahora bien, siendo la vista el sentido más importante para nuestra especie, tiene un aliado poderoso, la imaginación. En ella residen representaciones que en determinados momentos son puestas en marcha y hacen viajar nuestras mentes por mares insospechados.

Una mujer semi-vestida es mucho más intrigante que una desnuda. Y lo es, porque al tener cubierto parte de la totalidad de su cuerpo, necesita que el hombre imagine, descubra, e invente lo que no ve. Hay en esa operación un ejercicio mental muy peculiar.

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Los sentidos

Todos los sentidos están involucrados en las transacciones de las relaciones humanas. En cuanto al tacto, coger la mano de la persona cortejada al principio de una relación es una de las emociones más tiernas que existen. En ese contacto se engendra una corriente afectiva y corporal intensa. Que naturalmente se asocia a la mirada, al lenguaje, al silencio y a todo ese conjunto de elementos que constituyen la comunicación entre dos personas atraídas entre ellas. Es importante que se comprenda que durante la adolescencia, de modo instintivo, las feromonas hacen que todo contacto físico y sensorial entre individuos jóvenes puede ser estimulante en el sentido del sexo.

Las caricias, los mimos, las miradas furtivas, los contactos "inocentes", las palabras sugestivas, el lenguaje "secreto", todos van creando el clima necesario para que la comunicación sexual alcance su desarrollo evolutivo normal. Este facto no debe de ser ignorado, ya que puede volverse incontenible.

En el acto sexual no sólo están presentes los sentidos exteriores o interiores, sino lo que uno es y lo que uno entiende por existencia personal/ética. Por ello es que las posturas provocativas, el mirar juntos películas eróticas y el vestido que exhibe más de la cuenta, son delicados.

El baile y la música

Toda época ha tenido sus costumbres características para desinhibirse moralmente en esas pantomimas lubricantes del acto sexual que conocemos como el baile y la música. A medida que los obstáculos en el comportamiento sexual han disminuido con el transcurso de los años, por medio del uso de danzas eróticas, todo ha cambiado. El reguetón, típica de nuestros días, con sus posturas incitadoras, para muchas madres significa actividad inmoral.

Las danzas sexuales no son exclusivas de nuestra especie, sino que asimismo son típicas de muchas otras que se amplifican desde los insectos, hasta las aves, los peces y anfibios. Las contorsiones del cuerpo son sugestivas del acto sexual mismo, la exhibición de plumajes y de colores llamativos, la emisión de sonidos, los cantos, los poemas — y donde se asocian la presencia de otras parejas haciendo lo mismo, es donde precisamente el acto ensayado se puede desencadenar. Pero, no olvidemos que este acto posee un fin predeterminado genéticamente.

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El preámbulo de todo lo sexual

El acto sexual se inicia en la mirada apreciativa de quienes se quieren conocer mejor. Esto es como una atención delicada y sutil a través de la cual dos personas se miran, se observan, se detienen la una en la otra. Se examinan. Decía Bill Masters (de Masters & Johnson): "se desnudan mutuamente con los ojos". La ternura, la palabra con doble sentido, el toque delicado, la palmadita acompañada de la risa nerviosa, la expresión de afectividad fina y delicada, el rubor, es donde los modales muestran la mejor versión sentimental que uno lleva dentro.

Esa promete ser la antesala desde donde parte el encuentro de la pareja que culminará en una relación final entre ellos.

No podemos ignorar que el cortejo para la mayoría de las especies que entran en estro de modo periódico es un acto estereotípico idéntico que viene programado en los genes. En la nuestra es diferente porque, aunque sea genético y programado, posee matices culturales y éticos con profundas consecuencias en el ámbito de las emociones.

El cortejo primordial humano

El cortejo entre humanos comienza cuando dos personas conectan entre ellas de modo subliminal. Ninguna puede explicar, precisamente, por qué la otra le parece atractiva — o cómo es que la otra le atrae — sólo sabe que le atrae.

La atracción sigue con demostraciones de interés que abarca lo físico y lo verbal: Los ojos que persiguen, la sonrisa tímida, el rubor intenso, la pregunta por el número de un celular o dónde la otra persona vive o va al colegio.

Luego siguen los encuentros fortuitos y casuales, seguidos por encuentros donde ambos han sido invitados, hasta que deciden verse a solas.

Pero antes de que se llegue al campo de la ternura se intercambian informaciones acerca de cosas de intimidad relativa, la música o los bailes preferidos, qué les gusta comer, qué leen y cosas por el estilo.

Luego vienen los regalos y las invitaciones

Los regalos son planeados a ser artículos de índole íntima/sensorial. Perfumes, música, vestimentas o comida. Las invitaciones al cine, al disco o lugares donde parejas se reúnen no son cosas que se producen por coincidencia. Todo tiene un motivo. Todo está programado.

La ternura

El principal elemento de la ternura son las caricias. Que no son otra cosa que mimos aprendidos de la madre, gestos ligeros y contactos comedidos que se mueven en torno a los roces, al beso, primero lento y parsimonioso y después apasionado y vibrante.

Las caricias y los besos se funden con las palabras. Se inicia otro lenguaje, cobrando especial relieve la superficie externa de la piel, pues su estímulo amoroso es muy importante. La piel en toda su extensión, y las mucosas, van a tener una dimensión clave. A través del tacto se produce una progresiva excitación, que en ocasiones puede ser muy rápida.

Las zonas y las formas en que se van produciendo son tan ricas y variadas que es imposible hacer un inventario de las mismas. El hombre psíquicamente sano expresa su amor dentro de ese marco múltiple. Que se originan de las relaciones básicas con una mamá amorosa. La experiencia del descubrimiento

En la geografía sexual del cuerpo humano existen muchas zonas erógenas que pueden despertar la respuesta sexual al recibir un estímulo directo mediante caricias, besos, roces y toques.

Las zonas erógenas varían de una persona a otra, por lo que no se puede hacer de las mismas un juego inconsecuente entre seres humanos. Muchos hombres sucumben a la pornografía, algo que es poco común entre mujeres. Las diferencias son importantes.

Las respuestas a la estimulación erótico-táctil son distintas, asimismo, en el hombre y en la mujer. Las mujeres necesitan más caricias en el cuerpo para llegar a la excitación sexual y normalmente son más sensibles a las sensaciones dérmicas que los hombres. Los hombres son más visuales en sus métodos.

Lo más importante que debemos aprender es que la mujer necesita sentirse apreciada, deseada, preferida y querida más que el hombre. El hombre necesita sentirse poderoso, dominador e importante.

En resumen

Por pertenecer a uno de los instintos básicos con que la Naturaleza nos propiciara, el desarrollo de las relaciones amorosas entre los seres humanos están programadas a nivel del hipotálamo.

Lo que no está programado son las variaciones individuales e infinitas en las respuestas emocionales y físicas a las mismas.

Apéndice

En conclusión, y para hacer de este artículo una expresión más didáctica de los lenguajes simbólicos que utilizamos, las fotos que siguen y sus capciones nos son de asistencia.

  • Danza sexual del pájaro bobo de patas azules, de las Islas Galápagos

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  • Danza sexual de los habitantes de Dani en África

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  • Nido del pájaro del paraíso en Bali

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  • Posición provocativa/inocentona

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  • Posición sugestiva

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  • Coqueteo aparente

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  • Coqueteo "inocente"

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  • Coqueteo pudibundo

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  • Tango argentino en el Tablado de Buenos Aires

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  • Cantadora moderna de rock

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  • Coqueteo vulgar

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  • Coqueteo grosero

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Es todo, por ahora…

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca