Misiva a Félix Vásquez Aquino en Los Ángeles, USA
A L:. G:. D:. G:. A:. D:. U:.
S:. F:. U:. – R:. E:. A:. y A:. – L:. I:. F:.
Francmasonería Primitiva y Progresista – Familia Venezolana
Muy Resp:. Gran Logia Sur Oriental de AA:. LL:. y AA:. MM:. de la República Bolivariana de Venezuela
Respetable Logia Simbólica y Benemérita Generalísimo "Ezequiel Zamora" Nº 12
Solemnemente Instalada el 14 de Julio del Año 2.012 E:. V:.
Oriente de Cúa – Edo. Miranda
Gloria Esther Aquino de Vásquez
Oriente de Tarmas, 16 de Agosto del 2.012 de la Era Vulgar.
Estimado Félix:
Primeramente reciba un fraternal saludo de este francmasón modesto y siempre presto a desearle lo mejor desde mi tierra natal y siempre querida, Tarmas, tan chiquitica y tan redondita como la "O", como lo señalara en nuestro canto escrito por el poeta Pío Rengifo. La misma que vio nacer a tu bisabuela Josefa Kienzler Belsinger de Aquino y a Roquelina Kienzler Bello de Morales en un día como hoy, hace 57 años atrás.
Debo decirte que esta misiva la quise comenzar con un poema que tu padre en vida le dedicara a tu difunta madre Gloria Esther Aquino de Vásquez, a quién el Gran Arquitecto del Universo tenga en su regazo en el Gran Oriente Universal, bajo su radiante mirada y con el aval de ser una de sus más grandes devotas en los cantos de las epifanías que allí se ejecutan al compás melodioso de las huestes angelicales, ahora en la compañía de tu señor padre Félix Manuel Vásquez Morillo.
"Navidad"
Cuantas sombras de tristeza en esta Navidad
Cuantos gritos de agonía anudados en mi garganta
En esta Noche Buena sin esperanzas
Con lágrimas de dolor en esta soledad.
El tañir de las doce campanadas de la noche
Anunciando que el año viejo se va
Con mis doce uvas en cada repicada
Me abrace a mi hijo Mario
Feliz año hijo!!!
Y tu Gloria en el paraíso terrenal
Brindando con la copa de la felicidad
Feliz año Negro!!!
Feliz año mis hijos!!!
Desperté en el misterio de la noche
Con la copa del amor vacía
Con el vaso de las ilusiones marchitas
Arrastradas por el viento.
La pagina vacía de la vida
La lleno con el rocío de tus lágrimas
Con tu sollozos en mi llanto.
Por mi mente pasa tu silueta fugaz
Con alborotados chistes
Con humor y picardía
Repertorio de chispa y simpatía.
Caracas, Enero 2005
Félix, este poema encierra grandes cosas, allí he visto la soledad que embargó a tu padre por la ausencia de la mujer amada; y en esa soledad no tuvo otro refugio que abrazarse a su hijo MARIO. Presiento que fue una navidad muy triste, pesada y muy melancólica para él.
Ese día 24 de Diciembre del 2.005, tu padre ya anunciaba su partida hacia las excelsas moradas y se abrazaba a su hijo Mario; quizás era lo único que estaba en sus cercanías, mientras que su espíritu anunciaba a través del poema burilado un viaje al mundo de lo desconocido en la Barca de Isis, más allá de los umbrales de la eternidad misma, sin regreso, sin retorno.
En esa navidad, tu padre Félix, con las 12 uvas en las manos y con las lágrimas descendiendo por su compungido rostro, y con la corbata que le agobiaba debido a su gran deseo de subir a las excelsas alturas para reencontrarse con la mujer amada: Gloria Esther, tu madre.
Su espíritu no podía contener sus palabras y su alma le hacía sentir la gran herida que tenía su noble corazón, casi imposible de sanar, era la verdad hecha sentimiento, hecha amor en la distancia pero no en el olvido; manifiesto en ese poema que dice la inmensidad de su grandeza, en donde tu padre, el roble de antaño, el recaudador de impuestos, el hombre humilde y modesto, con el vino dador de vida oculto en esas uvas, símbolo del amor eterno profesado a tu madre, del juramento inmutable de estar juntos hasta la muerte, lo hizo inmenso y grande, lo hizo un gigante en las cosas del amor eterno y duradero, bien burilado por sus dedos y manos, y que dejó para la posteridad.
Aquel anciano nacido bajo el fragor de las estepas llaneras en su Camaguán querido, un día 1º de Julio del año 1.925, bajo el signo de Cáncer, hombre amoroso, dado a su esposa, con arraigo y amor hacia sus hijos, trabajador incansable, intelectual de pura cepa, hombre de grandes creencias en las lides de su tierra, en donde la superstición se escuda en los tropeles de la valentía y el arrojo temerario; ese era tu padre, un gran hombre, Félix.
Fijate un detalle, cuando él se abraza de su hijo Mario y le da el feliz año, siente que su corazón está entenebrecido, algo presagia en los meses de vida que le queda; le envía a sus hijos en la distancia más no en el olvido sus bendiciones y ese feliz año con el corazón abierto, propio de un francmasón iniciado en nuestros Augustos Misterios en una de nuestras Logias a nivel nacional.
En la estrofa siguiente dice que la copa está vacía, es cierto, pero el pacto fue sellado con esa copa, símbolo del amor permanente, del juramento de fidelidad hasta la muerte; en donde nunca se violentaron las leyes de la naturaleza, menos las divina, y ni hablar las de la física. Siempre bajo el recuerdo de tu madre, dicharachera, jocosa, alegre, amena y de gran corazón, que la hizo sentirse amada por ese llanero que de hecho ya es inmortal, por haberla eternizado con sus palabras por siempre, y por siempre es la eternidad, Félix.
El viento lo arrastró a ser víctima de las bajas pasiones de su propia simiente, de su propio hijo, que lastima, ojala Mario hubiese sido el hijo prodigio y de esa forma hubiera ganado el paraíso, y de tal manera pudiese estar más cerca de la luz radiante de sus padres, ahora ambos en el Oriente Eterno. Sin embargo, el pacto va más allá de las generaciones venideras, de eso no hay dudas, Félix.
La Plegaria
En el santuario de tu cariño
Le pido a Dios en mis oraciones
Que te abra caminos
De verde esperanzas.
Con la mirada perdida en el espacio
Te busco en la cáscara azul del cielo
En las nubes de espumas blancas
En las olas encrespadas del amor
En los remansos de la vida eterna.
En las tinieblas de mi espíritu
Nubarrones de espinas
Vientos llorones
Con el dolor en silencio
En la oscuridad de la noche
Los gemidos del alma
Los quejidos de los muertos
Me despiertan sonando contigo.
Visiones turbulentas me atormentan
Me arrastran como peregrinos sin aliento
Como mendigos en la aceras con las manos extendidas
Dios se lo pague.
Que angustia de agonía
A la que me has condenado
A la sombra de la muerte
Llorando con tu recuerdo.
De rodillas
Ante la sagrada imagen de mi Nazareno piadoso
Elevo mis plegarias al Todopoderoso
Con un Ave María.
Caracas, Septiembre 2004
En La Plegaria un año antes, tu padre vive la angustia de su propia tragedia, de su inmensa tiniebla espiritual, sintiendo que la luz del hogar se ha apagado para siempre y pertenece a partir de ese momento al vestal del Gran Arquitecto del Universo; que pesar, Félix?
Tu honorable padre ve su latir, la de la dama amada, Gloria Esther, en los vientos de la sabana, en el silencio tenue de su propia existencia, en la oscuridad de sus infortunios y en los quejidos de la muerte misma, a pesar de todo, sigue en su andar quijotesco siempre buscando la sombra de la mujer amada, Gloria Esther. Sintiéndose condenado a la sombra de su destino, de sus horas contadas, de su muerte ya anunciada y siempre bajo el tesón del Nazareno de San Pablo, el Hijo Mayor del pueblo de San Joseph de Carayaca, la tierra de tus primeros antepasados, nacidos en esta sede de señorío: Karai-acá.
Félix, tu padre vivía los entuertos de sus propias visiones, la imagen sagrada de Gloria Esther, nunca jamás se apartaron de su memoria. Ella estaba allí intacta, era ella vale; no había dudas; él estaba seguro de que en su viaje caminaría hacia la eternidad en la espesura del gran túnel del no retorno, pero siempre a las manos de Gloria Esther.
Félix, siento que ese santuario del amor jamás fue mancillado por nadie; ese es el amor platónico que Hans Cristian Andersen, el Ruiseñor de Suecia, le brindó a su bien amada Jenny Lind, quienes se amaron en la espesura del tiempo mismo, en el vaivén del aire taciturno y en ese cielo lleno de dulzura en su azul dador de vida y claridad.
Dolor de Ausencia
Murmullos de voces que gimen por dentro
Visiones fugaces que revolotean en mi mente
Ojos sollozantes clamando por verte
En el manto de luto esta fría soledad.
Cuantas noches de vigilia
Esperando la aurora de la mañana
Para regar con lágrimas de mi alma
El rosal de tu cariño.
En los aleros de mis parpados
Tu espíritu andariego
Abrió las ventanas de mis ojos
Sombríos como noche sin luna.
En el jardín de los recuerdo
Mis pasos se llenan de tristeza
Mi voz se apaga en las noches sin sueño
Mis lágrimas caen como pétalos de las rosas del amor.
En mis sueños de fantasía
Vagamos en alas del viento
Con rumor de olas marinas
Frescas como cascadas de amor en la eternidad.
En el Reino de los Cielos
Pediste la confesión
Con una hostia en la mano
San Pedro santifico tu perdón.
Después de tu despedida
Cerré los ventanales de mis ojos
Para no ver los carruajes fúnebres
Que se movían como buitres
Danzando en un festín.
En el camposanto terrenal
Descansa el frío cuerpo
Un puño de tierra
Rosas blancas sobre su tumba.
Abrí las puertas de mi espíritu
De rodillas entre rezando
Un rosario de lágrimas
Con un Padre Nuestro que estás en los cielos.
Caracas, Diciembre 2004
Félix, que grandeza, ya nada importaba para tu padre; solo el deseo de estar con su esposa, de acompañarla en la corte celestial, y para él, el viaje ansiado tenía que ser pronto, no veía los carruajes fúnebres de los demás, solo le importaba el de él, la vida no tenía sentido sin Gloria Esther, la hija de Carmen Renata Aquino Kienzler.
¿O es qué acaso no sentirías tú, lo mismo que tu padre, ante una situación igual, Félix?
A Gloria Esther Aquino de Vásquez, In Memoriam
Gloria Esther, la princesa del vestal del Di_os Apolo
Quién como Musa en el altozano del Paraíso terrenal
Viajó como sombra viajera a los umbrales de la eternidad,
Dejando herido en su corazón a su bien amado
Félix Manuel Vásquez Morillo.
Entre lágrimas y sollozos quijotescos
Tan honorable hombre, hijo de Camaguán;
Su destino final preparó con su marcha triunfal
Entre las maledicencias de uno de sus descendientes
Para reencontrarse contigo: Gloria Esther.
Ahora tan nobles enamorados en el tiempo y las edades
Y sepultados en sepulcros distantes,
Extiendes sus brazos el uno hacia el otro
En busca de alcanzar la paz deseada
Entre los laureles de la vida amena y fraterna
Que siempre vivieron en esta vida terrenal.
Los poemas y los llantos ahora no serán más en ellos,
Pero si en sus hijos y nietos, quizás en sus bisnietos y tataranietos,
Quienes tienen el sagrado deber de inmortalizarlos
Más allá de las altas cumbres en esos bosques
Que trazaron el derrotero de sus modestas vidas.
Gloria Esther, en donde te encuentre;
Félix Manuel Vásquez Morillo, en donde mores,
Carmen Renata Aquino Kienzler, en donde estés reinado,
Anselmo Aquino, el acaso olvidado abuelo guariqueño
De la misma extirpe llanera de Félix Manuel;
Cobijen con sus luces llenas de sabiduría y resplandor
A la memoria de Mario Vásquez, el hijo renegado
En esta ansiedad y soledad que hoy embarga
A la familia Vásquez Aquino.
¡Oh, ángeles de la familia Vásquez Aquino!
Serafines y Arcángeles en las huestes de San Miguel,
Protejan en cada instante a Félix Manuel Vásquez Aquino
De todo mal y pesar que en su contra
Pudieran provenir de las fuerzas de las tinieblas,
Que son infundadas por mentes perversas
Que desean acabar con el linaje de una familia
Trabajadora, honesta y procera.
Que el espíritu inmortal de Josefa Kienzler Belsinger
Cabalgue en las sienes de todos sus descendientes,
Y que el alma inmortal de los viejos abuelos del ayer,
Georg Kienzler Kabis y Marcelina Belsinger Milk
Os protejan de las acechanzas de la maldad
Y de la buena convivencia familiar;
Y que el egregor familiar creado en los átomos nous
De Bárbara Kabis y Georg Kienzler Minis
Los proteja por los albores de la eternidad misma,
De toda acechanza de las tinieblas.
Gloria Esther Aquino, noble mujer de raza teutónica y llanera,
Levántate de tú sepulcro y comienza a andar
En los caminos de tus bendiciones a tu prole y descendencia;
Y en el túnel del tiempo ven acompañada
De tu bien amado esposo, Félix Manuel.
Que el Gran Arquitecto del Universo os guie
En esa ruta hacia la inmortalidad, de hecho ya lo eres.
Te desea León Manuel Morales,
Esposo de tu prima Roquelina Kienzler Bello.
Quién hoy ha alcanzado la efímera edad
De los cincuenta y siete años de haber conocido la luz
En nuestro pueblo matriz de Nuestra Señora de La Candelaria de Tarmas.
Paz eterna para ti y tu esposo, para tu madre y demás ancestros.
Fraternalmente,
LEÓN MANUEL MORALES
Past Master Gº 33º
0426-9006413 / 0412-7308823
Pensamiento: "La personalidad es al hombre lo que el perfume a la flor".
Charles M. Schwab
Autor:
León Manuel Morales