1.- INTRODUCCIÓN
Un factor de unidad nacional es, sin duda alguna, el respeto a las garantías constitucionales reconocidas y expresadas por la Constitución de 1980.
Dichas garantías no son un proyecto programático en la sociedad chilena, sino, fundamento principal de una visión moderna, equitativa y éticamente exigible, a cada uno de los miembros de esta comunidad.
Pero, la pregunta es ¿cuál es la fórmula para lograr este ideario, en medio de la profunda agudización de una crisis política de desentendimiento, una crisis económica impactada por la crisis financiera global y una crisis social y cultural expresada en las estadísticas de crueldad laboral, ciudadana y escolar? Pues, bien, no nos agotemos en la búsqueda inútil, solo adecuemos nuestro actuar a lo que las normas políticas primarias nos exigen, como consecuencia de estar insertos en el seno nacional.
PALABRAS CLAVES: Garantías Constitucionales; Derechos Humanos; Fines, Orientación, Principios, Política, Economía, Cultura.
2.- LA POLÍTICA
Entendiendo esta, como el conjunto de principios que orientan las actuaciones de los órganos públicos y de los individuos en sus relaciones con el Estado y con los particulares, o de los particulares entre si, en la perspectiva de los fines reconocidos por las Normas Fundamentales, asimismo, las acciones de aglutinamiento que el Estado promueve en función a su principal objetivo, esto es, el bienestar general de los individuos que lo componen, cualquiera sea el rol dentro de ella, podríamos sostener, sin temor a diferenciarnos de otras variantes teóricas, que la Política debe influir grandemente en la defensa de las personas y de sus derechos reconocidos y aceptados como naturales, por las naciones más civilizadas.
No es necesario lucubraciones crípticas, intelectualizadas y académicas, para entender que es, el individuo, el centro de mayor gravitación en el objetivo final de la Política. En este sentido, todos los principios que no fluyan en el orden del reconocimiento, protección, promoción y desarrollo de los individuos, son claramente contrario a los básicos y necesarios, para el mantenimiento de una vida social y comunitaria sana.
Desde un punto de vista positivo, la mega organización política denominada Estado, es desde el punto de vista de sus fines, un deudor permanente y definitivo del núcleo existencial, es decir, del individuo, en su carácter de persona humana. Toda su acción se entiende solo en la búsqueda de un fin, que es, estar a su servicio y promover el bien común, a fin que el ente unitario, individual y humano, pueda encontrar el hábitat eficiente para lograr su desarrollo integral, en todos los planos posibles, que ciertamente, debido a su inmensa capacidad creadora, es cada día de mayor extensión.
Si hay alguna obligación más clara y nítida, respecto a los fines del Estado, es precisamente lo que hemos expresado anteriormente. No puede ser extraña esta afirmación, si entendemos la compleja naturaleza de quienes son parte esencial del Estado: Las Personas.
Las personas como individuos se encuentran desbordantes de expresiones absolutamente indispensables para entrar en términos positivos en el desarrollo de la sociedad, que implica su propio desarrollo. Pero, al decir del filósofo español Ortega y Gasset, debemos entender que no se trata de individuos aislados, numéricos, extraños. Al contrario, se trata de complejos seres cuya existencia tiene su origen antes de la vida y persiste luego de su descendimiento, y que, para su pleno desarrollo necesitan de sus "circunstancias", o sea, de sus particulares cualidades. ¿Podríamos entender el individuo ajeno a su familia?
¿Sería posible comprender al hombre solo materia?
¿Puede vivir el hombre sin espacios, sin paisaje y sin un interés planetario?
La respuesta, a estas interrogantes no es materia de este breve trabajo, pero, desde ya la debemos aceptar positivamente cada una de ellas, entendiéndola como la única posible. En estos términos también se puede entender la simbiosis entre Estado, Persona Humana y Sociedad, desde que la correcta relación y el equilibrio entre los principios políticos, los intereses del hombre, y el desarrollo social y de bien común, es una trilogía imposible de separar.
Nuestro país, tiene una sólida base positiva en esta materia. No obstante, el análisis objetivo de nuestra realidad nos advierte que no existe un cumplimiento cabal de los actores que integran la triada, respecto a un asunto que parece elemental desde el plano teórico: Reconocer la persona humana, como Oriente de sus acciones.
En efecto, nuestra sociedad se encuentra desmembrada producto de una trágica omisión, extraviándose en asuntos adjetivos y olvidando que el fin originario y esencial de todo lo que la sociedad inspira, son los derechos a que los sujetos se integran en calidad de personas.
3.- LA ECONOMÍA
Página siguiente |