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La Teoría de la Comunicación y las ciencias conductistas

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

    La relevancia técnica de la Teoría de la Comunicación y de su aplicación a las ciencias conductistas

    Las ciencias del pensamiento, tradicionalmente, tratan de explicar nuestras aflicciones emocionales y nuestras miserias incomprensibles por medio de teorías que, siendo lógicas en apariencia, a menudo, explicándolo todo, terminan explicándonos nada.

    La esquizofrenia, los trastornos bipolares, los esquizofreniformes, las conversiones histéricas, la hipnosis, los sueños, las curas "milagrosas", los trastornos neurológicos —que nos asombran con sus apariencias dramáticas y, a menudo inexplicables — no son nuevos — como tampoco son nuevas las teorías que hacen todo lo posible para encontrar explicaciones plausibles y lógicas a todo lo que no entendemos.

    La evolución abreviada del estudio del comportamiento humano como ciencia.

    En el principio era el hechicero, luego el curandero, seguido por el sacerdote, quien se trasformaría en el hipnotista y más adelante en el terapeuta adherente del psicoanálisis, con un paréntesis esencial para poder admitir al proponente del self-help con sus libros, grupos y rituales iterativos.

    Pero, como a nadie en la ciencia le agrada el status quo, otras explicaciones y otras doctrinas psico/filosóficas nacerían de vez en cuando, para determinar por qué sufrimos trastornos físicos, emocionales o en combinación — y, más importante, aún, para darles cura.

    Una de las razones de importancia para el estudio de las comunicaciones entre seres humanos, como en este artículo veremos, es que éstas son tangibles, observables y descriptivas.

    Nada más solitario que el destino de un terapeuta novicio que no sabe cómo responder — porque no las entiende — a las revelaciones que su paciente le hace en el proceso de querer ayudarlo en sus problemas.

    Nada más frustrante para un paciente que anhela poder resolver los obstáculos que su pareja presenta cuando ambos tratan de negociar aspectos de su relación, y la intransigencia que, del otro, lo impide.

    Nada peor, cuando el paciente a quien me refiero, no se siente, por su terapeuta, entendido.

    Mi querida maestra Helen Beiser lo llamaría: fallo de la empatía.

    Para mí, en mi trabajo, el uso de la Teoría de la Comunicación ha sido valiosísimo porque suministra un cuerpo teórico empírico, fácil de transmitir al paciente y basado en factores prácticos ajenos a teorías esotéricas.

     

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