Una Recesión Global entre Guerras y Rebeliones
Enviado por Claudio Katz
- Resumen
- Una recesión global entre guerras y rebeliones
- Las corporaciones norteamericanas en la mira
- Una crisis de sobreinversión
- La indefinición europea
- La fragilidad estructural de Japón
- La continuada debalce de la periferia
- Las alternativas de la recesión
- La guerra nuevamente en primer plano
- El ascenso de las luchas sociales
- "Otro mundo socialista es posible"
El triunfalismo neoliberal pierde terreno frente a los pronósticos sombríos entre la elite de la clase dominante en un momento de recesión global.
Resumen
El escándalo Enron acentúa esta incertidumbre al crear grandes dudas sobre el nivel de rentabilidad real de las corporaciones norteamericanas. Estas empresas enfrentan una crisis de sobreinversión, acentuada por el endeudamiento familiar y las dificultades para implementar un giro exportador. Mediante la intervención fiscal o monetaria y el gasto militar la clase dominante estadounidense intenta transferir la recesión al resto del mundo.
El comportamiento de la economía europea no contrapesa la desaceleración norteamericana, porque el proyecto imperialista de unificación exigió lanzar el euro con políticas de ajuste que limitan el nivel de actividad. La profundidad de la depresión japonesa evidencia, por otra parte, la fragilidad estructural de un imperialismo relegado y una economía basada en la exportación con grandes limitaciones para retomar el crecimiento en torno al mercado interno. La recesión global también acentúa la regresión productiva de la periferia y precipita el tipo de colapsos que ahora afectan a la Argentina. La fractura mundial entre el centro y la periferia se afianza.
Una nueva escala de guerras imperialistas influye sobre el rumbo de la coyuntura económica, aumentando la inestabilidad política internacional y erosionando las alianzas entre las potencias. También influyen sobre el curso de la recesión la sublevación argentina y la consolidación de la protesta global, ya que ambas contribuyen al resurgimiento de la resistencia obrera. El futuro de estas batallas depende de la capacidad de los socialistas para desarrollar un proyecto anticapitalista.
Una Recesión Global entre Guerras y Rebeliones
El encuentro anual del Foro Económico Mundial que en febrero último reunió en Nueva York a 3000 ejecutivos, banqueros y multimillonarios ilustró el cambio de clima que predomina entre la elite de la clase dominante. El triunfalismo neoliberal que caracterizaba a estas cumbres ha quedado reemplazado por un sentimiento de vulnerabilidad, incertidumbre y malestar. En lugar de elogiar las privatizaciones, los dueños de las corporaciones discuten ahora el aumento de las desigualdades sociales y en vez de congratularse por la desregulación del comercio, proponen "no dejar todo librado al mercado".
El giro de Soros, Brzezinski, Gates y otras figuras del optimismo capitalista de los 90 hacia un discurso sombrío refleja el impacto de la crisis y el afianzamiento de la protesta popular contra la globalización, en un momento signado por cuatro acontecimientos relevantes: la extensión de la recesión global, la escandalosa quiebra de la empresa norteamericana Enron, la preparación de nuevas guerras imperialistas en Oriente y la sublevación del pueblo argentino.
RECESIÓN GLOBAL.
Al inicio del 2002 la contracción económica mundial se ha generalizado. Aunque la prensa atribuye esta crisis a los atentados del 11 de septiembre es evidente que estas acciones sólo acentuaron el freno previo del nivel de actividad. Se estima que el crecimiento del PBI mundial alcanzó el año pasado un 2 %, es decir un porcentaje muy cercano al prevaleciente en los tres picos recesivos de las últimas décadas (1,9 % en 1975, 1,2% en 1982 y 1,4% en 1991). Además, el volumen del comercio mundial que aumentaba a un ritmo del 7 % anual desde principios de los 90 se mantuvo estancado durante el 2001 y las inversiones extranjeras se redujeron a la mitad del ejercicio precedente.
La desaceleración en curso es sincronizada y golpea simultáneamente a los tres centros de la economía mundial. Ninguna región, ni sector contrarresta la recesión norteamericana, que arrastra a Europa y refuerza el estancamiento de Japón. Esta simultaneidad es un efecto de la mundialización, que afianzó la integración de las economías centrales y aceleró la transmisión de los impactos recesivos. La crisis se profundizó en los últimos meses, ya que a mitad del año pasado los analistas todavía discutían la continuidad de una fase ascendente, disentían en torno al carácter "suave o forzoso del aterrizaje" de la economía norteamericana y esperaban que Europa actuara como locomotora sustituta de Estados Unidos.
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