- Introducción
- Presencia mariana en el proceso evangelizador de la iglesia
- Dimensión mariana de la dimensión eclesial
- Dimensión mariana de la vida y del ministerio del apóstol
- Reflexión final y conclusiones
- Bibliografía
Para poder comprender mejor la temática se ha visto necesario esclarecer algunos términos-ejes que acompañarán nuestra reflexión.
1. Evangelio. Se entiende por él el contenido de la predicación de Jesús, codificado y transmitido a través de los textos sagrados llamados evangelios. La enseñanza de Jesús acogida por la primera iglesia, vivida y puesta por escrito por los cuatro evangelistas, tiene una amplitud mayor que los cuatro textos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan; es acogida, además de en ellos, en los restantes libros del NT. Por evangelio entendemos aquí todo el conjunto de verdades que ha sido competentemente transmitido de Cristo a nosotros. En esta enseñanza hay una parte histórica, el contenido de la revelación, la expresión de lo que Dios a través de Cristo le pide al hombre para su salvación. Es un mensaje de verdad y de vida que espera respuesta, y que sólo en la respuesta de la fe que se hace praxis puede ser realmente comprendido.
2. Evangelizar. Es la acción por la que se transmite el evangelio respondiendo al mandato de Cristo y ejecutando contemporáneamente la misión de la iglesia de predicar, anunciar y transmitir oralmente el contenido del evangelio, obedeciendo al mandato de Cristo, que dijo a los suyos: "Id por el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Mc 16,15). Pablo llamará a esta acción servicio del evangelio, que es a la vez servicio al que manda y a los que a través de la palabra creerán. En seguida resulta evidente que la acción del evangelizador y el conjunto de estructuras con que se realiza esta acción guardan una estrecha relación con el que envía y da el mensaje y con el destinatario al que el mensaje ha de llegar íntegro y vital.
3. Evangelizador. Es el que realiza personalmente la acción de evangelizar; el evangelista es el que ha escrito el mensaje; el evangelizador es el que, después de haberlo escuchado, lo transmite a los hermanos con fidelidad. El evangelizador ha sido elegido, goza de la confianza y la autoridad del que le envía, merece atención por parte del que le escucha, aunque lo que más cuenta es el mensaje que lleva. La evangelización depende en gran parte de la capacidad y de las virtudes del evangelizador, que debe ser fiel y creíble, llevar la fuerza y la capacidad del profeta, acoger y vivir en sí mismo el mensaje que anuncia y saber amar al hombre al que Dios quiere salvar a través del mensaje.
4. María Está presente en el evangelio, tiene su función personal de anunciadora, ejerce personalmente la evangelización en la iglesia y en el mundo. Los primeros evangeliza-dores fueron los apóstoles, pero no solamente ellos; toda la iglesia asumió la tarea confiada por Jesús: ''Id y haced discípulos míos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo cuanto yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,19-20).
PRESENCIA MARIANA EN EL PROCESO EVANGELIZADOR DE LA IGLESIA
MARIA Y EL KERYGMA
La acción del Espíritu Santo hace de María y de la Iglesia un «signo» transparente y portador de Cristo para todos los pueblos. Cuando se habla de María, es para anunciar que:
Cristo es perfecto Dios, perfecto hombre y Salvador universal. La realidad mariana de virginidad, maternidad y asociación es transparencia de todo el misterio de Cristo.
María es la primera creyente y discípula de Cristo. Por esto también puede ser llamada la primera evangelizadora. La «cooperación (de María) a la salvación» (LG 56), como «asociada» a Cristo Redentor (LG 58), se convierte en «influjo salvífico» y en «misión materna para todos los hombres» (LG 60). Ella es «la gran señal» (Ap 12,1) ante los pueblos, como «la mujer» (Jn 2,4; 19,26; Gal 4,4) figura de la Iglesia.
Manifestar a Cristo y comunicarlo a todos los corazones y todas las gentes, es la razón de ser de María y de la Iglesia. La Iglesia mira a María como «punto de referencia… para los pueblos y para la humanidad entera» (RMa 6). En esta realidad «misionera», María precede a la Iglesia como «la gran señal» (Ap 12,1), «estrella de la evangelización» (EN 82) .
1.1 María en el primer anuncio
Desde el dia de Pentecostés, la Iglesia anuncia que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre para nuestra salvación, por medio de su muerte y resurrección; en él se cumplen las esperanzas mesiánicas (cf. Hech 2,15-41). Estos datos del «kerigma» o primer anuncio cristiano, que la Iglesia está llamada a anunciar a todos los pueblos, aparecen en la predicación de Pablo (1 Cor 15,3-5; Rom 1,1-4; Gal 4,4-7) y en los evangelios.
María forma parte de este anuncio misionero, como «la mujer» de la que, por obra del Espíritu Santo, nace el Salvador. Los textos marianos del Nuevo Testamento contienen todos los elementos básicos del anuncio misionero:
— en Cristo, Hijo de David (verdadero hombre),
— Hijo de Dios (concebido por obra del Espíritu Santo),
— ha comenzado el cumplimiento de las profecías y esperanzas mesiánicas
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