Ecuador: Elecciones, medios y democracia
Enviado por Osvaldo León
" Millones de voluntades derrotaron a millones de dólares ", tituló en portada la revista Vistazo del puerto de Guayaquil, tras los comicios presidenciales celebrados el 26 de noviembre de 2006 en Ecuador, en los cuales Rafael Correa Delgado ganó la disputa con una inesperada ventaja (14 puntos) sobre su oponente, el hombre más rico de Ecuador, Álvaro Noboa Pontón, quien terciaba por tercera ocasión y había triunfado en la primera ronda electoral. Y en efecto, estas elecciones estuvieron marcadas por la campaña millonaria desplegada por el magnate y el favoritismo que le otorgó gran parte de los medios masivos de difusión.
El actual Presidente ecuatoriano, con el auspicio de Alianza País que se conformó meses antes, arrancó su campaña con una baja intención de voto.
En el camino, sin embargo, logró capitalizar el descontento del electorado con la "partidocracia" y la institucionalidad, en general, prometiendo una "revolución ciudadana" para cambiar el sistema político-económico del país vía una asamblea constituyente. Con el impulso de este movimiento de opinión, pasó a liderar las encuestas con una ventaja significativa.
Como todo iba viento en popa, con una pose triunfalista, Correa convocó a consolidar el triunfo presidencial en el primer turno, lo que desencadenó prácticamente una carga montón por parte de los demás contendientes. Esto -sumado a otros factores, como la decisión de no postular candidatos al parlamento, apostando a un contundente voto nulo que deslegitime tal entidad-, gravitó para que en los comicios del 15 de octubre quede en segundo lugar, a cuatro puntos de Álvaro Noboa quien, viniendo cuesta arriba, consiguió rematar con fuerza -con un gasto que sobrepasó los límites legalmente establecidos- al proyectarse como el antagonista real de Correa
Heredero de la fortuna más grande del país, Noboa cuenta con un partido conformado sobre la base de su complejo empresarial, el Partido Renovador Institucional de Acción Nacional (PRIAN), que para esta tercera postulación había adquirido una importante implantación a lo largo y ancho del país. Aunque su campaña se había mantenido activa desde la jornada electoral anterior (2002), en la que también fue finalista, esta vez tuvo un ingrediente inusitado: el retiro temporal de su candidatura. Tras este paréntesis, el formato fue similar a las anteriores: presentarse como el hombre de las circunstancias (incluso como "enviado de Dios"), conjugando oraciones y actos de fe, con promesas de vivienda barata y el reparto de sillas de ruedas a discapacitados, productos de sus empresas, dinero en efectivo, computadoras, etc.
Tras unos días de desconcierto, Correa rearticuló su campaña: le bajó el perfil al tema de la constituyente y entró a disputarle a Noboa en el terreno de las ofertas con impacto en los sectores populares; todo esto, en el marco de una polarización extrema agitada por una virtual "guerra sucia" y un gran desbalance en la capacidad de gasto electoral. Al final pesó el movimiento de opinión que sintoniza con los cambios electorales que se han registrado en la región en el curso de los últimos años, ante el fracaso de las políticas de ajuste neoliberal y la demanda de una democracia participativa. Mientras tanto, los medios de difusión quedaron en entredicho por el rol cumplido en la campaña. Vayamos por partes.
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