Sinopsis
El problema de la evaluación de la calidad del periodismo parece estar en el consenso o disentimiento en relación con: el cómo, por qué y para qué hacer periodismo; y las causas están asociadas (o podrían estarlo) a varios factores, entre los cuales los principales conformadores de las representaciones intersubjetivas es la profesión, estarían el uso cultural de los materiales periodísticos (por qué consumimos noticias), y las matrices culturales del consumo mediático que pautan modos socialmente condicionados de lectura de los medios masivos, no ajenos a géneros y a tipos de medios, capaces de imponer fronteras de fruición y comprensión. Todo lo cual puede reducirse a una ecuación más sintética: la visión del periodismo es una implicación de sus funciones en correspondencia con las expectativas de públicos consumidores[1].
I
"Quot hommis tot sententia"
(Cuantos hombres, tantos pareceres)
Al evaluar las calidad de determinado ejercicio periodístico, es inexcusable esclarecer cómo se construye esa valoración si pretendemos justipreciarlo desde una perspectiva lógica; tanto más cuanto el periodismo, como producto o manifestación, es un componente habitual en la cotidianidad del hombre y mujer de nuestros días loado o estigmatizado, según el cristal con que lo miren. Los consensos en grupos y estamentos de consumidores del producto periodístico, reflejan una situación que lo cierto es que -en muchas ocasiones- ya es un tópico en las teleologías, axiologías y epistemologías mediáticas, y que las prácticas sociales, las cuales suelen poner en aprietos cuando someten asertos a la constatación empírica, hoy por hoy están refrendando. Al comentario de esos tópicos es a los cuales dedicamos las líneas subsecuentes.
La evaluación de la calidad del periodismo no tiene un criterio único en cada uno de los contextos donde se formula. Un examen de los disímiles criterios de discernimiento al respecto parece indicar que el consenso o disentimiento en relación con: el cómo, por qué y para qué, hacer periodismo; están asociadas a (o pudieran ser) varios factores, entre los cuales estarían como principales conformadores de las representaciones intersubjetivas de la profesión: el uso cultural de los materiales periodísticos que se traduce en la pregunta por qué consumimos noticias, y las matrices culturales del consumo mediático (prácticas comunicativas, sistemas de expectativas socialmente compartidos, y sistemas cognoscitivo-axiológicos) que pautan modos socialmente condicionados de lectura de los medios masivos, no ajenos a géneros y a tipos de medios, capaces de imponer fronteras de fruición y comprensión.
Lo arriba apuntado, está complementado por la percepción paradójica – en tanto estática - de la evolución del campo, constatable en los productos comunicativos editados desde los medios manuscritos hasta los actuales medios electrónicos de alta tecnología; la cual supone que la diversificación y/o cambio de las funciones del periodismo, guarda correspondencia con las circunstancias o eventos históricos en los que se ejecuta y la labor periodística así como el desarrollo de la base técnico-material que lo difunde.
Aunque ello no pueda soslayar que en la base de la oposición producción– consumo periodístico, los consumidores influyen, a la vez que han sido influidos, habida cuenta que los órganos de prensa facturan para ellos sus productos, y las características de sus consumos producen, tarde o temprano, elementos de reajustes de la producción periodística.
Estos análisis precedentes, enfocados desde una perspectiva histórico- materialista expresan en el orden de la producción simbólica, una relación análoga a la que se subyace en los procesos de producción, distribución y consumo de otros productos.
Consecuentes con dicha perspectiva, la función más general de los medios en el plano de la producción simbólica, y del periodismo en particular, puede ser expresada en términos de consenso, como los del siguiente enunciado:
El intercambio informativo, si se produce en entornos sociales, proporciona un sentido social a la mediación: los agentes sociales ‑ sean grupos u organizaciones ‑ que procuran información sobre el acontecer, se institucionalizan para la producción social de mediaciones: son medios de comunicación social. Los medios de comunicación social se convierten en instituciones especializadas no solamente de información acerca del acontecer social, sino sobre todo de transmisión de significados sociales reproductivos[2]
Sin embargo, las reflexiones derivadas, no por numerosas y variopintas, están muy lejanas de los dos campos esenciales de las organizaciones sociales de comunicación: el de la cognición y en el de la intervención social como agentes de conservación o cambio estructural.
En el primero, encontramos el problema de los órganos de prensa como instrumentos de cognición, que puede expresarse en dos interrogantes: ¿puede el periodismo reflejar "fielmente" la realidad (o problema de la objetividad periodística) y ¿cuán orgánico debe ser ese reflejo para ser autosuficiente? (problema de la integralidad del relato y la homogeneidad de las lecturas).
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