Reflexiones sobre la lectura. Diversidad de lectores y formas de leer.
Enviado por María del Carmen Baroni
Reflexiones teóricas acerca de la lectura y escritura
Título original: Reflexiones teóricas acerca de la lectura y escritura. Diversidad de lectores y formas de leer. Relaciones entre lectura, escritura y educación. Lectura y creatividad.
En la actualidad, las prácticas de lectura individual y silenciosa, que guardan una relación cercana a las formas académicas de leer, responden al mandato de absorber mayor cantidad de información y conocimiento ya que se trata de una modalidad de enorme utilidad cuando se está navegando por Internet, cuando se repasan los titulares de un periódico hasta encontrar una nota de interés, cuando se busca y se utiliza una bibliografía determinada que permita brindar un abanico de tópicos de interés particular.
Lograr buenos resultados a través de esta forma de leer, está indispensablemente unido a una concepción de lector maduro. De allí que, al pensar en las prácticas de lectura cotidiana en las aulas, necesitamos desplegar una diversidad de formas de leer que proporcionen las herramientas necesarias para convertir a los alumnos en lectores autónomos, capaces de integrar los diversos procesos que comprende esa actividad compleja y plural que es la lectura.
Desde el punto de vista de Roger Chartier[1]la práctica de la lectura debe partir de la consideración de la comunidad de interpretación a la que pertenece el lector. Es decir, hay que tener en cuenta con qué capacidad de lectura se cuenta para definir un punto de partida, organizar modelos de lectura que correspondan a "esa invención de sentidos…presente en cada lectura" que pueda producir el lector. Luego, sí, "siguen las normas, reglas, convenciones y códigos propios" de esa comunidad referida. Chartier concibe la lectura como una práctica cultural en un espacio "intersubjetivo", en el cual los lectores comparten comportamientos, actitudes y significados culturales en torno al acto de leer. En esa perspectiva, nos parece importante destacar:
a- Una constante reflexión sobre la práctica de parte del docente que, entre otras cosas, implica armonizar su práctica pedagógica con el grupo de alumnos que tiene a su cargo.
b- Lo anterior exige conocerlos. Los jóvenes son una fuente inagotable de aprendizajes. Ellos pueden dar claramente las pautas con las que el docente puede reconsiderar una y otra vez las estrategias para lograr aprendizajes verdaderos; esto es, que estén orientados a las reales necesidades de los alumnos.
c- También los textos deben ser significativos e interesantes para los alumnos. Tienen que ser cercanos a sus esquemas de asimilación para que puedan comprenderlos, pero además deben permitirles una reacomodación de sus esquemas mentales y una reconstrucción permanente de aprendizajes significativos. "La lectura se enseña, se usa y es importante en la escuela porque es importante fuera de la escuela y no al revés."[2]
Con relación a este último punto, Bajtín afirma que "donde no hay texto, no hay objeto para la investigación y el pensamiento."[3]
"La literatura no es algo mensurable en términos de cantidad de información que es capaz de portar (…) sino el escenario de relaciones dialógicas, de la construcción y apropiación de distintas formas de otredad, a las que sólo puede llegarse a comprender desde una perspectiva ética y evaluativa; nunca desde el afán epistemológico."[4]
También Fernando Lázaro Carreter expresó que "la maestría de un profesor se manifiesta en la elección de los textos que ha de comentar con sus alumnos: no todos valen ni son adecuados para cualquier momento. La discusión (…) impondrá unos u otros, para que nuestra discusión tenga la cabida oportunidad (…) no (debemos) presentar a los alumnos textos indiscutibles, perfectos en nuestra opinión o de difícil conexión con su realidad: los elegidos deben permitir la posibilidad de ser debatidos y controvertidos."[5]
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