Podemos partir, para pensar acerca de la importancia que tiene el reflexionar sobre la dirección de la cura, tanto en lo expuesto por Lacan como así también aquellos indicios y especificaciones de la técnica que se pueden leer en Freud, con algunas reflexiones expuestas por el mismo Freud, las cuales serán resignificadas posteriormente por la corriente lacaniana del psicoanálisis. Dichas reflexiones reflejan la esencia y la importancia de la interrogación permanente acerca de la práctica y la formación de psicoanalistas, estas reflexiones son las siguientes:
"El Psicoanálisis se aprende primero por uno mismo, por el estudio de la personalidad propia".
"Existe una serie íntegra de fenómenos harto frecuentes y de todos conocidos que tras alguna intervención en la técnica, pueden pasar a ser objeto del análisis de uno mismo".
"Mas lejos se llega si uno se hace analizar por un analista experto, si se vivencian en el yo propio los efectos del análisis y se aprovecha esa oportunidad para capturar en el analista la técnica mas fina del procedimiento".
(Conferencias de Introducción al Psicoanálisis, cap.I)
Creo que estas palabras de Freud representan un esbozo de aquello que Lacan intenta recuperar, en torno a lo que se había convertido el psicoanálisis de su época, y en "La Dirección de la Cura y los Principios de su poder", Lacan hace hincapié en aquellas cuestiones que hacen a la técnica y al procedimiento psicoanalítico, y que se revelan en aquellos fenómenos susceptibles de ser operacionalizados en torno a lo que se manifiesta como transferencia y contratransferencia en el transcurso del análisis.
El texto es muy claro en este punto, nos encontramos que dice, "El analista cura menos por lo que dice y por lo que hace que por lo que es".
(Lacan, La dirección de la cura y los principios de su poder)
Me parece que referido a lo que venimos diciendo, resulta importante destacar un aspecto significativo y a tener en cuenta, y es la existencia de un punto o escena en el transcurso de un análisis en el que el discurso y la consecuente aplicación de la regla analítica puede dar lugar a la aparición de un punto clave de la situación, y es lo referido al lugar de encuentro entre dos personas, al motor y al recurso de un fenómeno subjetivo singular, que hace a la especificidad del análisis y a la imposibilidad de la objetividad empírica reglada de antemano, como así también a la presencia de un tercero. Este encuentro es particularmente destacado tanto por Lacan en su primer seminario, como por Freud en "La dinámica de la transferencia", y es lo referido a una serie en la cual un instante de acercamiento por parte del paciente hacia un momento de confesión y de develamiento Inconsciente, el momento en el cual el sujeto se encuentra a punto de revelar por así decirlo, "la esencia de su ser"(esencia evanescente en el momento de una aparición siempre perdida y vuelta a encontrar), este momento imposible de reproducirse, provoca la aparición de la resistencia y es en este lugar en el que se abre la dimensión del Otro, al tomar el sujeto constancia de la presencia, lugar en el que va a poner en juego la dinámica transferencial.
Seguimos leyendo a la dirección de la cura y nos encontramos con: "El analista sin duda dirige la cura, consiste en primer lugar en hacer aplicar por el sujeto la regla analítica, o sea los directivos cuya presencia no podría desconocerse en el principio de lo que se llama la situación analítica".
(Lacan, "La dirección de la cura y los principios de su poder")
Es decir, que por un lado tenemos la aplicación de una regla, la regla analítica, la función del plano de la palabra y del discurso, la concatenación significante que da lugar a que lo simbólico se establezca en un principio, en tanto condición de referencia ineludible, como aquello que debe ser establecido desde el comienzo por el analista, es decir, la condición bajo la cual Freud va a fundar el psicoanálisis y le va a permitir el desligamiento de lo que pudo vislumbrar como insuficiencias que traía aparejada la técnica de la sugestión hipnótica, y la única manera en la que se puede dar cuenta de la opacidad y oscuridad teórica de aquella concepción de una conciencia unificada, y una practica dirigida únicamente a un fortalecimiento yoico ilusorio y sugestivo, ya que es justamente en aquello que se puede registrar en la observación y escucha del lenguaje y sicopatología de la vida cotidiana lo que da cuenta de la existencia del sujeto dividido, y del acontecer del análisis como lugar de conflicto cuantitativo, en lo relativo al empuje pulsional y a la importancia de las magnitudes de fuerza que pude reflejar dicho impulso, (tomado de "Análisis terminable e interminable", Freud 1937) y de manifestación de lo que se pudo formar en un yo entendido, ya si, como pudiendo reflejar manifestaciones inconscientes, el giro tomado por la teoría a partir de la segunda tópica.
Pero por otro lado decíamos que estaba la situación analítica, y la condición ineludible formulada por lacan de que el analista también debe pagar, y dicho autor se explaya propiamente al respecto, y dice: "El analista tiene que pagar con su persona, la presta como soporte a los fenómenos singulares que el análisis a descubierto en la transferecia, tiene que pagar con lo que hay de esencial en su juicio mas íntimo" y sigue diciendo: "Libre siempre del momento y del número, tanto como de la elección de mis intervenciones, hasta el punto de que parece que la regla haya sido ordenada toda ella para no estorbar en nada mi quehacer de ejecutante, a lo cual es correlativo el aspecto de material, bajo el cual mi acción toma aquí lo que ella a producido" .
(Lacan, "La dirección de la cura y los principios de su poder")
Este párrafo pone al descubierto aquello hacia lo cual apunta esta forma de entender el procedimiento terapéutico, en relación, o diferenciándose claramente de lo que es entendido de el por la psicología del yo, por otro lado resulta muy interesante pensar en lo que Lacan pone en juego cuando formula la frase "libre de la elección de mis intenciones", y surgen una serie de preguntas como: ¿En que posicionamiento se encuentra el analista que está libre de la elección de sus intervenciones?, ¿Qué debe saber y desconocer el analista que está pagando con su ser, puesto al servicio de la dirección de la cura?, el juego dialéctico radica en la importancia del desconocimiento con relación al saber puesto en juego, el analista debe entender que desconoce y no sabe nada acerca de la singularidad que va a presentar en análisis el sujeto y en esto radica lo contradictorio y subversivo del psicoanálisis con respecto al modo de proceder de la ciencia médica, como así también al ejercicio de poder que se pone en juego en una transferencia basada en la identificación o el fortalecimiento del yo del paciente por la identificación al yo del analista, en este caso poseedor de un saber certero sobre su síntoma.
No puede pensarse en una elección de la dirección de la cura si no queda establecida la transferencia en tanto eje y motor del análisis, como herramienta y elemento invalorable del trabajo terapéutico. Es decir, indagar acerca de la importancia que tiene reflexionar en cuanto a la dirección de la cura y pensando además al psicoanálisis como práctica singular y sin la presencia de terceros, me ha llevado a pensar este trabajo en torno a la transferencia.
La transferencia aparece en un principio como fenómeno inevitable de la experiencia analítica, la relación médico- paciente, opera de manera inconsciente trascendiendo de alguna manera aquello de lo cual el analista puede tener controlado, me parece que la palabra control escapa del concepto de transferencia.
En este punto resulta interesante indagar en aquellos aspectos que pudieran pensarse como generales con relación a los fenómenos transferenciales, en la medida en que no todo puede ser desorden y caos. El factor común debe pensarse, digo, no en la relación que nosotros entendemos entre el analista y el analizante, con todos los conceptos psicoanalíticos que se ponen en juego, sino en la relación médico- paciente tal como la nombra Freud en sus textos, con esto quiero decir que sería importante tomar a la palabra médico y a la palabras paciente en tanto tales e indagar lo que ellas comportan y significan, es decir que sería interesante resaltar en primer lugar, referido a esto último, que el sujeto que habla en el análisis no es otro que el sujeto de la ciencia, y en segundo lugar que la demanda de una persona que accede a análisis está dirigida a un supuesto terapeuta poseedor de un saber sobre su síntoma, tal como lo posee el médico respecto a las enfermedades orgánicas y tal como en su momento lo supo Freud antes del surgimiento del psicoanálisis, ahora bien, ese saber del analista respecto a lo que le pasa al sujeto no existe, al menos antes de iniciarse el tratamiento.
En este lugar de la transferencia, lugar en el que se juega la realidad inconsciente, aparece algo de lo que sí pienso que podemos estar seguros, y es abstenernos de tomar o acceder a la demanda tal cual nos llega, digo, la demanda de saber y de verdad que forma parte del imaginario con el cual es revestido el analista por parte del sujeto, y justamente nos dirigimos a intentar que el sujeto pueda alejarse de aquella posición de objeto con relación a lo que comporta la palabra paciente con el que la medicina reviste a sus enfermos. En esto radica la importancia de hacerse cargo de su deseo y tomar una posición activa frente a él, el empuje pulsional no admite la no tramitación del mismo, y la tramitación de este cuando está estancado, comienza en el análisis cuando una persona a afrontado o a asumido su condición de sujeto de deseo a través del envión o posibilidad que le debe suministrar la relación transferencial. En hacerse cargo del deseo y en ponerse a cuestionar los lugares de objeto y de sujeto en el análisis, parece radicar el eje de la cuestión, tanto en el analizante como en el analista.
Me parece que si hay algo que podemos hacer con este tema de la verdad en el análsis, es precisamente proclamar que no la hay, y en cuanto al saber puesto en juego como aquello de lo cual esperamos escuchar del sujeto en el transcurso del tratamiento analítico, el saber está del lado del paciente y no en otro lugar, promover la activación del deseo y acotar el goce que pude representar una relación transferencial idealizada en torno a la figura yoica del analista, con las consecuentes deformaciones éticas que esto supone, se nos presenta como algo de lo cual podemos tomar bases sólidas en la elección de la dirección de la cura.
Digo goce de una relación transferencial en relación o pensando en el hecho de que una transferencia analítica no puede ser precisamente cómoda, por cuanto es justamente la aparición de una neurosis transferencial, vinculada a la puesta en marcha de aquellos mecanismos defensivos que puede repetir el sujeto en el transcurrir del acto analítico. Con esto me estoy refiriendo, a que no se puede dejar de pensar que lo que está puesto en juego es justamente aquello que podemos leer en Freud desde la segunda tópica y es pensar al yo como instancia inconsciente y enigmática y dejando al psicoanálisis con las puertas abiertas a la investigación y a la teorización y no como modelo esquemático y cerrado de conceptos inamovibles.
Ignacio Busquets