Criptografía sobre el posible autor del Manuscrito Voynich
Enviado por Francisco A. Violat Bordonau
- El manuscrito voynich
- ¿Dónde se escribió?
- Pistas sobre su origen
- Simón bakalar
- ¿Qué es realmente el manuscrito voynich?
- Conclusiones
- Resumen
1. EL MANUSCRITO VOYNICH
En 1912 el librero inglés Wilfrid Voynich descubrió en la vieja biblioteca del colegio jesuita de Mondragone, cerca de Roma, un extraño documento: un rarísimo manuscrito depositado allí 250 años antes por el famoso erudito, jesuita y criptólogo alemán Athanasius Kircher (16011680). El documento, al que según su numeración le faltaban 28 páginas, era un volumen con gruesas tapas de pergamino (en formato 27 por 15 cm) que conservaba todavía 230 páginas de texto manuscrito fácilmente legible; en él podían verse dibujos con tinta de color que representaban extrañas flores, esquemas astrológicos, "mujercitas" desnudas bañándose en extraños lagos de tinta, algo que semejaban intestinos o tubos, arabescos, estrellas y otros extraños diseños no identificados.
Según una carta que le acompañaba fechada en agosto de 1666, Kircher lo habría recibido de su antiguo alumno Johannes Marcus Marci, rector de la Universidad de Praga, ya que el libro habría formado parte de la biblioteca del emperador Rodolfo II (15521612), gran aficionado al ocultismo y las artes mágicas, quien lo habría adquirido en el año 1586 por la nada despreciable suma de 600 ducados. Kircher no logró traducirlo: lo mismo le había ocurrido años antes al sabio Johannes de Tepenecz (Jacobus Horcicky de Tepenecz alias Sinapius, 1575-1622), alquimista checo de humilde origen que llegó a ser responsable de la farmacia real y favorito del emperador Rodolfo II, quien incluso llegó a dejar su firma en uno de los márgenes cuando el libro pasó a ser propiedad suya a la muerte del emperador. Kircher, ante su completo fracaso, depositó el manuscrito en una biblioteca de los jesuitas para que los eruditos de tiempos posteriores lo estudiasen. Allí estuvo olvidado casi 250 años sin que nadie lo leyese.
El emperador Rodolfo, aficionado a la magia y a la alquimia, los relojes y las excentricidades, fue el mecenas de gran cantidad de sabios, místicos y eruditos de todo tipo (muchos de ellos simples estafadores sin escrúpulos) que pasaron por su corte en gran cantidad y con muy distintos propósitos; fue también el patrón del gran astrónomo danés Tycho Brahe "a quien cedió en 1599 el castillo de Benatek para sus estudios estelares" y posteriormente lo sería del matemático imperial Johannes Kepler. Algunos años antes (15841588) su corte habría recibido fugazmente al matemático, erudito, criptógrafo y espía inglés John Dee quien, posiblemente (aunque sin ninguna seguridad), fuese quien le hiciese entrega del manuscrito después de haber intentado traducirlo en vano.
El documento, según su aspecto y contenido superficial, parecía un completo herbario, una obra de alquimia o incluso un tratado astrológico tardomedieval aunque algunos detalles de los dibujos (como los peinados) parecían acotar el período de su elaboración entre los años 1470 y 1550 tal como D"Imperio hizo notar acertadamente en 1976. Tras reconocer en él un valioso documento Voynich pidió a los más afamados criptógrafos y especialistas de la época una traducción de su contenido, poniendo en circulación fotografías del documento; desgraciadamente ninguno de ellos logró encontrar una solución válida: en el manuscrito se podían reconocer constelaciones (como las Híades, Tauro y la brillante estrella Aldebarán), aparecían diagramas astronómicos y se representaban plantas desconocidas o imaginarias, pero no había nada que aportase pistas fiables o arrojase más luz sobre el asunto.
A la muerte de Voynich (1930) el manuscrito pasó a ser propiedad de su esposa Ethel Lillian quien, ajena a la controversia sobre su contenido, lo guardó en la caja fuerte de un banco hasta su fallecimiento en 1960. Ese año sus albaceas lo subastaron y fue adquirido por el librero Hans P. Kraus, quien lo puso a la venta por nada menos que 160.000 dólares de la época; quizá debido a que no encontró ningún comprador (era excesivamente caro si sólo contenía un herbario) en 1969 lo donó a la Biblioteca Beinecke de Manuscritos y libros raros (Universidad de Yale), en donde permanece custodiado y puede ser admirado en la actualidad.
2. LECTURA Y CONTENIDO
El análisis de una página del manuscrito pone de manifiesto que ha sido escrito en algún tipo de "clave" desconocida (esto es, ha sido encriptado), pero es que además el documento está cifrado: ha sido escrito en caracteres distintos a los latinos que todos usamos, idioma o lengua que ha sido bautizada con el nombre de voynichés. D"Imperio indicó que algunos de estos caracteres son de clara procedencia alquímica (como los signos 4, 4º, 8 ó 2), otros tienen relación con la astrología y otros pocos son abreviaturas latinas medievales sin duda alguna.
La particularidad más llamativa del Manuscrito Voynich, quizá su huella dactilar más reconocible y mencionada en todas las obras que tratan sobre él, es la alta repetitividad (redundancia) de sus palabras: es fácil encontrar frases en las cuales una misma palabra aparece escrita dos, tres o cuatro veces seguidas… ¿en qué idioma actual encontramos semejante repetitividad?: en ninguno.
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