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María Magdalena, la Iglesia católica y el Priorato de Sión


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Herederos del trono de David
  3. Crucifixión de Jesús y proscripción de María Magdalena
  4. La casa Merovingia
  5. Una hermandad secreta
  6. Los caballeros Templarios
  7. El Sancta sanctórum
  8. El Santo Grial
  9. El papa Clemente V
  10. La Última Cena
  11. Walt Disney
  12. Francois Mitterrand
  13. La tumba de María Magdalena

Del libro CÓDIGO DA VINCI por Dan Brown.

Dan Brown. Novelista estadounidense, Exeter, Nuevo Hampshire, Estados Unidos, 22 de junio de 1964.

Introducción

Los historiadores no pueden demostrar la autenticidad de la Biblia ni del árbol genealógico de Jesús. La historia la escriben siempre los vencedores. Cuando se produce un choque entre dos culturas, en los libros de historia se cantan las glorias del vencedor y se denigra al enemigo conquistado. Como dijo Napoleón en cierta ocasión, « ¿Qué es la historia sino una fábula consensuada?». La historia es siempre un relato unilateral de los hechos. Leonardo Da Vinci no es el único que ha intentado decirle al mundo esta verdad. La descendencia real de Jesucristo la han documentado exhaustivamente muchos historiadores en varios libros. Todos estos libros reivindican con fundamento un mismo hecho. Que Jesús tuvo un hijo y que María Magdalena era el vientre en que se perpetuó su linaje real. El Priorato de Sión, en nuestros días, sigue venerando todavía a María Magdalena, como Santo Grial, como rosa y como Madre de la descendiente de Jesús. La verdad es que en la década de 1980 estos libros causaron cierto revuelo. Sus autores incurrieron en algunas interpretaciones criticables de la fe en sus análisis, pero la premisa fundamental es sólida, y lograron acercar al gran público la idea de la descendencia de Cristo. ¿Y cuál fue la reacción de la Iglesia?. De indignación, claro. Pero eso ya se esperaba. En el fondo, se trata de un secreto que el Vaticano había intentado enterrar en el siglo IV. En parte, esa es la razón de las Cruzadas. Recopilar y destruir información. La amenaza que María Magdalena representaba para los hombres de la Iglesia primitiva era potencialmente de unas proporciones enormes. No sólo era la mujer a quien Jesús había encomendado la tarea de fundar la Iglesia, es que era la prueba física de que la recién proclamada santa de la Iglesia había engendrado a un descendiente. Aquella iglesia, para defenderse del poder de Magdalena, perpetuó su imagen de prostituta y ocultó las pruebas de su matrimonio con Jesús, restando así credibilidad a la posibilidad de que hubiera tenido descendencia y de que Jesús fuera, por tanto, un profeta mortal. Las pruebas históricas que avalan todo esto son muy sólidas. Las acusaciones son horrendas, pero se debe comprender las poderosas motivaciones de la Iglesia para llevar a cabo una confabulación de esas proporciones. No habrían sobrevivido nunca si se hubiera hecho público que Cristo había tenido descendencia. Un hijo suyo habría minado cualquier idea de divinidad asociada a él y, por tanto, habría sido el fin de la Iglesia cristiana, que proclamaba ser el único vehículo a través del cual la humanidad podía acceder a lo divino y entrar en el Reino de los Cielos.

Herederos del trono de David

Como encarnación mesiánica de las profecías, Jesús derrocó a reyes, inspiró a millones de personas y fundó nuevas filosofías. Como descendiente de las familias del rey Salomón y el rey David, Jesús estaba legitimado para reclamar el trono del monarca de los judíos. En el Evangelio según san Mateo se nos dice que Cristo pertenecía a la Casa de David, que era descendiente del rey Salomón, rey de los judíos. Al esposar a María Magdalena emparentó con la poderosa Casa de Benjamín. Jesús unió así las dos líneas de sangre, creando una gran fuerza política capaz de reclamar legítimamente el trono y restaurar la línea sucesoria de los reyes tal como existía en tiempos de Salomón.

Crucifixión de Jesús y proscripción de María Magdalena

María Magdalena estaba encinta en el momento de la crucifixión. Para garantizar la seguridad de la hija que nacería, no tuvo otro remedio que huir de Tierra Santa. Con la ayuda del amado tío de Jesús, José de Arimatea, María Magdalena viajó en secreto hasta Francia, conocida entonces como la Galia. Allí, entre la comunidad judía, halló refugio. Y dio a luz a su hija, que llamó Sarah. Las vidas de María Magdalena y de Sarah fueron minuciosamente documentadas por sus protectores judíos. Aquella niña pertenecía al linaje de los reyes de Judea, David y Salomón. Fueron innumerables los estudiosos de esa época que escribieron crónicas sobre los días de María Magdalena en Francia, el nacimiento de Sarah, y sobre el subsiguiente árbol genealógico. Existe un árbol genealógico de Jesucristo y se cree que es una de las piedras angulares de los documentos del Sangreal. Una genealogía completa de los primeros descendientes de Cristo. El linaje de Cristo ha estado en continuo peligro. La Iglesia primitiva temía que si se permitía que el linaje se perpetuara, el secreto de Jesús y Magdalena acabaría aflorando y desafiando los cimientos de la doctrina católica, que necesitaba de un Mesías divino que no hubiera tenido relaciones sexuales con mujeres ni se hubiera casado.

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