- La cultura del rosa y el celeste. En busca del guión social
- La identidad de género
- Construcción de las identidades femeninas
- Conflictos personales, identidades de género y relaciones de género
- Bibliografía
Capítulo. La cultura del rosa y el celeste.
- En busca del guión social.
"Peso Ancestral."
Tú me dijiste: no lloró mi padre; tú me dijiste: no lloró tu abuelo;
No han llorado los hombres de mi raza, eran de acero.
Así diciendo te brotó una lágrima y me calló en la boca… más veneno
Yo no he bebido nunca en otro vaso así pequeño.
Débil mujer, pobre mujer que entiende, dolor de siglos conocí al beberlo;
Oh, el alma mía soportar no puede todo su peso.
Alfonsina Storni
Los seres humanos desde que aún solo somos proyectos de nuestros futuros padres poseemos un guión social que se construye y modifica constantemente; un guión que comenzaremos a actuar desde el mismo comienzo de nuestra vida y que se desarrolla a lo largo de la misma hasta su término. Este proceso es llamado proceso de socialización mediante el cual se produce la adquisición o aprendizaje de los patrones culturales, de los sistemas de valores y normas, de las tecnologías y sabiduría, de la lengua, de las costumbres, etc.
El comienzo del mismo depende siempre de un detalle que acompaña a cada persona. Este detalle es el sexo del futuro individuo; a partir del cual se conforma un mundo simbólico que lo precede y que le es trasmitido por sus padres, que constituyen el primer y muy importante modelo de lo masculino, lo femenino, hombre, mujer, pareja, relaciones, (Rojas, R,1999), y su entorno, a través de mensajes impregnados de significaciones. (Quirici,2000) Las prescripciones sociales, los papeles a actuar, los nombres posibles para el comienzo de la construcción de una identidad personal, el color de la ropa, del cuarto, la afectividad y las libertades que reciba o no de los padres, y hasta las posibilidades de desarrollo personal en las diferentes sociedades, van a ser si no total, bastante diferentes en dependencia del sexo a que pertenezca el nuevo individuo. Comienza, para este, la cultura del rosa y el celeste. (Caldíz, L. Y Resmicoff, D. 1997).
Este detalle provoca que en la mayoría de las culturas exista un perfil diferencial o dualidades entre hombres y mujeres relativos a comportamientos , roles y actividades. Este perfil diferencial se determinó con el surgimiento e instauración del modelo patriarcal a un nivel social.
Este sistema milenario, designa las características, códigos e ideales a ajustarse para reconocerse, reconocer, y ser reconocido como sujeto mujer o varón, y modelar arquetipos sostenidos por un conjunto de ideas, más o menos rígidas, fuertemente arraigadas en la conciencia, que escapan al control de la razón : el estereotipo. ( Cobo, Rosa, 1998). A partir del mismo "…se diseñan sociedades patriarcales desde una prescripción de normas y valores identificables con una determinada construcción simbólica de masculinidad; instaurando una política de dominación masculina y dependencia femenina presente incluso en los actos aparentemente más privados y personales." (Fernández, L. 2001, pág 1). (ver lámina # 1)
Según Valle y Pañellas, (2000), este modelo patriarcal se caracteriza:
- En el plano social, por la aparición de dos esferas totalmente diferenciadas, la pública y la privada, a cargo de varones y mujeres respectivamente. La mujer quedó restringida al ámbito privado, quedando a su cargo la reproducción biológica, la educación y el cuidado de los hijos, enfermos, ancianos y tareas domésticas.
- En la ética sexual, la instauración de una doble norma, en la que se adjudica, permisividad sexual al varón, en tanto que la sexualidad de la mujer se reprime, exigiéndole virginidad, antes del matrimonio, y fidelidad a su esposo, no considerando importante su propio placer.
- Doble imagen femenina, acorde con las necesidades y exigencias sociales. La mujer "buena", la mujer de la casa, la madre, la virgen. La mujer "mala", la mujer pública la dedicada al placer.
- Doble aceptación de la sexualidad. La reproductiva, forma lícita, socialmente aceptada, vinculada al matrimonio. La placentera, forma valida para el hombre en determinado contexto sin que se devalúe su moral.
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