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Juan de San Martín y Gómez


  1. Juan de San Martín en el Río de la Plata
  2. Juan de San Martín en Yapeyú
  3. Juan de San Martín regresa a España
  4. Bibliografía General

Del comandante Juan de San Martín y Gómez, padre del Libertador y nuestro máximo prócer nacional argentino,  podríamos decir que es el Abuelo de la Patria. Don Juan nace en el antiguo Reino de León, en Cervatos de la Cueza, Palencia, España, el 3 de febrero de 1728  y fallece en Málaga, España, el 4 de diciembre de 1796. Militar español, que hizo carrera en la región del Río de la Plata. Se lo recuerda por sus propias acciones militares, por haber sido gobernante de Yapeyú y muy especialmente por haber sido el padre del general don José de San Martín, libertador de nuestro país, de Chile y del Perú.

Los padres de don Juan fueron:  Andrés de San Martín y de la Riguera e Isidora Gómez, formaban una familia hidalga de clase media cuya casa se conserva en el número 27 de la calle Las Solanas de Cervatos de la Cueza como Casa-museo del General San Martín, destacando la sala de honor, donde se guardan recuerdos y testimonios de la amistad con la República Argentina. Una nueva iglesia fue construida en Cervatos por el gobierno argentino.

Por el pueblo de Cervatos, que se levanta en la comarca de la Cueza, atravesaba una calzada romana, y cuyo nombre lo toma por el del río que la cruza. Se supone que en ese sitio debió existir una antigua fortaleza Celta, origen de la actual población.

La casa de la familia San Martín, se trata de una morada noble castellana, austera, fuerte, construida de adobe, con tapial revestido de barro y paja, y concebida para cobijarse de los fríos del invierno. De este tipo de edificación cabe decir, como observó González Garrido, que fue llevada a América por Alonso de Ojeda, Juan de Garay y el mismo Juan de San Martín convirtiéndose, en América en la técnica criolla por antonomasia, denominada abobe, que tiene varios miles de años de uso.

Esa casa luce el escudo con el lema de la casa-solar de los San Martín, en Cervatos de la Cueza: De azores castellanos nació el cóndor que sobrevoló los Andes.

En 1746 ingresó en el ejército español teniendo 18 años como soldado en el Regimiento de Lisboa, con el cual intervino en cuatro campañas militares en el norte de África, permaneciendo en Melilla durante 17 años, siendo cabo, luego sargento, desde el 31 de octubre de 1755; y luego sargento 1°. Aun se conserva su primera hoja de servicios en donde se lee que era un hombre de estatura baja, cabello castaño claro y ojos garzos. Siguió luego a su regimiento de regreso a España, estando acantonado en diversos lugares. Por sus méritos en África el 20 de noviembre de 1764 se le concedió un grado de teniente, algo poco frecuente para alguien que no era de una familia noble.

Juan inicia su aprendizaje militar en las cálidas y arenosas tierras de África, igual como lo haría su hijo José Francisco unas décadas luego, donde realizó cuatro campañas militares.

Cuando después de guerrear en tierras de las morerías regresó a la metrópoli, siguió a su regimiento a través de las distintas regiones en que estuviera de guarnición. Así le vemos actuar en la zona cantábrica, en Galicia, en Guipúzcoa, en Extremadura y en Andalucía. Ya para ese momento, era Juan de San Martín un soldado fogueado y diestro en los campos de batalla cuando, en 1764, se le destinó para continuar sus servicios en el Río de la Plata. Cuando el 21 de octubre de 1764 se regularon en Málaga los servicios de Juan de San Martín, se le computaron diecisiete años y trece días en campañas. A raíz de su meritoria foja de servicios, se le ascendía a oficial del ejército real con los galones de teniente, cuyo título le fue extendido el 20 de noviembre de 1764.

Su embarque con destino al Río de la Plata, insistimos, al cual fue destinado, lo debió efectuar en Cádiz. Se debe aclarar que el Río de la Plata, Montevideo y Buenos Aires, a los efectos militares de la defensa, constituían una sola plaza militar, que al arribo los jefes determinaban cual era el destino del designado. La carrera militar de Juan de San Martín es, pues, aparentemente modesta; pero, en la hondura de su abnegada vida, se puede percibir el anuncio de las virtudes heroicas de su hijo menor, José Francisco.

Juan de San Martín en el Río de la Plata

Su actuación se encuentra muy ligada administrativamente a Pedro de Ceballos, pero en 1776 pasamos de Gobernación del Río de la Plata a Virreinato del Río de la Plata y Pedro de Ceballos fue autoridad en ambas oportunidades. Como gobernador desde 1756 a 1766 y como Virrey fue el primero, desde el 15,10.1777 al 12.06.1778.

Cuando Juan desembarcó en la rada del Riachuelo ejercía las funciones de gobernador Pedro de Cevallos, quien le confió el adiestramiento e instrucción del Batallón de Milicias de Voluntarios Españoles, hasta que, en mayo de 1765, lo destinó al bloqueo de la Colonia del Sacramento y del Real de San Carlos. Permaneció en esa zona hasta julio de 1766, en que se le confió la comandancia del Partido de las Vacas y Víboras, en la actual República Oriental del Uruguay.

En ese nuevo destino prestó imponderables servicios en la persecución del contrabando. En 1767 ocurrió el extrañamiento de los jesuitas con la confiscación de los edificios y toda suerte de bienes que poseían en España y en América.- Los religiosos tenían en la actual República Oriental del Uruguay, dependiente del Colegio Belén de Buenos Aires, una extensa y bien poblada estancia llamada Calera de las Vacas -que fue conocida después con el nombre de Las Huérfanas-; se extendía ésta por el norte hasta el arroyo de las Vacas, al este lindaba con el Migueletes y el San Juan y al oeste y suroeste con el caudaloso Río de la Plata.

En ese rico latifundio de cuarenta y dos leguas cuadradas, pastaban por millares distintas especies de ganado. El entonces gobernador Francisco de Paula Bucareli y Ursúa, (Bucarelli y Ursúa sucedió a Ceballos y es gobernador entre 1776 y 1770) le confirió al teniente San Martín la ocupación de la referida estancia, encargándole después su administración, que desempeñó hasta 1744, haciendo aumentar en forma extraordinaria sus beneficios.

Al mismo tiempo que Juan de San Martín ejercía las funciones de administrador, no dejó inactivas sus funciones militares, cooperando de acuerdo con órdenes de sus superiores en el bloqueo establecido permanentemente por España a la Colonia del Sacramento.

El gobernador Bucareli otorgó el 10 de abril de 1769 al padre del Libertador, el empleo de ayudante del Batallón de Voluntarios de Buenos Aires, que confirmó el monarca por título expedido en San Lorenzo el Real el 30 de octubre de 1772.

En 1770 fue enviado a participar en el sitio de la Colonia del Sacramento, de nuevo en poder de los portugueses. Además, durante un viaje a Buenos Aires como administrador de Las Vacas, conoció a Gregoria Matorras del Ser, joven sobrina del nuevo gobernador del Tucumán, Jerónimo Luis de Matorras recién llegado al país. Había dado su palabra de casamiento y se casó por poder el 1 de octubre de 1770, reuniéndose con su esposa el 12 de octubre de ese año. El enlace se realizó en el palacio episcopal, oficiando el obispo Manuel Antonio de la Torre, el 1 de octubre de 1770. Los nuevos esposos se reunieron en Buenos Aires el día 12 de octubre de ese año, trasladándose poco después a Calera de las Vacas. Allí formaron su hogar y en ese lugar, nacieron tres de sus hijos: María Elena, el 18 de agosto de 1771; Manuel Tadeo, el 28 de octubre de 1772 y Juan Fermín Rafael, el 5 de octubre de 1774.

Cuando el teniente Juan de San Martín cesó en las funciones de administrador de la estancia de Calera de las Vacas, el gobernador de Buenos Aires, Juan José de Vértiz y Salcedo, lo designó el 13 de diciembre de 1774 teniente gobernador del departamento de Yapeyú, haciéndose cargo de sus nuevas funciones desde principios de abril de 1775.

Como balance financiero de sus siete años como administrador de Las Vacas, consta que se produjo una renta bruta de 197.000 pesos plata en el período bajo su mando.

Juan de San Martín en Yapeyú

Para tener una idea acertada de lo que había constituido Yapeyú en esos momentos, aún bajo el régimen misionero jesuita, nada mejor que la opinión del Padre Guillermo Furlong SJ al respecto: La Estancia Grande de Yapeyú comprendía, al oriente del río Uruguay, los actuales departamentos de Artigas, Salto, Paysandú, Río Negro y Tacuarembó. La Estancia Chica, próxima al pueblo de Yapeyú, al oeste del Uruguay, se medía por 50 y 150 kilómetros. Allí había en 1768, propiedad del pueblo, 48.116 vacunos, mientras el ganado de la inmensa estancia uruguaya ascendía a 800.000 cabezas de animales.

Siendo Yapeyú el más grande centro ganadero rioplatense, no todos los animales se faenaban en esa reducción ni en sus cercanías, pues se llevaban a pie a las diversas otras reducciones. Sabemos que la zapatería fue una de las dos grandes industrias yapeyuanas, exportándose sus hechuras hasta Chile y Perú. La otra industria, con tremenda pujanza cultural, fue la fabricación de toda clase de instrumentos musicales: órganos, arpas, violines, trompas, cornetas y chirimías, los que también se exportaban a las otras reducciones y a las ciudades españolas del virreinato. El Padre Antonio Sepp, gran músico, fue quien dio el mayor impulso a la fabricación de los instrumentos. No bien arribó este jesuita a Buenos Aires, fue destinado precisamente a Yapeyú y a los dos años de su arribo pudo escribir: "este año de 1692 he formado a los siguientes futuros maestros de música: 6 trompetas, 3 buenos diorbodistas, 4 organistas, 30 tocadores de chirimías, 18 de cornetas, 10 de fagote. No avanzan tanto, como yo deseo, los 8 discantistas, aunque progresan a lo menos algo cada día."

Cuando en 1768 fueron desterrados los misioneros jesuitas, hallábanse las misiones en un período de prosperidad. Reemplazados por religiosos de diversas órdenes, ignorantes del idioma guaraní todos ellos y contrarios a la labor misionera algunos, no es de extrañar que en poco tiempo se perdiera toda la labor anterior. A la par de los religiosos, envió el gobernador Bucarelli toda una legión de administradores, lo cierto es que la población indígena decreció sensiblemente. Al salir los jesuitas había 88.864 almas; en el año 1801, solamente 42.885; en 1814, ya en época independiente, la población indígena de los 23 pueblos no pasaba de 21.000.

Yapeyú que había sido una de las reducciones más florecientes y ricas en tierras y ganados, que fundó la acción fervorosa y ejemplar de los padres de la Compañía de Jesús. Fue erigida a iniciativa del provincial P. Nicolás Mastrilli, con la cooperación del mártir y beato P. Roque González de Santa Cruz, superior de las misiones del Uruguay, y el P. Pedro Romero, su primer párroco. Su instalación se efectuó el 4 de febrero de 1627 junto al arroyo llamado Yapeyú por los indígenas, bautizándose con el nombre de Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú.

Yapeyú fue baluarte de civilización y del cristianismo frente a los indomables indígenas, como los charrúas y los yaros, y también lo fue contra los temibles bandeirantes, hordas de portugueses y brasileños que vivían al margen de toda ley humana y que a sangre y fuego sembraron el terror y la muerte, asolando a las incipientes misiones.

Con el correr de los años, Yapeyú se había convertido en uno de los pueblos más ricos de las misiones. Poseía estancias en ambas bandas del río Uruguay, quedando casi abandonado después de la expulsión de los misioneros de la Compañía de Jesús.

Dos nuevos vástagos aumentaron la familia San Martín-Matorras en Yapeyú: Justo Rufino, nacido en 1776, y nuestro Libertador, José Francisco, que vio la luz el 25 de febrero de 1778.

Siendo el pueblo de Yapeyú fronterizo a zonas de litigio, sus habitantes vivían bajo continuas amenazas de guerra.

El nuevo mandatario, Juan de San Martín, desde que ocupara la tenencia, activó la organización de un cuerpo de naturales guaraníes compuesto por 550 hombres, que al ser revistados por el gobernador de Misiones, Francisco Bruno de Zabala, le hicieron decir que era como la más arreglada tropa de Europa. Esas fuerzas, adiestradas por el teniente San Martín, se destinaron a contener los desmanes de los portugueses y las acometidas de los valerosos y aguerridos charrúas y minuanes.

Debido a un informe emitido por el Virrey Vértiz, Juan de San Martín ascendió al grado de capitán del ejército real, por título que se expidió en El Pardo el 15 de enero de 1.779. Cuando este despacho llegó a sus manos hacía algunos meses que había cumplido cincuenta y un años de edad.

Probablemente su obra administrativa más importante como teniente de gobernador de Yapeyú, fue la ampliación de la jurisdicción de este pueblo hasta el arroyo Yeruá (al sur de Concordia) que hasta entonces llegaba hasta el Río Miriñay. En esta región restableció la Ruta al Salto mediante la cual se enviaban a Buenos Aires para su comercialización, entre otros productos, los excedentes de yerba mate, algodón, tabaco, grasas y cueros. La epidemia de viruela había cortado esta ruta comercial iniciada por Bucarelli en 1769, la cual llegaba por tierra hasta el embarcadero de San Antonio del Salto Chico Ytú, desde donde ya salvados los saltos Grande y Chico del río Uruguay, continuaba por barco.

En 1776 inspeccionó la jurisdicción de Yapeyú al este del río Uruguay (Brasil y Uruguay actuales), que llegaba hasta el río Negro, arruinada por la epidemia de viruela. Los ganados se había refugiado en la zona de los río Negro y Yí, donde era explotada ilegalmente. Durante esta visita organizó el pueblo de Paysandú, transformándolo en un concurrido puerto en la Ruta al Salto.

En la Banda Occidental del río Uruguay Juan de San Martín fundó cuatro grandes estancias comunitarias dedicada a la cría de ganado: La Merced (hoy Monte Caseros), San Gregorio (cerca del río Mocoretá), Inmaculada Concepción de Mandisoví (antecedente de Federación, Entre Ríos)) y Jesús del Yeruá (al sur de Concordia), las cuales dotó con ganado comprado en Entre Ríos. A la capilla de la Estancia de Mandisoví, Juan de San Martín hizo enviar desde Yapeyú una imagen de la Inmaculada Concepción, esta imagen tallada por los indígenas preside actualmente la parroquia de Federación y por decisión de Juan Pablo II es la Patrona de la Diócesis de Concordia. En relación a este último párrafo, los autores consultados presentan interpretaciones diferentes. Unos sostienen que las estancias mencionadas ya estaban fundadas desde el período jesuítico y otros sostienen que las fundó, o refundó, Juan de San Martín. Ambas posiciones cuentan con documentación original que sostiene su afirmación.

El 14 de febrero de 1781 lo reemplazó como teniente gobernador Francisco de Ulibarri y luego su amigo y consejero Diego de Alvear. Destinado a Buenos Aires como ayudante mayor de la Asamblea de Infantería, en esa ciudad hizo dictar sus primeras letras a sus hijos.

Terminada su actuación en Yapeyú, el capitán San Martín embarcó con rumbo a Buenos Aires el 14 de febrero de 1781, volviendo a reunirse entonces con su esposa e hijos e incorporándose de nuevo a las filas del ejército para ejercer las funciones de ayudante mayor de la Asamblea de Infantería. Desde Buenos Aires, el 18 de agosto, se dirigió por escrito al virrey Vértìz, a la sazón en Montevideo, ofreciéndose para cualquier servicio o bien para instruir a los naturales, en cuyo ejercicio se había distinguido durante su residencia en Yapeyú.

San Martín se dirigió a las autoridades superiores de la Corte pidiendo la correspondiente licencia para embarcarse con su familia con destino a la metrópoli. Le fue concedido lo solicitado por Real Orden, expedida el 25 de marzo de 1783. Casi un cuarto de siglo de constante actividad había consagrado a las regiones del Plata el veterano soldado; había actuado en campañas militares que acreditaron su valentía y había administrado con suma pureza bienes confiados a su cuidado.

Juan de San Martín regresa a España

Llegó a Cádiz en abril de 1784 con $1.500 oro, todo su capital ahorrado en 38 años de servicio, con el que apenas pudo adquirir una casa. En España inscribió a todos sus hijos varones en las escuelas de nobles y en los colegios de oficiales de ejército. Se consideraba que había entrado a la nobleza por ser gobernador; sin embargo, debió soportar un duro juicio de residencia por su actuación en las Misiones, del cual no salió muy bien parado, ya que no volvió a ser gobernador.

Los restos de Juan de San Martín y de su esposa descansaron en la Iglesia de Santiago en Málaga, siendo trasladados en 1947 a la Argentina, en donde permanecieron en el Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires hasta 1998, cuando fueron trasladados al Templete que honra la memoria de su hijo en Yapeyú.

En abril de 1784, Juan de San Martín llegaba a Cádiz; retornaba al suelo patrio con su mujer y cinco hijos. Los cuatro varones, al igual que su padre, abrazarían la carrera de las armas, pero de todos ellos, sólo el benjamín daría gloria inmortal al apellido paterno.

En Málaga pasaría los últimos años de su existencia, mientras sus hijos avanzaban en edad y aspiraciones. En esa ciudad iniciaron o completaron, en parte, los estudios los jóvenes hermanos San Martín. Con los ojos mirando más allá de los mares, Juan de San Martín exhalaba, el 4 de diciembre de 1796, su último suspiro. Se hizo constar que no había testado y que habitaba en un lugar de Málaga conocido por Pozos Dulces, camino de la Alcazabilla.

La viuda del antiguo teniente de Yapeyú, al mes siguiente del óbito de su esposo, dirigió una instancia al monarca Carlos IV en la que solicitaba una pensión. En 1.806. gestionó e insistió para que la reducida pensión que disfrutaba, de 175 pesos fuertes anuales, fuera transferida a su hija después de su fallecimiento. El rey resolvió no acceder a lo solicitado. Sus restos descansan hoy en el cementerio de la Recoleta de Buenos Aires.

Bibliografía General

Instituto Nacional Sanmartiniano. Secretaría de Cultura. Presidencia de la Nación. José Miguel Torre Revello (1893-1964), Padres y hermanos de José de San Martín.

Antecedentes para Estudiar la Personalidad y la Obra de José de San Martín. Augusto Barcia Trelles. Editor Aniceto López, Córdoba 2082, Buenos Aires, 1941.

Historia de San Martín y de la Emancipación Sud Americana. Bartolomé Mitre. Editorial Tor, Buenos Aires, 1950, En el año del Libertador General San Martín.

 

 

Autor:

Roberto Antonio Lizarazu