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Veneno

Enviado por m_pucciarelli


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    1. Introducción

    Se llama veneno a cualquier sustancia que produce enfermedad, lesión tisular, o que interrumpe los procesos vitales naturales al entrar en contacto con el organismo. La mayoría de los venenos tomados en cantidades suficientes son mortales. Una sustancia venenosa puede ser de origen mineral, vegetal o animal, y puede asumir la forma de un sólido, un líquido o un gas. Dependiendo del tipo de veneno ejercerá su acción sobre la superficie corporal o, de forma más grave, sobre los órganos internos o el sistema nervioso.

    Tipos de venenos En los seres humanos los venenos se suelen clasificar según sus efectos en corrosivos, irritantes, o narcóticos; estos últimos también se conocen como venenos sistémicos o nerviosos. Los venenos corrosivos incluyen los ácidos o álcalis fuertes, que producen destrucción tisular externa o interna, es decir, abrasan la piel o la mucosa gástrica. Los vómitos se desencadenan de inmediato y están mezclados con sangre. Los venenos habituales, llamados agentes corrosivos, incluyen el ácido clorhídrico, el ácido carbónico, el bicloruro de mercurio y el amoniaco. Los irritantes, como el arsénico, el mercurio, el yodo y los laxantes, actúan directamente sobre la membrana mucosa provocando irritación o inflamación gastrointestinal acompañada de dolor y vómitos. Los venenos corrosivos diluidos también tienen estos efectos. Los irritantes incluyen venenos acumulativos, aquellas sustancias que se absorben poco a poco sin provocar lesión aparente hasta que de forma repentina producen su efecto. Los venenos narcóticos actúan sobre el sistema nervioso central o sobre órganos como el corazón, el hígado, los pulmones o los riñones hasta que afectan los sistemas respiratorio y circulatorio. Estos venenos pueden producir coma, convulsiones, o delirio. Los venenos narcóticos incluyen alcohol, opio y sus derivados, belladona, trementina, cianuro potásico, cloroformo y estricnina. En esta categoría también se incluye uno de los venenos más peligrosos que se conocen, la toxina botulínica, una potente toxina bacteriana causa de intoxicación alimentaria aguda (botulismo). El envenenamiento de la sangre, también de naturaleza bacteriana, se produce cuando un microorganismo virulento invade la circulación sanguínea a través de una herida o una infección. Los síntomas incluyen escalofríos, fiebre, postración, y con frecuencia, infecciones o abscesos secundarios en varios órganos. La mayoría de los venenos gaseosos también afectan a la sangre. Debido a que estos gases restringen la capacidad del organismo de absorber oxígeno, suelen incluirse en la categoría de los asfixiantes, grupo al que pertenece el conocido monóxido de carbono. Sin embargo, hay también venenos gaseosos corrosivos o irritantes. Cerca del 50% de todos los casos de envenenamiento humano en el mundo occidental se deben a fármacos o productos domésticos habituales como aspirinas, barbitúricos, insecticidas, y cosméticos. Debido a que los barbitúricos son accesibles con facilidad, los efectos tóxicos que derivan de su mal uso no son infrecuentes. El envenenamiento agudo puede deberse a una sobredosis o una interacción con otros fármacos, en especial el alcohol. La víctima de un envenenamiento agudo por barbitúricos experimenta agitación y náuseas, o entra en un sueño profundo marcado por una respiración cada vez más superficial cuyo posible fin es el coma y el fallo cardiaco. El envenenamiento crónico por barbitúricos, causado por el uso prolongado de estos fármacos, se caracteriza por irritación gastrointestinal, pérdida de apetito y anemia. En estados avanzados de envenenamiento crónico por barbitúricos la víctima sufre confusión mental.

    Tratamiento Son diversos los tratamientos para contrarrestar el efecto de un veneno. En la mayoría de los casos se aconseja la dilución, es decir, la ingestión de grandes cantidades de agua o leche. En otros se recomienda utilizar un emético, una sustancia que induce el vómito y libera al estómago de ciertos venenos. Los eméticos actúan a nivel local, como por ejemplo, sobre los nervios gástricos, o a nivel sistémico, sobre el centro del vómito del cerebro. Los remedios domésticos consisten en una cucharada de sal disuelta en agua caliente o dos cucharadas de mostaza disueltas en medio litro de agua. Los eméticos no se deben administrar a personas que han ingerido un veneno corrosivo. A diferencia de un emético, un antídoto es un remedio que contrarresta químicamente el efecto de un veneno, aunque de modo indirecto pueda provocar el vómito. Un antídoto puede actuar contra un veneno neutralizándolo, convirtiéndolo en insoluble, absorbiéndolo, aislándolo, o produciendo un efecto fisiológico general opuesto. En cualquier envenenamiento es imprescindible iniciar el tratamiento de forma inmediata.

    2. Plantas Venenosas

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