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Una perspectiva sociohistórica de la organización

Enviado por Rosa Vera Garcia


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    UNA PERSPECTIVA SOCIOHISTÓRICA DE LA ORGANIZACIÓN

    La especie humana ha llegado hasta nuestros días gracias a su capacidad social, agrupándose con sus semejantes formando: hordas, tribus, sociedades… Que le han hecho posible la satisfacción de sus necesidades y sus múltiples propósitos.

    Para ello, tuvo que comunicarse, hecho que ha determinado el resultado evolutivo al que ha llegado a través del consenso, la discrepancia o la unanimidad hemos alcanzado resultados como las instituciones sociales, las empresas

    Todas estas formas de agruparnos están compuesta por personas que interactúan dentro de un escenario para lograr objetivos que van a variar en función del objetivo del grupo: pudiendo ser personales y comunes; conservando experiencias, aspiraciones, valores, beneficios sociales, educativos o como en el caso de las empresas objetivos relacionados con los aspectos económicos.

    Por tanto, el papel de las organizaciones ha sido trascendental a lo largo de la historia, transformado sus objetivos y transformada por la sociedad incidiendo unos sobre otras y viceversa, directa o indirectamente; aunque también conservando sus mecanismos básicos.

    Mi conclusión personal es que, las múltiples y diferentes formas de conceptuar la organización y la continuación del debate actualmente, nos hacen pensar en su carácter continúo. Estas redefiniciones continuas son tan prolíferas como el ser humano sea capaz de crear en los ámbitos en los que interactúan. Así pues, no habrá una definición completada y única, sino que ésta, estará sujeta a los permanentes procesos de transformaciones de las organizaciones y sistemas sociales, económicos y culturales en el que se hallen inmersas.

    Considero pues, que la comprensión de las organizaciones no puede realizarse sin un conocimiento de su génesis y su evolución porque reduciríamos su información y conocimiento que se ubican siempre en un contexto socio histórico que nos dan los parámetros de las creencias compartidas y como se han interpretado las realidades a través del tiempo y espacio.

    El eje subjetivo del concepto de organización se ancla fundamentalmente en el sentido del objetivo común, de la gestión y la estabilidad de la misma.

    La forma de vida del ser humano y su cotidianidad está construida en un entorno formado por grupos. Esta experiencia social no es arbitraria sino organizada de manera tal que resulte coherente y significativa. Desde que nacemos todos los seres humanos contamos con un legado organizacional (la familia, la escuela …), que nos afectan por su dinámica y son nuestros modelos; siendo un eje y soporte principal formando nuestros contexto, que nos van preparando para inserción en la sociedad, ya sea como empleado, como estudiante, como hijo, como ciudadano… En ellas nos identificamos y producen nuestra subjetividad conformando nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.

    La cotidianidad se produce dentro de las diversas redes de relaciones que establecen compromisos y beneficios individuales y colectivos. Estas relaciones se instrumentan a través del lenguaje (de la comunicación) para coordinar estas acciones entre unos y otros, facilitando el aprendizaje y nos permite cierta autonomía frente al modelo de referencia.

    Las organizaciones influyen en nuestros hechos, nuestras experiencias que se viven como algo natural, casi banal; pero que están ordenados y forman parte de nuestra existencia. Por poner un ejemplo cotidiano: el consumo está regulado por nuestro mercado, a través de sus organizaciones empresariales, de salud, deportivas o de ocio que nos influyen y dirigen dentro de la sociedad que habitamos.

    Así pues, estos actos cotidianos están formados en una estructura social que como afirma Borudieu "nos hace ser lo que somos al incorporarlo y tener disposiciones cognitivas a las prácticas sociales". Es decir, las relaciones humanas y nuestros actos cotidianos están en lo individual y en lo colectivo.

    Si tomamos como ejemplo nuestra actuación en el trabajo donde las metas comunes están prefijadas, el resultado es el fruto de la interacción de los integrantes. Por tanto nuestra interacción diaria tiene una dimensión social que determina nuestra conducta.

    Gran parte de las definiciones de cotidianidad que encontramos hacen referencia a la reproducción social:

    Según Heller, la cotidianidad "…es la totalidad de las actividades que caracterizan las reproducciones singulares, productoras permanentes de la posibilidad de la reproducción social…no está "fuera" de la historia sino en el centro del acaecer histórico: es la verdadera "esencia" de la sustancia social.

    La conclusión sería que todos nuestros actos cotidianos están influidos por las organizaciones: desde las más primarias hasta las más complejas. Desde un nivel psicosocial que comienza en la familia -inmersa en una organización mucho mayor con un entorno sociopolítico, económico y geográfico concreto y que lo determina- y que pertenece a la organización más interna del individuo hasta un nivel más sociodinámico,

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