Libro, pues, enriquecido de pasado y presente, ilustrador cardinal de un periodo del arte tabasqueño que fungirá, imperecederamente, como memoria indiscutible. Reconocer el pasado es sin duda lo que solidifica el presente, pero entender que este pasado sigue vigente, activo y aportando a la amalgama cultural que nos identifica como región diversa y única, debe ser mejor aún. Una realidad es inobjetable, los valores que conllevan las distintas disciplinas que conforman el arte de hoy, no pueden medirse solamente por lo novedoso, como tampoco descalificarse por lo viejo, (ni todo lo nuevo es óptimo, ni lo añejo mejor) las barreras impiden su entendimiento y peor aún el reconocimiento a lo aportado; son tiempos de aprender a respetar espacios, inclinaciones, tendencias, es por ello que veo en este libro de arte, a más de ser un instrumento imprescindible que revalora la pintura en estos tiempos convulsos aparentemente inclinado, de manera absolutista, por las nuevas tendencias, lo considero una herramienta precisa para entendernos, conocernos mejor y aceptarnos tal cual somos.
Mirar la plástica tabasqueña a través de este magnifico catálogo y hacerlo desde una trinchera social distinta, es decir, desde esa conspicua ciudad fronteriza que es Tijuana donde radico, ciudad con una cultura impregnada de influjos múltiples en la cual los criterios y las preferencias por el arte contemporáneo parecen imponerse porque así lo exige el mercado internacional, me permitió reconocer las profundas raíces que aún persisten en mi trabajo de este fascinante y plural cromatismo del trópico; me consintió, por otro lado, reivindicar mi convencimiento de que con la pintura aún hay mucho que decir; me confirmó, también, lo imperativo por aprender a respetar las otras propuestas deslindadas de la pintura, que seguro estoy, se experimentan en estas regiones cada día con mayor intensidad y de las que sin duda, serán recogidas en memorias como se ha hecho hoy con la pintura. Si bien es indiscutible el reconocimiento y respeto por las tendencias, es menester recordar lo esencial que resulta, sin que esto se escuche a reconvención, la autocrítica en nosotros los creadores y el compromiso, en el caso de los pintores, a expresarnos más allá de los límites conservadores de la pintura, sobre todo ahora que, como acertadamente expresa Ramón Almela, la pintura no responde a un criterio único formalista y no está sometida por la Historia, y tiene a su disposición todos los conceptos, elementos estilísticos y materiales para su ejecución; bajo estas premisas pues, habrá que plantearse las futuras obras plásticas, como alternativa confiable, quizá, para hacer inobjetable el derecho a insertarse en la contemporaneidad.
Si bien, como apunta en la presentación de éste catálogo la rectora Candita Gil Jiménez:"la Universidad sabedora de que la cultura es la base que sustenta la educación y formación de la sociedad […] y la aportación que éste tipo de publicaciones representa para la divulgación y preservación de la identidad regional"; agregaría, la relevancia estriba, igualmente, en su aportación a la cultura universal, de la que confiamos emergerán otras voces y formularán juicios críticos, que sin equívocos, nos obligarán como creadores a nuevas reflexiones para bien de la realización de un arte congruente con su tiempo y reflejo fiel de la realidad social que vive. Que así sea.
A la memoria de Férido y Fontanelly, amigos entrañables.
Autor:
Roberto Rosique
Tijuana, B. C., Marzo 2007.
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