Descargar

Exposición sobre Luisa Amanda Espinoza


Partes: 1, 2

    1. La casa clandestina de Altagracia
    2. La casa clandestina de Inés

    Introducción

    Quiero dar algunos datos importantes para aclarar el lenguaje que utilizamos al referirnos a algunas situaciones propias del momento histórico que nos tocó vivir, contra la dictadura somocista. En algunos momentos parecemos una organización extremista por las acciones militares que ejecutamos y que atacábamos de una manera disciplinada obedeciendo a las orientaciones programadas. Había que expresar de alguna manera la existencia de una organización revolucionaria. Vivíamos en la clandestinidad, nuestras acciones políticas estaban orientadas a concientizar al pueblo nicaragüense bajo el dilema de golpear para avanzar. En aquel momento constituía un deber de todo nicaragüense, incorporarse, organizarse de cualquier forma para librarnos de la dinastía somociata, que representaba analfabetismo, del padecimiento del hambre, sufriendo de toda clase de vejámenes y prisionero en nuestro propio país. No sólo es un deber de los nicaragüenses sino de todos aquellos seres humanos que sienten, que les palpita el corazón, que saben o que dentro de sí adquieren ese sentimiento profundo del amor patrio. Del que se siente nacido en un sitio de esta tierra, que su obligación por ese terruño es construir algo mejor, y que ese algo pueda servir a todos por igual, se encuentre donde se encuentre, en cualquier parte del mundo que sea, Lograr hacer que todos puedan gozar de los recursos, tanto de las riquezas naturales como de todo lo que produce el hombre con su fuerza de trabajo.

    Son esas situaciones que hacen a una persona llegar a adquirir conciencia, capaz de poder mantener una moral, acorde a todas las dificultades, tener una fuerza de voluntad tan grande, inmensa, podría decirse, que no cabe en las mentes mezquinas de los que defienden intereses individuales convirtiéndose a veces en enemigos de sus propios hermanos, enemigo de su propia clase.

    Cuando nos referimos a las casas clandestinas de la lucha sandinistas, no se puede olvidar a aquellos hombres y aquellas mujeres que se iniciaron tímidamente, primeramente con temor que luego se masificó con mucha decisión. Aquellas actividades permitían ir dándole al FSLN el lugar merecido que le correspondió ser parte en nuestra Historia. No podemos olvidar a aquellos compañeros sandinistas que fueron el pilar y la base fundamental en donde se sentaron los cimientos, los cimientos antisísmicos, los cimientos firmes capaces de vencer cualquier debilidad; esos compañeros que ofrendaron, con una gran mística revolucionaria, sus mejores años de juventud; aquellos compañeros, algunos desconocida su identidad, su nombre de pila no se conocía sólo su seudónimo, pero que sí están en nuestra memoria y cada uno ocupa el lugar de los héroes, el lugar de los mártires, porque supieron dar el ejemplo grandioso, ese ejemplo que dio lugar a que la semilla germinara, esa semilla que germinó creció, se hizo adulto y se multiplicó.

    Maduró en las mentes de muchos jóvenes, mujeres y hombres, para ellas sobretodo, hablar ha sido difícil, poder adquirir ese gran compromiso de luchar, de luchar por un mismo ideal; de luchar por la libertad de todos, de luchar por la liberación política, militar, social, económica etc. y poder lograr el triunfo, sentando las nuevas bases de una nueva sociedad. Un renacer que con tanta sangre y violencia no pudo ver el nuevo día, el nuevo amanecer lleno de un sol intenso, donde brilla, en cada instante, en nuestra memoria, en cada cosa que nosotros vemos, en cada cosa que nosotros tocamos, en cada gesto que recordamos a nuestros hermanos que cayeron y que no lograron ver el triunfo.

    A ellos no podemos olvidarlos cuando hablamos de estas Casas Clandestinas.

    Voy a relatar la vida en una casa clandestina donde llegó Luisa Amanda y en donde convivió conmigo y en donde pueden apreciar toda la actividad que se desarrolla.

    Quiero relatar cómo la conocí, en qué circunstancias de mi vida clandestina, fue en 1979 en julio cuando muere abatido Julio Buitrago, en una circunstancia de duros golpes que asestaba la guardia somocista.

    Esta casa estaba situada detrás del Hotel Nicaragua en la vieja Managua, también estaba cerca el cine Trébol en la Managua antes del Terremoto de 1972. Este zona tenía un movimiento vehicular y de gente transeúnte muy importante. Un sector con puntos de referencias notable como El Remírez Goyena. Iglesia Santo Domingo, el cine Luciérnaga, la calle Quince de Septiembre, La esquina de El Infierno quedaba cerca también, más o menos lo que recuerdo. Era una casa de taquezal, para entrar a la casa había que subir uno o dos peldaños. El espacio pequeño, una chica sala a continuación una cortina de separación del pequeño comedor cocina. Seguía dos cuartos. En principio me ubicaron en un local que estaba detrás de la cocina separada por un tabique de madera, sólo alcanzaba un abanico y un pequeño catre.

    Partes: 1, 2
    Página siguiente