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Los trastornos de la personalidad (Esquizoide y Paranoide). Su influencia en la comisión de delitos


Partes: 1, 2

    1. Necesaria aproximación a los trastornos de la personalidad paranoide y ezquizoide
    2. Una valoración del tema según el caso cubano
    3. Conclusiones
    4. Recomendaciones
    5. Bibliografía

    Introducción

    Los trastornos de la personalidad, enfermedades mentales, afecciones o síndromes psíquicos y conductuales, son causa de angustia y deterioro en importantes áreas del funcionamiento psíquico, afectando al equilibrio emocional, al rendimiento intelectual y a la adaptación social. Es por eso que cada persona con sus individualidades propias, responde de diferente forma ante los disímiles casos que a diario se le presentan. Adentrarnos un poco en los trastornos de la personalidad (paranoide y esquizoide),[1] y ver su influencia en la comisión de delitos, es uno de los objetivos de nuestro trabajo, así como analizar y valorar el tratamiento penal que ante estos trastornos brinda el Ordenamiento Jurídico cubano. Para ello el problema científico al que pretendemos dar solución es: ¿Cómo influyen los trastornos de la personalidad paranoide y esquizoide en la comisión de delitos? El objetivo general es valorar la influencia de los trastornos de la personalidad paranoide y esquizoide en la comisión de delitos. Los objetivos específicos son: Caracterizar los trastornos de la personalidad paranoide y esquizoide; y valorar los fundamentos que demuestran la necesidad de un tratamiento diferenciador del Código Penal cubano, ante la comisión de un delito por un sujeto, cuya personalidad presenta un trastorno paranoide o esquizoide.

    CAPÍTULO I:

    Necesaria aproximación a los trastornos de la personalidad paranoide y ezquizoide

    A través de la historia y en todas las culturas se han descrito diferentes tipos de trastornos, pese a la vaguedad y a las dificultades que implica su definición. A lo largo de la historia, y hasta tiempos relativamente recientes, la locura no era consideraba una enfermedad sino un problema moral -el extremo de la depravación humana- o espiritual -casos de maldición o de posesión demoníaca. Después de unos tímidos inicios durante los siglos XVI y XVII, la psiquiatría empezó a ser una ciencia respetable en 1790, cuando el médico parisino Philippe Pinel decidió quitar las cadenas a los enfermos mentales, introdujo una perspectiva psicológica y comenzó a hacer estudios clínicos objetivos. A partir de entonces, y desde que se inició el trabajo en los manicomios, se definirían los principales tipos de enfermedades mentales y sus formas de tratamiento, así como los trastornos de la personalidad, dentro de los que se encuentran el paranoide y el esquizoide, que en esta ocasión nos ocupa.[2]

    La personalidad es el patrón de sentimientos y pensamientos ligados al comportamiento que persiste a lo largo del tiempo y de las situaciones. Es algo único de cada individuo, y es lo que nos caracteriza como entes independientes y diferentes.

    Encontrar un lugar para los trastornos de la personalidad dentro del ámbito de la Medicina no ha sido una tarea sencilla. Para muchos, el término de trastorno de la personalidad carece de la suficiente respetabilidad. Durante muchos años este término ha estado asociado a características negativas como degeneración moral, intratabilidad y conflictividad. Observamos frecuentemente cómo el término tiene un carácter peyorativo. El paciente con un trastorno de la personalidad es calificado como anómalo y disfuncional pero a la vez es privado del carácter de enfermo real que poseen por ejemplo el paciente deprimido o el paciente esquizofrénico. Junto a ello, el diagnóstico de trastorno de la personalidad conlleva generalmente la etiqueta de intratable desde el punto de vista médico y conduce con frecuencia a la privación de la asistencia profesional misma. [3]

    Más que un enfermo, se trata en estos casos de un sujeto con conductas problemáticas, maliciosas o manipulativas. A diferencia de los otros trastornos mentales, los trastornos de la personalidad suelen dar lugar por tanto a juicios de valor emitidos desde el prisma moral del evaluador.

    Sería oportuno adentrarnos mínimamente entonces en lo que los conocedores del tema llaman trastorno de la personalidad paranoide y esquizoide.

    El Pensamiento Paranoide[4]

    El sufijo "oide" significa semejante, por eso se designa como paranoide a la persona que presenta rasgos atenuados que hacen recordar a la psicosis delirante paranoica.

    Desconfianza

    El rasgo paranoide se caracteriza por girar alrededor de un núcleo que es la desconfianza. La falta de confianza, en última instancia, es un problema de fe. En la fe, que es el fundamento de la creencia, no hay lugar para la duda o el análisis, es creer sin que importe entender. Si bien tiene su máxima expresión en lo místico y religioso, la fe se enseñorea en todos los terrenos de lo mental." Somos personas confiadas, confiamos en nuestro entorno, confiamos en que la rutina que tuvimos a lo largo de nuestra vida se va a repetir en el día de hoy, y luego en el día de mañana y así sucesivamente".

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