Con los nuevos novelistas latinoamericanos que surgen en el siglo XX nace lo que se conoce como la novela latinoamericana. En ella se descubre la realidad, falseada en las producciones anteriores por el pintoresquismo y el encantamiento de la Naturaleza que relegaba al hombre fuera de su entorno. Esta realidad nueva que nos presentan, es una realidad reflejada por una conciencia sobrecargada del drama humano que padecen los hombres en las sociedades modernas. La utilización del narrador en primera persona, la técnica del punto de vista, el monólogo interior, el rescate del lenguaje coloquial, son los medios con que el hombre quiere dar testimonio real de la angustia del hombre, del absurdo del mundo y de la ambigüedad de la realidad. Esta Novelística no pretende dar soluciones (como lo intenta la filosofía), sino problematizar al lector sobre su realidad, además ha adquirido una dimensión metafísica que no tenia; Es la novela del hombre en crisis. También en ella tienen fundamental importancia el mundo de los sueños (onirismo), la alucinación, lo maravilloso y fantástico de la realidad. Los grandes escritores de la novela Latinoamericana como Fuentes, Rulfo, García Márquez, Varga Llosa, Cortázar, Sábato y otros muchos, expresaban en sus obras una voluntad de crear una literatura a partir de la realidad y la cosmovisión del latinoamericano. Ahora estudiaremos a dos grandes exponentes de la novela Latinoamérica, como lo son Cortázar y Sábato, empezando por el último; que a pesar de su perdida de la visión aún sigue en actividad literaria. "Uno se embarca hacia tierras lejanas, indaga la naturaleza, ansía el conocimiento de los hombres, inventa seres de ficción, busca a Dios. Después se comprende que el fantasma que se perseguía era Uno-Mismo…" (Hombres y Engranajes, de Ernesto Sábato, 1951). Con esta breve cita Sábato deja en claro que su tránsito por la literatura y por el mundo ha sido una constante búsqueda de sí mismo, un anhelo de encontrarse, de conocerse, de lograr la comunión de la razón con los sentimientos. Fruto de esa búsqueda son sus tres novelas (Hombres y Engranajes, Sobre Héroes y Tumbas, y El Túnel) donde descansan sus obsesiones, sus sueños, su irracionalidad. Pues si bien Sábato es un lúcido pensador se destaca por su obra narrativa. Es que ella encierra la esencialidad del hombre concreto que él pregona, la constante lucha entre el bien y el mal, los irreducibles espacios de soledad por los que el hombre contemporáneo transita y la victoria de la esperanza ante la muerte y el olvido. Alguna vez el alemán Nietzsche (1844-1900) escribió que "… la metafísica está en la calle…" y la obra de Sábato es la expresión de esa metafísica cotidiana, que parece rodear a la mítica Buenos Aires. La novela El Túnel, es la expresión de un humanismo reivindicador de la figura humana moderna; el hombre creado por la divinización de la máquina, el dinero y la razón. Juan Pablo Castel es la representación que nos da Ernesto Sábato, sobre un hombre perdido y solo; "… en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida.", Su pensamiento extra-racional y misántropo lo ha llevado a caer en la locura, es así como su fobia a la soledad lo lleva a matar a Maria Iribarne: "Tengo que matarte, Maria. Me has dejado solo". En síntesis el Túnel es un estudio sobre la muerte y sobre la soledad. Un estudio que propone una tensión casi insoportable. Sábato se propone inicialmente que el mundo es horrible. Y luego nos convence con argumentos irrefutables, que tiene razón: el mundo es horrible. Sin Embargo, en su última entrega literaria (1997). Escrita cuando ya tenia 86 años, con el sugestivo titulo de Antes del fin, hace una especie de declaración de esperanza, de fe en el ser humano, dedicada a la juventud: "Si, escribo esto sobre todo para los adolescentes y jóvenes, pero también para los que, como yo, se acercan a la muerte…" y enuncia de esta manera su principal mensaje "…Les propongo, entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso… Solo quienes sean capaces de sostener la utopía, serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido." cuanta fuerza elemental y esperanza. Cortázar sin embargo parece estar destinado para poner en práctica, en la obra de creación hispanoamericana una idea que ya estaba latente en Europa: "Considerar al lector como parte fundamental en la génesis de la obra literaria". (Castellet, José María, 1957) Julio Cortázar expresa su pensamiento en su mayor obra Rayuela; Crea a Morelli, el escritor sin amigos y sin lectores. No obstante, en sus teorías literarias encontramos el manifiesto de Cortázar en lo que atañe a literatura de liberación. Ante las acongojantes alternativas del siglo XX, el intelectual se encuentra en solitario. Para él la mayoría de las veces, solamente le queda el lector como meta de comunicación. Ahora bien, este lector está masificado, acosado por los medios de información modernos. El autor no puede permanecer en la misma situación de superioridad que el narrador tradicional; tiene que hacer un pequeño esfuerzo para atraerse la confianza del lector.
El autor debe procurar estar en el mismo tiempo que el lector, a su altura y en su mundo. Morelli parece entregarse a la búsqueda de esta solución: "Intentar en cambio un texto que no agarre al lector pero que lo vuelva obligadamente cómplice al murmurarle, por debajo del desarrollo convencional, otros rumbos esotéricos". Para Cortázar no hay novela sin lector-creador. La literatura es vida compartida; "puente vivo de hombre a hombre y que el tratado o el ensayo sólo permite entre especialistas". En síntesis, Morelli expresa la sublime intención de Cortázar: "Por lo que a mí respecta, me pregunto si alguna vez conseguiré hacer sentir que el verdadero y único personaje que me interesa es el lector, en la medida en que algo de lo que escribo debería contribuir a mutarlo, a desplazarlo, a extrañarlo, a enajenarlo". Naturalmente, el lector entonces tiene que dejar de ser un ente pasivo que adquiere la obra, la lee y la elimina (lector hembra). No es así la intención del autor, sino que aspira a mucho más: "Hacer del lector un cómplice, un camarada del camino, puesto que la lectura abolirá el tiempo del lector y lo trasladará al del autor. Morelli-Cortázar no intenta la construcción de un personaje al modo tradicional, sino que pretende que el lector contribuya a dar la dimensión completa de los seres que deambulan por la novela. Para convertir un ser plano en uno denso también cuenta con la fuerza del lector, con todas sus experiencias, pero también con todas las debilidades, con todas sus limitaciones. La intra teoría expresada por Morelli, en la novela (meta-novela) que vendría a ser la expresada por Cortázar, se entendería mejor con una simple metáfora: A mitad de camino, como dos ajedrecistas ante los 64 cuadros del tablero, cada uno con sus ejércitos, el autor y el lector deben jugar las diversas piezas de la obra; ambos entran a formar parte de una novela de carácter lúdico.
Por todo lo anterior podemos decir que la expresión alcanzada por Julio Cortázar en su obra adquiere dimensiones difícilmente superables.
Autor:
Angel Grimalt