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La pornografía en la edad de la carestía: ¿Iniciativa o crimen?

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

  1. Hablando de la pornografía, Alison se desahoga…
  2. El porno en los cuentos de niños
  3. Noticiero mundial y algunas crónicas que prefiriéramos no leer…
  4. En resumen
  5. Bibliografía

Mi paciente, Alison, abogada en Clayton Missouri, nos escribe. Está preocupada por el hecho de que la quiebra de tantas instituciones bancarias, en tantos países, la afectará a ella, su esposo, y a sus tres hijos, en un futuro no muy distante.

Tendremos que encontrar otras formas de ganarnos la vida. Fundar una religión y el negocio de la pornografía son posibilidades…(

Me habla de los "Esquemas tipo Ponzi" para indicar que éstos ya no son posibles, por haber recibido recientemente, tanta publicidad adversa.

En seguida describimos en qué consisten estos "esquemas financieros" que se han constituido en pasatiempo febril y acelerado de banqueros — en el ámbito monetario mundial — con la ayuda de algunos políticos que ellos han sobornado.

También entenderemos la razón por la que, a mi paciente, estos asuntos le son de interés profesional y personal.

El esquema Ponzi es una operación fraudulenta de inversión, que implica el pago de adelantados y exagerados rendimientos (o utilidades) a quienes se aventuran dentro de ésta. En realidad, la estafa consiste en un proceso en el que las ganancias que obtienen, los primeros que se arriesgan a depositar sus fondos, son generadas gracias a nuevos inversionistas que caen engañados por las promesas de obtener beneficios fenomenales. El sistema sólo funciona si crece la cantidad de nuevas víctimas. Al final es una forma falsificada de pirámide económica, destinada a su colapso.

Carlo Ponzi (1882–1949). Fue un inmigrante italiano a los Estados Unidos quien se convirtió en el santo patrón de los estafadores de ese país. Sus esquemas monetarios fraudulentos le hicieron posible adquirir una fortuna muy rápidamente a costo de los incautos que le escucharan y en él confiaron. Hoy su ejemplo ha sido seguido en nuestro país, en los Estados Unidos, y por todo el mundo.

Bernard Madoff, su relevo actual, espera en una celda — y no en su pent-house valorado en 13 millones de dólares — para ser condenado por sus fechorías financieras astronómicas.

Hablando de la pornografía, Alison se desahoga…

Yo comencé, como algunas de mis amigas, a "entender" lo que es porno desde que fuera muy joven. Lo hacía cuando curioseaba con ellas las cosas "prohibidas" que guardaban secretamente sus padres en lugares inaccesibles para los hijos. Me disgustaba lo que viera, y a la vez me atraía. Más tarde cuando iba a la universidad, decidí unirme a las más feministas de todas mis compañeras, leí todo lo que pude acerca del abuso que el hombre infligía a la mujer con el porno, decidiendo demostrar y de ser activista en su contra. Mis enemigos mortales entonces serían, Hugh Hefner y quienes publicaban Pent-House y revistas similares.

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Industria exitosa

Cuando el feminismo y yo hicimos contacto decisivo y formal, ya la posición anti-porno se había despejado por casi todas partes. Aunque así, todavía quedaban residuos populares del punto de vista tradicional que se alimentaba en la creencia de que la industria pornográfica sólo sembraba depravación machista y estimulaba violencia contra todas las mujeres.

Yo crecí en la creencia de que quienes gozan de la pornografía odian las mujeres. Al menos, eso fue lo que me inculcaron mis profesores en los estudios sociales.

A medida que me desarrollé, mi confusión crecería con mis incertidumbres en esta materia. Eran los sesentas y feministas jóvenes estaban adoptando una actitud más templada en estos asuntos. Esta nueva ola de mujeres estaba más interesada en lograr mejores condiciones de trabajo para las trabajadoras sexuales que en contener la pornografía como vicio.

¿Cómo podía yo soportar la visión de una mujer dedicada a su trabajo, expuesta en frente de la cámara, sin sentir revulsión por ser explotada como un objeto sexual?

Me gradué, y fue, a medida, que en mi responsabilidad de abogada, viera a tantas de estas infelices víctimas de lo que creyera que fuera degradación, que empezaría a entender la pornografía de maneras muy distintas.

Aunque siempre, para mí sería muy difícil armonizar ambas tendencias, ya que creyera que fueran antagonistas y moralmente incongruentes. Consistió en algo que no podía reconciliar en mi mente: trabajar en la industria del porno, y ser profesional respetable — como cualquiera otra más — para mi modo de pensar, era algo que resultaba imposible.

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Una actividad común

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