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Acerca de la multiplicidad de lenguajes en Pot – pourri

Enviado por walterkoza


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Lenguajes ciudadanos
  3. Estructuración de la obra
  4. Periodismo, conversación y chismes
  5. Conclusión
  6. Bibliografía consultada

Introducción

Durante las dos últimas décadas del siglo XlX en la sociedad argentina van a producirse dos tipos de acontecimientos altamente trascendentales. Por un lado, el establecimiento definitivo del Estado con la unificación política y jurídica, y con la entrada al mercado mundial. Y por otro, en lo concerniente al aspecto literario, el surgimiento de un grupo de escritores jóvenes, con formación universitaria los cuales habrán de erigirse como los funcionarios estatales de la cultura nacional. La casta literaria se apropiaba de la literatura occidental, sobre todo la europea lo cual "no sólo cambió la relación de la lengua nacional con las extranjeras sino que fundó la traducción como género literario".[1]Esto produciría una escritura fragmentaria y conversada, en todos sus aspectos "aristocrática".

Fue entonces cuando la república se hallaba en su apogeo agroexportador que se hizo latente la necesidad de adoptar una identidad nacional, la cual se fue posicionando frente al propio ímpetu y oponiendo a una inmigración creciente que en forma continua renovaba la conformación poblacional y llegaba a definir una ciudad nueva, impactando en la cuestión fundamental que era el problema de esa identidad.

En este debate va a cobrar o una trascendencia fundamental el aspecto referente a la lengua nacional. Según Estanislao Zevallos; " nuestra lengua madre es contaminada y el pueblo habla un verdadero dialecto formado por elementos universales". De ahí justamente el papel fundamental que va a desempeñar la literatura: "el escritor, el hombre de letras, aparece como guardián de la integridad del lenguaje".[2] De entre la serie de nuevas producciones literarias la obra de Eugenio Cambaceres habrá de ilustrar estos conflictos socio-lexicales. En su primera novela, "Pot-pourri". Silbidos de un vago" mediante el empleo irónico de diversos idiomas exhibe un panorama urbano constituido por elementos foráneos y autóctonos indiscriminadamente mezclados al igual que un Aleph borgeano o un cambalache.

El presente trabajo pretende indagar acerca de las cuestiones anteriormente mencionadas mediante el análisis de esta novela de Eugenio Cambaceres.

Lenguajes ciudadanos

Ya desde el título mismo Pot-pourri presenta un desafío. El término refiere a un cúmulo de elementos, una orgía de objetos indisolublemente ligados. En el prólogo a la edición de editorial Clarín, Claudia Torre escribe:

"Su título: Pot-pourri no sólo remite a una composición formada de fragmentos o temas de obras musicales de un mismo autor sino que es también una palabra francesa que significa olla y se podría asimilar al puchero español. Es además un galicismo que significa miscelánea o mesa revuelta. A pesar de la diversidad, todas las acepciones de la palabra refieren a una misma idea."[3] Una de las misiones principales de Eugenio Cambaceres es precisamente la defensa del idioma nacional. Era deber de los literatos preservar la pureza de esta lengua. ¿Pero cómo era (o es) ese idioma que la nueva casta de escritores debía defender? Borges determina la existencia de dos influencias recíprocamente antagónicas que habrían atentado contra un habla argentina. Por un lado "la de quienes imaginan que esa habla ya está prefigurada en el arrabalero de loa sainetes"[4]y por otro "los casticistas o españolados que creen en lo cabal del idioma y en la impiedad o inutilidad de su refacción"[5].

En realidad ninguna de las dos vertientes puede aplicarse para definir a este lenguaje. Pues en su conformación es inevitable evadir el papel fundamental que tuvo el componente inmigratorio quien le dio a la ciudad una nueva perspectiva. La identidad de esta llegó a ser una entelequia y por lo tanto los grupos de poder necesitaban ser poseedores de una nueva identidad que paradójicamente no estaba aquí sino en el exterior.

Cambaceres se encargará de caricaturizar estos fenómenos. Expresará todo su desprecio hacia los nuevos sectores trabajadores recurriendo a personajes como el desventurado Taniete -que a pesar de ser un español auténtico de ninguna manera puede hablar mejor el castellano que su patrón, un dandy refinado-, o en forma más directa al ruin Genaro, en la última de sus novelas "En la sangre". Pero por otro lado las clases altas también son objeto de sus burlas. Se lee en sus páginas una ácida crítica a la burguesía en ascenso y a la aristocracia imperante:

"Cambaceres también parodia y critica a la sociedad burguesa porteña de fines de siglo, focalizando su ironía en la figura de las mujeres y del matrimonio como institución. Su mirada crítica se expande a las costumbres políticas de 1870-1880: el cosmopolitismo y el materialismo propios de la Buenos Aires de entonces: una sociedad febril, alocada, europeizada y frenética que preanuncia la crisis que vivirá Argentina unos años más tarde, cuando en 1890, el crack financiero de la Bolsa lleve al país a vivir una de las situaciones más dramáticas de la historia de su vida política y económica."[6] Así pues, puede verse en el capítulo Vl, en el que semeja el panorama político a una farsa, la siguiente proclama:

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