El miedo en sus ojos: América Latina vista desde la Educación
"Donde hay educación no hay distinción de clases"
Confucio (551 AC-478 AC)
Había que mirar cómo se reflejaba en aquella jovencita el miedo al leer la frase de Bolívar que con letras azules y en una blanca pared se le presentaba a sus ojos: "Las naciones caminan hacia el término de su grandeza con el mismo paso que camina su educación".
Unos ojos mortificados por el desespero y la zozobra del joven del siglo XXI. Ya no deseaba sino tener la oportunidad de manifestarse y seguir su sueño de contribuir con sus aportes a transformar una sociedad inivisibilizadora por aquella idealizada con sus compañeros de clases; una donde cupieran los blancos, los indios, los negros y los mestizos; donde los pobres se sintieran felices, no de su condición de pobreza e insatisfacciones, sino de saber que existían las posibilidades de cristalizar sus esperanzas en realidades tan certeras como la misma América.
El miedo cernido sobre América Latina se le vino a la mente.La pérdida de la autonomía americana para dirigir su destino hacía que sus ojos se abrieran con el asombro de quien se sorprende por una realidad tan palmaria como esa. Su cuerpo de mujer latina vibró con la misma intensidad de sus pensamientos. Era una mujer hecha para la rebeldía contra todo lo oliera a alienación, a mansedumbre, a entrega incondicional. Sabía que el mundo había cambiado y sus posibilidades de posesionarse como mujer eran escasas en un país como el suyo. Una rabia recóndita surgió y se dejó llevar por el pensamiento.
La amenaza de una reforma a la Educación que impide el desarrollo de una academia sin las ataduras del sistema Neoliberal ensombrece toda la economía de estos pueblos avasallados por la pobreza y la desidia gubernamental.La reforma estaba allí, con sus Mefistofélicas estocadas queriendo seguir succionando la riqueza de una américa acéfala y sin norte.
No era para más, la educación del país de sus amores estaba cayendo en un vórtice acelerado e incierto que la hacía cada vez más endeble y fácil de destruir para acrecentar los interese mezquinos del mercado, del comercio y la voracidad de los gremios amantes del dinero, mas no de la academia y la cultura.
Era un miedo milenario, salido de sus raíces ancestrales negroides entremezclado con la imperturbabilidad indígena; pero miedo al fin. Aunque ella sabía que había instituciones y personas amantes de la cultura y la buena educación, aún no había soluciones concretas para materializar la movilidad social y cultural que su país requería.
Esa era una realidad que se había arraigado, pero que había sido combatido por ser contestaría al establecimiento.
Sus ojos se aguaron al recordar todo lo que habían logrado en la mesa de conversación con los representantes del Ministerio y con la misma Ministra. Decisiones que se venían al traste.
Sin embargo, seguían allí, empecinados en construir cerca del mar un castillo de arena. Máxime ahora cuando veía como dilataban las cosas y ponían la educación en el plano económico como lo había manifestado un representante del gremio de los educadores que siempre los ha acompañado en esa lucha aparentemente infructuosa, pero que serviría de lección a un pueblo adormecido en reallitys, telenovelas, programas de farándulas y de fútbol que lo hacen olvidar la importancia de aprender a crecer como civilización, independizándose de la esclavitud de sus principios y valores culturales.
En aquel momento de epifanía, escuchó los latidos de su corazón y se decidió por seguir lo que éste le dictaba. No podía dar marcha atrás. Su padre le había dicho: "Que atrás, ni para coger impulso".
Soñaba con una nación que buscara un rumbo que la desatara de la enajenación, "el saqueo, la opresión y el abandono" como leyó Gabo cuando recibió el premio Nobel.
Esa había sido la lección que le marcó su destino de iconoclasta. Un pensamiento tan límpido que su escritor favorito le había signado con aquellas palabras que connotaban lo que se pensaba de la América de todos: "Sin embargo, frente al saqueo, la opresión y el abandono, nuestra respuesta es la vida".
En aquel instante recordó que ya en la educación secundaria habían logrado introducir un sistema de información a nivel nacional que permitía evaluar todo lo relacionado con la administración de la educación tales como el número de estudiantes, los alumnos desertores, la inversión per cápita por alumno desde el preescolar hasta el último nivel de la básica, pero que no hacía nada por mejorar la calidad de ésta. Siempre les echaban la culpa a los maestros.
Sintió un dolor inmenso al recordar a sus maestros que le enseñaron las primeras letras, y los colores de los libros, las vocales, las consonantes, los números, los ríos de esta américa desconocida en su esencia multirracial; pero sobre todo, recordó el afecto que sus maestros le pusieron para que ella fuera ella y no otra persona.
Entonces se acordó que había leído en la prensa las declaraciones de Orlando Pulido, asesor de la Relatoría Especial para Naciones Unidas en derecho a la educación, quien manifestaba: "Se ha instalado la idea de que la calidad es el principal problema de la educación, y lo que pensamos desde otros ámbitos, en América Latina y en el movimiento educativo internacional, es que se debe enmarcar en las garantías al derecho a la educación.
Podemos mejorar la calidad de los procesos educativos en el aula o la formación de los docentes y no resolver los problemas para el disfrute pleno del derecho a la educación". Igualmente, lo que había manifestado el líder de su movimiento en una entrevista: "Cualquier costo en la lucha por un futuro digno es bajito; porque llegamos al punto en que ya casi no hay nada que perder".
Y también se le vino a la memoria lo que leyó del columnista Alfredo García de Zubiría "la educación facilita la movilidad social desde los estratos más deprimidos hasta los más favorables. Además de impulsar la innovación de los procesos productivos que posibilitan los cambios tecnológicos y el rápido avance económico y humano, induce asimismo a tener una democracia real y en verdad incluyente, participativa y consciente de su protagonismo en el bienestar nacional."
Sí, porque siempre se valen de la información del número de capacitaciones, con criterio mercantilista y sin seguimiento ni evaluación, a los docentes; además, de los resultados de las evaluaciones externas tanto nacionales como internacionales para decir que la educación colombiana está en último, o penúltimo, o antepenúltimo puesto por culpa de las pésimas estrategias pedagógicas de los maestros. Pero no expresaban, con lujos de detalles, cuáles eran los países desarrollados que las presentaban. Siempre son los mismos países que puntean en el listado.
Asimismo, nunca se han preocupado qué se hace con esa formación académica recibida por los discentes después que egresan de la universidad o del colegio ni de la calidad de vida de esos egresados. No, lo que interesa es el dato y las frías estadísticas.
¿Pero se han preguntado en que condiciones estudian esos niños o jóvenes, los nuestros y los de ellos? ¿Los núcleos familiares de esos niños o jóvenes son sólidos o son como los de nuestros niños y jóvenes, disfuncionales? ¿Se han preguntado si sus padres tienen buenos empleos, son profesionales con altos principios de responsabilidad familiar, social y humana que ganan lo suficiente para mantener altos niveles de vida a sus hijos? ¿Se han preguntado cuantas veces viajan, salen de excursión a sitios diferentes para realizar aprendizajes significativos por fuera de las aulas sin tener que ser acosados por las autoridades escolares, porque puede haber contingencias y los maestros siempre serán los irresponsables? Y así habría que preguntarse con qué criterios se va a competir o evaluar el sistema educativo nacional cuando se conoce que existen muchos otros factores que inciden para bien o para mal en el rendimiento escolar de los niños y jóvenes, y que, para colmo de males, nunca se han tenido en cuanta al momento de poner a competir a los estudiantes en tan importantes competencias con tan competentes países.
La joven también se puso a pensar que lo que decía el Presidente y la Ministra con todos sus asesores incluidos, aburguesados por cierto, era inaceptable para ellos.
Ahora habría que recurrir a las marchas, la protesta, los paros escalonados y todas aquellas herramientas consideradas básicas para ser escuchados; pero también tenían que luchar contra aquellos enemigos creadores del caos, propiciadores de la violencia, para demostrar que si quieren un país mejor donde quepan todos sin distingos de colores partidistas, ni de piel ni ideológicos.
Ella sabía que esa "utopía" – sería la primera en cristalizarse desde el nacimiento de los tiempos – tenía que construirse lo más pronto posible para no desbarrancarnos. ¿Qué iban a saber la Ministra y el Presidente de calidad de educación para un pueblo multicultural, diverso y en condiciones que nunca han conocido a cabalidad, sino desde las ventanillas de sus aviones o de sus autos? ¿A caso ellos se metían con cuarenta o cincuenta adolescentes durante un año de clases a soportar las adversidades y los desamores de la educación?
La ignorancia no se da por falta de información o de conocimiento, sino por la llenura de tanta basura que imposibilita la reflexión sesuda; información nimia y castrante que ciega y amarra las acciones. Ella había descubierto que los niños y los jóvenes tenían que romper, quebrar ese viejo paradigma de la nemotecnia para comenzar a pensar desde sus querencias, necesidades y expectativas.
La ciencia y el conocimiento no son estáticas; cambian y constantemente se renuevan con los aportes del pensamiento.
Sólo para ella había una solución, mirar la educación desde lo humano y no desde lo económico. Invertir en el ser humano y comenzar a repensar en una sociedad desarrollada y sostenible a escala humana. El ser humano es más importante que las cosas. Quizás era en creer en los demonios, pero era su percepción y en ella quería construir ese mundo que todo joven lleva en su interior.
La escuela para el conocimiento y la cultura, rasgando el papel que le habían asignado por aquellos intereses mezquinos y protervos que consideran que ella debe ser el aparato ideológico para mantener el poder. Como diría su amigo Ricardo Chica "Se convirtió la escuela en una especie de pararrayos social, pues, se escogió el escenario escolar para tratar de solucionar y compensar todos los males que nos aquejan, según todas las manifestaciones violentas: contra la mujer, sexual, suicidios, intrafamiliar, urbana, juvenil, conflicto armado, microtráfico.
Así no aguanta." Si, así no aguanta ni esta educación básica ni la superior. Esa que está destinada para ser pirateada por los corsarios del mercado, quienes creen que la educación no es un derecho fundamental y si una mercancía dependiente de los vaivenes de la bolsa de valores.
Sus ojos se llenaron de lágrimas quizás de la emoción de pensar con el corazón y de saber que todavía existían personas creyentes en sus juveniles ideales. Sintió que la frase de Bolívar no debía llenarla de zozobra, sino de energía para seguir preparándose intelectualmente, porque su presente era su futuro. Quien claudica da su brazo a torcer y ellos eran los llamados a generar las transformaciones requeridas para cambiar ese esquema retorcido y excluyente con el que habían vivido sus padres y ancestros.
Apartó su vista de mí y lanzó una sonrisa llena de esperanza como queriendo tener a un cómplice de toda la vida.
Autor:
Edinson Pedroza Doria
* Profesor de castellano y literatura del Distrito de Cartagena de Indias- Colombia y docente de Comunicación oral y escrita de la Fundación Universitaria Tecnológico Comfenalco