- Ejemplos jurisprudenciales de los diferentes tipos de eutanasia
- Motivos para no aplicar la eutanasia
- Bibliografía consultada
Introducción
Quiéralo o no, sea o no creyente, toda persona tiene que enfrentarse inexorablemente con la enfermedad, el dolor y la muerte. Como cristianos, creemos que el dolor y la muerte forman parte de un panorama mucho más amplio y profundo de la realidad humana que el abarcado por el sólo plano físico.
La muerte es algo que la mayoría de nosotros, miramos con miedo, se experimenta como un mal o como pérdida del valor más grande, la vida corporal. Pero hay que recordar que la vida del cuerpo es considerada como un don de Dios y una oportunidad que se nos ofrece para construir nuestro futuro de vida o muerte eternas.
El tiempo que debe durar esta tarea solo puede ser determinado por Dios. Esa es la razón primordial por la que no sea lícito producir deliberadamente la muerte de una persona inocente o la propia muerte, o someter arbitrariamente a los suplicios y torturas de cualquier especie, físicas, psíquicas o morales a seres cuya dignidad les viene de Dios.
Eutanasia:
Situaciones de dolores físicos atroces, estados de desesperación y otros múltiples factores han tentado desde muy antiguo a los seres humanos a poner fin intencionalmente a su propia vida o a la vida de los que sufren de un modo aparentemente inútil.
Quien no posee en su vida otras fronteras que las del tiempo presente, quien no acepta un "más allá", es en cierto modo lógico que se pregunte: ¿para qué prolongar una situación de vida miserable? Y es por ello que, el hombre, guiado por un juicio erróneo o una enajenación de su mente pasa por alto la tendencia natural e instintiva de conservación.
Como es bien sabido, la palabra "eutanasia", en su origen etimológico griego, significa "buena muerte" o "bien morir" (éu = [algo] bueno + thánatos = muerte) [1]lo que siempre se ha querido expresar con este término es la muerte provocada, por el suicidio o el homicidio, para evitar sufrimientos mayores, pero sin motivos realmente justificables [2]
En general se relaciona con la eutanasia el hecho de provocar una muerte fácil y sin dolores a un paciente que está próximo a morir por causa de enfermedad terminal, como así también la negativa a recibir tratamientos médicos o terapéuticos que prolonguen la vida (aunque sobre éste último punto hablaremos más adelante ya que está íntimamente relacionado con el llamado "derecho a una muerte digna").
Utilizando la clasificación explicada por Graciela Medida y Javier Leal de Ibarra [3]podemos establecer que la eutanasia puede clasificarse en voluntaria e involuntaria.
La "eutanasia voluntaria" es aquella en la que el paciente presta su consentimiento para que se le suspendan los tratamientos terapéuticos que le prolonguen la vida y/o solicitar que se le suministren medicamentos que le produzcan la muerte. Este tipo de eutanasia se caracteriza porque el paciente presta su consentimiento para la acción (suministrar fármacos) o la omisión (suspensión de tratamiento o desconexión de aparatos) que le va a producir el fin de la vida.
Por otro lado, la "eutanasia involuntaria" es aquella en la cual el paciente no presta su consentimiento para la muerte; en ella el fin de la vida se produce o bien sin el consentimiento del paciente o bien contra su voluntad; en estos casos se habla de dar una "muerte piadosa".
Ambas clases de eutanasia pueden a su vez subclasificarse en activa, positiva o directa y pasiva, inactiva o indirecta.
"Eutanasia activa" es aquella en la que existe una acción positiva tendiente a producir la muerte, como por ejemplo proporcionar una sobredosis de píldoras que produzcan el sueño o suministrar una inyección de cloruro de potasio.
"Eutanasia pasiva, inactiva o indirecta" es la producida por la omisión de los tratamientos o medicamentos o terapias o alimentos que prolongan el proceso de morir. Así tenemos:
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| Activa o directa |
| Voluntaria |
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| Pasiva o indirecta |
Eutanasia |
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| Activa o directa |
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