Marcela Serrano nació en 1951 en la ciudad de Santiago, Chile. Hija del ensayista Horacio Serrano y de la novelista Elisa Pérez Walker.
El año 1973, por motivo del golpe militar, tuvo que cumplir su exilio en Roma, Italia. El año 1977 regresó definitivamente a Chile.
Ingresó a la carrera de Bellas Artes en la Pontificia Universidad Católica de Chile el año 1976, obteniendo la Licenciatura en Grabado el año 1983.
En 1994 fue declarada ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz, por su obra Nosotras que nos queremos tanto, publicada en 1991, y el galardón de la Feria del Libro de Guadalajara (México) a la mejor novela hispanoamericana escrita por una mujer. Además, el mismo año obtuvo el Premio Municipal de Literatura de Santiago con la obra Para que no me olvides (1993), dicho premio es el más importante en su género en el país austral.
Algunas de sus obras son:
Antigua vida mía (1995)
El albergue de las mujeres tristes (1997)
Nuestra Señora de la Soledad (1999)
Un mundo raro (dos cuentos-2000)
Lo que está en mi corazón (2001), obra finalista del prestigioso Premio Planeta.
Hasta siempre mujercitas (2004)
La llorona (2008)
Marcela Serrano es una de las autoras latinoamericanas más vendidas y leídas.
Características generales de su obra
1. Reflexión sobre la condición femenina: Cuando se lee a Marcela Serrano la primera impresión que arroja su obra es la reflexión sobre la condición femenina. Toda su obra está ligada por un eje central que bien puede denominarse la defensa de la mujer y el retrato íntimo que ningún hombre, por razones obvias, había podido realizar. Su obra, en cierta forma, nos desnuda, y pone en el tapete todos nuestros temores, miedos, esperanzas, vacilaciones, desengaños y fracasos; pero también nuestros amores y nuestros éxitos. Al respecto dice:
"No tengo ningún pudor en escribir como escribe una mujer. Al revés, pegaría un grito para decirles a todas las mujeres que por favor escriban distinto de los hombres… Porque creo que nosotras sí tenemos otro lenguaje".
Por lo que hace una defensa a ultranza del derecho que tenemos las mujeres a escribir diferente a nuestros homólogos masculinos, dejando claro que su modo de pensar al respecto difiere de la visión de la escritora española Rosa Montero, para quien ser mujer es más bien algo ligado a la especificidad humana, un elemento más como puede ser un aspecto biográfico o la nacionalidad a la que se pertenezca, pero que en definitiva no tiene mucho peso a la hora de la creación literaria. Y para aclarar esta divergencia Marcela Serrano dice muy claramente:
"Yo defiendo el punto de vista femenino y Rosa Montero no. Ella dice que se siente más cercana de cualquier español de su generación que de una mujer de Sudáfrica. Yo no: yo me siento más cercana a una escritora marroquí que a Pérez-Reverte. Y eso tiene que ver con el punto de vista".
Y yo agregaría, también la mirada, la sensibilidad e incluso nuestra carga ideológica. Marcela Serrano es bastante elocuente al decir que:
"Es imposible no escribir desde lo minoritario si estás en eso. Imaginémonos la Sudáfrica del apartheid: ¿podría un negro haber escrito desde el poder? Siempre tendría que escribir desde el margen… En ese sentido, dado que en la historia el poder ha sido masculino, el lenguaje también… Yo creo que la mujer escribe desde el espacio del no poder".
Y yo agregaría desde el espacio oculto, desde el anonimato, como si su rostro estuviese oculto por un velo invisible que le nubla la vista, le cose la boca y le tapa los oídos; y sin embargo su grito de desamparo sale de lo más profundo de sus entrañas, para reafirmarse como ser humano, como mujer, amante, esposa, amiga, trabajadora; incluso como ciudadana de un país que la relega, la avasalla, la esclaviza y la ignora, a la hora de reconocerle sus derechos; pero que la tiene en cuenta a la hora de exigirle sus obligaciones. Marcela Serrano agrega, con bastante crudeza por cierto, que
"Hay un tipo de soledad determinada que tiene que ver con haber nacido en el espacio del no poder. Y ahí la lectura sirve para atenuar la soledad".
Y es aquí donde llegamos al segundo punto.
2. La soledad: Como muchos de los autores contemporáneos Marcela Serrano indaga en el terreno metafísico y nos muestra sus personajes femeninos como si hubiesen sido cortados en una sala de cirugía con el más fino de los escalpelos. Es así como a través de su pluma descubrimos la inconmensurable soledad que suele rodear a la especie humana, independientemente de su extracción social, económica, política o religiosa; pero que se hace mucho más insoportable cuando se es mujer. Para explicar lo que podría no ser sino un embrollo, Marcela Serrano aduce a uno de sus personajes de "Hasta siempre mujercitas", puesto que anteriormente las mujeres debían aceptar sin ningún tipo de rebelión el papel que se les había impuesto desde antes de su nacimiento, papel escrito desde tiempos inmemoriales. En cambio ahora, al menos en lo que concierne a las mujeres occidentales, podemos decidir si aceptamos o no los dictados de una sociedad y un Iglesia opresoras:
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