La mente humana para elaborar la percepción del mundo necesita escindir la unidad de las cosas. Tal, como también, lo postula Física Cuántica, a nivel de las partículas subatómicas, el espacio y el tiempo, son recursos inventados por la mente, lo mismo sucede, con el observador y la cosa observada, pues son componentes inseparables de la unidad cósmica, pero que la mente necesita desdoblar en partes diferentes para poder percibir los fenómenos del universo. Más adelante, veremos cómo funciona este mecanismo de la mente. Es una ironía, algo que la naturaleza manifiesta en la unidad, la mente para poderlo percibir, tiene que reducirlo a partes, y la que mejor lo hace es el mecanismo de la razón, ya que ésta, por su naturaleza, es reduccionista y analítica. En este sentido, su aplicación, para entender los fenómenos de la Naturaleza, es muy limitada. De paso, diremos que la razón es una de tantas herramientas creadas por la mente para apropiarse de la realidad. La mejor forma de intuir estas ideas, es recurriendo a la metáfora del holograma. En éste, la parte contiene al todo, y la suma de las partes son mayores que aquel, formado por un tejido donde el observador y lo observado pertenecen a una misma red, que es el universo. En el holograma, todo está en todas partes y siempre. Por consiguiente, el espacio y el tiempo, forman un continuo inseparable. La mente racional del ego precisa de la Polaridad, que es discriminante y analítica, para poder elaborar la percepción. El ideal de la mente, es percibir la unidad del mundo, conciliando en su conciencia, los contrarios. Es respetando la diferencia al no descalificarla, ya que ésta da vigencia y razón de ser a mis argumentos y percepciones. Del mundo no se puede suprimir la diferencia, ya que la naturaleza de la mente la requiere para construir su realidad. Esta fabricación la crea el ego del ser humano que desea tener siempre algo que se encuentre fuera de él y no le agrada, para nada, la idea de tener que extinguirse para ser uno con el todo.
Los mecanismos de la mente para elaborar la percepción:
En el estudio de la percepción podemos corroborar, en forma magistral, el principio de Polaridad; la percepción precisa de contrastes para lograr hacer la diferenciación en el mundo de las formar físicas, o de los contenidos mentales. La mente no sabría nada de la luz, si no existiera el polo contrario que es la obscuridad. No sabría nada del mal, sin contrastarlo con el bien. Tal como lo hemos dicho, la Polaridad trae consigo la incapacidad de contemplar simultáneamente los dos aspectos de la unidad, y nos obliga a hacerlo sucesivamente, con los cual surgen los fenómenos del ritmo, el tiempo y el espacio. Para describir la unidad, la conciencia, basada en el Polaridad, tiene que servirse de esta paradoja. La ventaja que nos brinda la Polaridad es la facultad de discernimiento, el cual no es posible sin la Polaridad. Este nos obliga a tomar partido por un polo, y rechazar el contrario, quizás, esta descalificación del contrario, originan las guerras en el mundo. Las guerras de toda la historia de la especie humana, se debe a un error de percepción, al querer amputar del mundo la diferencia que nos molesta. Ignorando, que es debido a ésta precisamente, que hay cambio y movimiento en el universo. No obstante, históricamente, seguimos aferrados a utopías no realizables en el plano de la conciencia, y en el mundo de las formas; ignoramos la interdependencia de los polos contrarios en nuestras percepciones, o en la relación con el mundo, queremos conservar un polo y suprimir el otro. A éste imposible se orientan la mayoría de las actividades humanas: el individuo quiere la salud y suprimir del mundo la enfermedad, quiere mantener la paz y exterminar la guerra, quiere vivir y para ello, vencer a la muerte. Adorar a un Dios y suprimir a Satán. Desconocemos la dinámica e interdependencia de estos polos. Y soñamos con un paraíso de mermelada eterna, donde no haya diferencias, ni antagonismos.
Por el mecanismo de la proyección, la mente escinde la realidad integral en dos polos contrarios. En una primera fase, crea el mundo interior, y en una segunda, el mundo exterior. En el primero, la mente, lo construye a partir de las creencias, pensamientos, juicios, información, emociones arcaicas, (de su temprana infancia), y las del diario vivir. Todo el entorno cultural en que está inmersa, contribuye para este fin. Así forma, un marco de referencia interno de acuerdo a sus intereses, y con estos insumos mentales llenos de significado y emociones, los proyecta para construir lo que esta cree, es el mundo exterior. Crea, así, su "realidad" con un significado aprendido del entorno familiar, o cultural en que está inmersa, y lo colorea, además, con sus propios juicios y prejuicios. Una vez que su realidad ha sido estructurada, la mente tiende a ver solamente en términos de su propio contenido y través de sus filtros preprogramados. Por lo tanto, esta "realidad" es subjetiva. El mundo interior es igual a su mundo exterior, formando, así, una relación de igualdad. En estas condiciones, se crea la ley fundamental de la percepción de la mente: La proyección origina la percepción, ya que esta última está condicionada por su conciencia, es decir, por todos los contenidos de su mente. La percepción es congruente. Lo que ves refleja lo que piensas, y lo que piensas no es sino un reflejo de lo que quieres ver. De esta manera, la relación de causa y efecto, se invierte.
Debido a que las causas de las experiencias del ser humano, se originan en su mundo interior, (su conciencia), y los efectos, los contempla en el mundo exterior. El mundo que cree ver afuera es el espejo de su mente. La percepción se origina con la mente, y ésta utiliza los sentidos del cuerpo para tal propósito. La proyección, envía el contenido significante de su mundo interior. La percepción es el reflejo en el mundo exterior; ambos son los dos polos que crea la mente, para construir su propia realidad. El mundo objetivo es solamente un cuadro, o el espejo, sobre el cual nosotros proyectamos, o colgamos lo que hemos archivado en nuestras mentes.
Generalizando lo anterior, podemos plantear la siguiente relación: microcosmos=macrocosmos. Que no es otra cosa, que el nacimiento del Observador y la cosa observada. Quizás por esta razón Platón decía que el mundo externo era la fiel copia de mis propias ideas.
Aquí tenemos un dibujo muy conocido, en el que cualquiera puede experimentar claramente el problema de la Polaridad. Si interpreto como fondo la superficie negra, la blanca se sitúa en primer término y veo una copa. Esta apreciación cambia cuando considero que la superficie blanca es el fondo, porque entonces, veo como primer término la superficie negra y aparecen dos caras de perfil. Los dos elementos copa/caras están presentes en la imagen simultáneamente, pero obligan al que mira a decidirse por uno o por el otro. El percibir el perfil de las caras, o la copa, primero una imagen, y después la otra, origina en la conciencia la noción de temporalidad.
A éstas alturas de la argumentación, estamos listos para inferir, como corolario, que el mundo en sí mimo no tiene un significado intrínseco, pues es nuestra mente la que se lo confiere. El universo en sí mismo es neutro, la mente del observador es la que le da el significado a sus componentes, por consiguiente, es subjetivo. Por otra parte, sabemos por nuestra experiencia diaria, que cuando dos cuerpos materiales colisionan se repelen; la Física Cuántica nos explica que es debido a que los electrones de la última capa de los átomos de los cuerpos que los conforman, tienen la misma carga negativa.
Sabemos también, que al interior del átomo hay un enorme vacío, no obstante, los cuerpos físicos del universo los vemos y los sentimos sólidos, debido al fenómeno cuántico descrito anteriormente. Por tal motivo, los Físicos afirman que la materia es discontinua llegándose a comprobar que el 98% es vacío, y no continua como lo indican nuestros sentidos. A pesar de la incertidumbre del mundo cuántico, todo el Universo físico se manifiesta a nuestros sentidos en forma estática y congelada, pero la Ciencia ha descubierto un mundo sub-atómico subyacente en continua agitación, pero en equilibrio dinámico. Por tal motivo, la visión de lo que entendemos por realidad material es histórica y subjetiva, pues depende del paradigma científico y de la cultura imperante. Si esto es así, nos hemos metido en honduras muy delicadas. Porque la Ciencia ha demostrado que la "realidad", no es objetiva, ni universal. Tratemos de ver esto de otra manera y llevemos esto a un común denominador: los componentes básicos de la materia. De acuerdo a la relación de equivalencia entre la energía y la materia, matemáticamente podemos decir: E=mc2, lo cual extrapolando todo en el universo, sus estructuras materiales, finalmente, son energía pura. Corroborado por los descubrimientos experimentales de la Mecánica Cuántica, los componentes finales de la materia, son paquetes de energía fluctuando eternamente.
Estos paquetes de energía de la materia tienen su longitud de onda y frecuencia vibratoria correspondiente de acuerdo a la naturaleza de los elementos simples que la componen; en eso, pienso, que todos estamos de acuerdo. Ahora bien, me pregunto, ¿por qué no, también, el pensamiento, que es parte del tejido de la naturaleza, no tiene su propia longitud de onda y frecuencia vibratoria correspondiente que interactúa con las ondas de materia? Creo que un pensamiento, es un paquete de energía e información con un significado y propósito concreto, extraído de la cantera del universo. Esta premisa, nos lleva a inferir: si todo en el universo es energía, entonces, todo es mente. Y seguimos complicando las cosas, pero me consuela citar al Buda: mente y materia son dos formas distintas de una misma y una sola cosa. Lo cual nos indica, que lo intuyó este sabio hace más de XXV siglos, apenas, comenzando el siglo XXI, lo comprobaron experimentalmente los laboratorios de Física de Partículas: que la materia, en su último extremo, se forma de paquetes de energía e información, y cuyos componentes básicos carecen de masa. Pudiéramos decir, que son entidades espirituales, o simetrías matemáticas, de modo similar a como lo postuló Platón en el Timeo. Los físicos del CERN, en Ginebra Suiza, denominan, a estas hipotéticas entidades, las partículas de Dios, porque con ellas, más miles de millones de tiempo evolutivo, se construye todo en la naturaleza. Según la teoría del físico británico Peter Higgs, estas partículas intrínsecamente no tienen masa. Según éste científico, el Universo está impregnado de un campo, que ofrece resistencia a las diferentes partículas y en esta interacción les otorga la masa. Con las interacciones, (bosones), entre los componentes del campo, (fermiones), del vacío atómico, se construye toda la materia del universo.
Todo el sistema solar y la galaxia entera, tiene que ver con la dinámica que se vive en el planeta Tierra originada por interacciones de magnitudes universales. La rotación de nuestro planeta, y los de no ser abrazados por el sol, las determinan fuerzas de otros cuerpos celestes muy distantes. Subyacente a aparente caos en el cosmos, hay un equilibrio dinámico en la Naturaleza.
Conclusiones
Por todo lo expuesto anteriormente, podemos inferir, que si la Naturaleza es una gran mente que esta interconectada a nuestra mente individual, entonces, nosotros somos la Naturaleza misma. Lo cual nos permite afirmar que: La Naturaleza y la mente son iguales. Por consiguiente, sin el antagonismo primordial, (las interacciones), de las energías constitutivas del Universo ningún movimiento, ninguna vida sería posible. Esto, precisamente, da origen al principio de Polaridad en la vida humana, y pone en evidencia la incapacidad de nuestra mente para ver este antagonismo primordial, como componente indisoluble de la unidad cósmica. Por otra parte, insistimos que tenemos que aprender a contemplar las cosas y los hechos de este mundo sin que nuestro ego nos sugiera de inmediato un sentimiento de aprobación o repulsa; tenemos que aprender a contemplar, también, con un espíritu sereno, los juegos del maya, o la ilusión del mundo. El discernimiento requiere de la Polaridad, de eso no hay escapatoria. Pero que esto no nos lleve a perder nuestra paz interior. Respetemos la diferencia, e incorporémosla en nuestro diario vivir. El ser humano sigue, pues, engañado por un espejismo: cree en la imperfección del mundo y no se da cuenta de que solo su mirada es imperfecta y sesgada, al no conciliar los componentes contrarios de la naturaleza en su mente, que le impiden ver la totalidad. El error está, quizás, en la percepción humana que nos muestra un mundo fragmentado y dividido y como actores humanos tomamos partido en favor de un solo Polo donde excluimos al otro, al cual queremos someter, o suprimir de nuestra conciencia, porque lo consideramos inferior o equivocado; y caemos en una fantasía delirante: queremos amputar del mundo la diferencia que nos molesta y veces, nos duele, lo cual es imposible realizar, porque la naturaleza lo prohíbe. También, tenemos que aprender a aceptar y a trascender, el dolor y las dificultades del mundo, sin sentirnos víctimas de la vida. Ya que hace parte de una dialéctica, o dinámica de los contrarios que nos muestra siempre el universo manifestado, la cual viene a ser el motor de las relaciones sociales, y de los ciclos de la vida.
Autor:
Néstor Jaramilo Hernández
Medellín, marzo 26 de 2010.
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