El pueblo de Tux, una comunidad alejada de la civilización, pequeña y muy singular, cercanas a los márgenes del río Tizón, que desemboca en el Mar Azul, llamado así por sus aguas cristalinas y sus arrecifes de un color indescriptible, cosa que hace imaginar un edén, en aquel "pueblo lanchero" como mucha gente le conoce se han suscitado historias extraordinarias como aquellas de duendes, dragones y hadas encantadas, que a decir de Don Tiburcio uno de los hombres más veteranos y lucidos del pueblo hace reunir a grupos de personas para escuchar historias acompañados de un buen topo de caña, un aguardiente destilado de caña para hacer amena las noches de crudo frió que se siente a causa de la humedad de la región.
Tacho, señor de 45 años, nativo del lugar, padre de cinco chamacos, trabajador de sol a sol pero eso si; muy dado al vicio del aguardiente, nunca se perdía los cuentos de don Tiburcio, con esa enjundia de conocer cosas todos los días, siempre esperaba el atardecer para estar con un tarro de aguardiente con café calientito y escuchar las historias que lo hacían imaginar un mundo de fantasía, con los efectos del alcohol curado; en él todo podía pasar.
Táleb (buscador de la verdad) hijo de un mercader árabe que embarazo a una nativa del lugar y huyo, es joven, no ha asistido a ninguna escuela, sin embargo desde muy pequeño de manera autodidacta, es conocedor de muchas cosas y muy preguntón, ambicioso de conocimiento pero su debilidad eran las mujeres, cuando se enamora de una, no para hasta conseguir su objetivo, lo cual lo ha hecho tener fama de mujeriego en el pueblo, además de estos personajes dicharacheros, había entre el publico de don Tiburcio una mujer de edad avanzada, por lo regular nunca hablaba, solo murmuraba en voz baja y siempre masticaba unos chicles de zapote chico con canela molida que ella misma se preparaba, algunos ribereños no la querían ver, por que vivía en un lugar muy retirado del pueblo y además siempre recogía gatos y desechos en la calle, basura o algo que la gente no utilizaba, siempre andaba vociferando muy despacio, acariciando un gato de manchas pintas de ojos bicolor que era de su preferencia, casi no se le escuchaba lo que decía, algunos le inventaban que había visto seres extraños a la orilla del rio en su infancia, lo cual afecto su estado mental a tal manera que no pudo casarse y su pasatiempo era cuidar gatos, su nombre era Tezania, mujer de aspecto olvidado y retraído.
Esa noche don Tiburcio tenía preparada una historia muy buena, en voz recia empezó a contar aquella historia:
Hace ya varias decenas de años hubo pasado, Cuando mis padres habían llegado a poblar esta región, la gente de los lugares aledaños se escuchaba comentar que nadie quería estas tierras, por decirlas que eran leguas malditas, extensiones que se veían en el horizonte solo eran dueños de la maldad que se respiraba por estos parajes, muchas mujeres de aquéllos tiempos perdían a sus hijos aun estando embarazadas al pasar tan solo por estas tierras, algunos decían que en noches de luna llena se escuchaban alabanzas, rituales, y mucha algarabía por los riscos que se asoman a la orilla de la hornera, ese lugar que tiene una cueva que se parece a un horno y que muy pocos han explorado, (proseguía don Tiburcio) sabrán ustedes que por esos años hubo muchas batallas donde bandos opuestos tenían sus escondites justo por estos lares, cuentan las malas lenguas que ahí en esa cueva desapareció un grupo de piratas que pretendía ocultar joyas que había robado a un reinado de las aguas profundas y adversas del otro lado de la tierra, y que por azares del destino cayo en el lugar menos indicado, varios años después, encontraron una decena de huesos petrificados, junto con algunas armas y espadas; pero las joyas jamás hallaron, (toma su vaso, y de un solo trago se empuja todo su contenido asistiendo: que buena esta) continua -la hornera tiene una entrada por la parte frontal que colinda justo a la orilla del río la cual por su corriente conecta hasta el Mar Azul, de donde entraban, piratas, tropas, guerrillas, cazarecompenzas, trotamundos y todo aventurado a las expediciones, pero recuerdo de uno, por que mi abuelo lo platicaba , un caza recompensa llamado, Yardino de ascendencia Caucásica, apuesto y elegante, supo de la historia de la Hornera y de su tesoro perdido y no dudo en recorrer las leguas malditas, dicen que pregunto con los ribereños, con los pescadores, con los que pudo, muchos le mintieron, otros lo animaron , uno que otro le dijo que no intentara que ese tesoro pertenecía a la maldad y que ahí debía de quedar, (lastima por él) sin preguntar más que la ubicación exacta de la hornera, con antorchas de carbón, unas cuerdas y mucha fe, se enfilo hacia su futuro, soñaba con vivir cómodamente en un palacio de extrañas tierras.
Esa mañana todo estaba preparado, en canoa llego hasta la entrada de la famosa cueva, al instante supo que no seria tan fácil su aventura, como pudo llego a la boca de la cueva, emocionado no tubo el cuidado de fijarse en los detalles del risco, estando adentro, un frió calador le azoto, parecía que entraba a una zona helada por el hielo, encendió su antorcha, mientras caminaba escuchaba risas, cantos, y voces, el no sabia de donde provenían , aun así entusiasmado por su sueño seguía, -a decir verdad. Muy atento Táleb quien era mas preguntón que otra cosa, comento. ¿ y que paso, don, no se quede corto prosiga?.
Yardino como él se hacia llamar, camino por varios minutos, mientras mas caminaba la cueva se hacia mas pequeña, hasta hacer casi intransitable, el miedo empezó a recorrerle, el frío y la ansiedad de saber en donde estaba lo acompañaban, escuchó una voz dulce muy cerca de él - ¡vienes por lo que todos han vendió!-, al querer saber de donde provenía la voz, lo perturbo más, no encontró a nadie, y el murmullo muerto hacia escucharse como un eco de una risa traviesa, ja,ja,ja,ja, el miedo por primera vez se apodero de su cuerpo, la adrenalina por hacer su sueño realidad también transitaba por todo su ser, sin fijarse donde colocaba sus pasos resbalo, golpeándose fuertemente la cabeza perdiendo el conocimiento. Hasta la fecha nadie sabe que sucedió con él, nunca se le vio salir de la Hornera, otros dicen que murió dentro de la cueva, algunos dicen que jamás volvió a ser el mismo de antes perdió la noción del tiempo y la realidad, se volvió loco.
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