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Historia de un aniversario

Enviado por Virginia Ruiz Ríos


Partes: 1, 2

    1. El encuentro
    2. Retazos de mi niñez
    3. Juventud aventurera
    4. "Soy abjecta en la casa de dios"
    5. "Vuelta a nacer"
    6. Bautismo en el espiritu santo
    7. El espiritu santo y yo
    8. Mis años en la renovacion carismatica

    PRÓLOGO

    Siento unos deseos enormes de dejar por escrito las maravillas que he vivido con mi Señor. Historia de un aniversario es un testimonio de que Dios está vivo, y sobre todo de su trato de amor especial con cada uno. Lo que ahora voy a relatar pertenece a una vida pensada y planeada antes de la creación del mundo: Mi propia historia.

    Podría haber sido una historia cualquiera de tantas como se han escrito, pero "Alguien" se encargó de que no fuera así. Se cruzó en mi camino, e hizo que mi vida ya no fuera ordinaria, mediocre u oscura, pues él la llenó de luz, y después la regresó al punto en que comenzó a ser la que me correspondía según su voluntad.

        1 EL ENCUENTRO

    Me hallaba en medio de una triste madrugada como tantas otras,  sumida en un mar de pensamientos sombríos y sin futuro. Doce años, y ya no me quedaba esperanza. En mi corta vida se habían sucedido una serie de acontecimientos que desembocaron en una adolescencia cargada de temores y desconfianzas. Sentía un gran vacío interior causado principalmente por mis vivencias infantiles, y que nada tenían que ver con la "angustia vital", de la que adolecen, según dicen, la mayoría de los niños de esta edad. Mis ideas sobre Dios, o la religión,  todavía eran demasiado básicas, y en poco, o en nada podían ayudarme, tampoco mi familia, porque ni siquiera imaginaban por lo que yo estaba pasando, ya que no contaba nada en casa y me encerraba en mí misma sin compañía y sin solución. Los pensamientos más lúgubres hervían en mi cabeza impidiéndome, la mayoría de las noches, conciliar el sueño.

    Poco a poco, al principio sin que me diera cuenta, comencé a percibir en el transcurso de mis largas vigilias, como si en medio de la oscuridad me sintiera observada. Fijaba mi atención en cada rincón de la habitación, con lo poco que la débil claridad que entraba por la ventana me dejaba vislumbrar. Allí no había nadie, no era posible. Lo extraño es que aún teniendo esa sensación, no me inspiraba el menor temor, hasta casi aliviaba mi soledad, y al final acababa durmiéndome.

    Aquella presencia extraña comenzó a acompañarme noche tras noche hasta que acabó haciéndose entrañable, y parecía tener voluntad de alejarme de mis tristezas e ideas de fracaso, y de verdad lograba atraer toda mi atención.

    No era imaginado por mi mente, ni siquiera era un ansia de compañía creada por mí, como algunos pudieran pensar, pero estaba allí, y no venía de mí, de eso estaba segura.

    Empezaba a acostumbrarme a sentir aquella calidez a mi lado, y a buscarla con verdadero interés, cuando una noche me sorprendí, pues en mi interior, de dentro, de lo más profundo de mí, surgió una pregunta.

    _¿Quién eres?

        _Tu amigo.

    _¿Eres Jesús?

    _Ya sabes que sí.

    _¿Por qué vienes todas las noches? Antes no venías.

    _Siempre he venido, pero tú no te dabas cuenta.

    _¿Y por qué ahora sí te siento?

    _Porque me necesitas más.

    _Sí, necesito demasiadas cosas que no tengo…

    _Por eso estoy aquí, porque quiero dártelas.

    _Pero, si tú no sabes las que son.

    _Sí, sí lo sé, las he ido contando mientras las pedías.

    _No entiendo, no se las he pedido a nadie, solo sé que no las tengo.

    _Cada noche, cuando te pones a pensar y lloras, yo voy escribiendo en mi lista.

    _¿Para qué? En mí será inútil, ya no cuento con nada…

    _Espera, déjame contarte una historia…..

    Hubo una vez un hombre que sufrió muchos tormentos, murió y dio hasta la última gota de su sangre en una cruz de madera, y cada vez que su dolor se hacía insoportable, se acordaba de ti, pronunciaba tu nombre por lo bajo, y seguía aguantando, porque tenía un día que escribir una lista con tus necesidades. Cuando murió fue enterrado y al tercer día su Padre Celestial, Dios, le resucitó con su poder y lo hizo ascender al cielo, donde está su lugar, entonces solo pensó en una cosa, venir a contártelo y por eso estoy aquí ahora, ya no tienes que avergonzarte, ni sentir tristeza, porque yo estoy contigo…

    Así fue lo que recuerdo de mi primera conversación con él, no podría olvidarla por más años que pasaran.

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