Resumen
La Parranda de Remedios ha sido asumida por los habitantes de esta ciudad como parte del proceso de desenmascaramiento y reencantamiento que ha vivido el mundo. Existen determinados rasgos del cosmos que son inherentes a todos los sistemas mitológicos del mundo. En la parranda los personajes mitológicos, clases íntegras, y/o animales–símbolos están vinculados con estas estructuras. Esta caracterización mitológica de las Parrandas Remedianas explica, en parte, esa veneración desmedida por los antepasados, que son una suerte de héroes culturales. Por lo que aparece en ellos la cualidad de demiurgos; o sea, que participan en el ordenamiento del mundo-fiesta. Visto de este modo, el pensamiento mitopoético de las Parrandas de Remedios corresponde a la época primigenia (Siglo XIX) de concepción del fenómeno cultural.
Mitopoética de las Parrandas Remedianas
La Parranda de Remedios ha sido asumida por los habitantes de esta ciudad como parte del proceso de desenmascaramiento y reencantamiento que ha vivido el mundo. Para el remediano, cuyo amor "patrio" ha limitado muchas veces el universo a los límites de la villa, su fiesta anual redimensiona (inconsciente o no) un simbolismo poético que ha cobrado auge con la llegada del postmodernismo.
Pero Remedios, como el resto de las poblaciones caribeñas, posee universales mitológicos que permiten que las parrandas formen parte del sustrato mitopoético común a toda la humanidad. Por tanto, en ella persisten imágenes y símbolos, categorías del personaje, categorías de la representación mitológica y tipología del mito.
El ordenamiento, estructura, organización, orden del mundo. que impone el cosmos afianza el término kósµo? (en griego antiguo), que «actualiza la idea del orden estéticamente marcado, de lo embellecido»[1]. Existen determinados rasgos del cosmos que son inherentes a todos los sistemas mitológicos del mundo. El cosmos tiene una temporalidad y una especialidad; surge en el tiempo a partir del caos y se opone a este, desplazándolo hacia la periferia o situándola debajo. La fe, sumida en el caos (convertida en caos), de los remedianos de la segunda década del siglo XIX, provocó una creación cósmica: la parranda. Aquellos alborotos por Aguinaldo que para algunos sectores de la "cristiandad", parecían perturbar la moral y los sumiría en el "caos" de una sociedad admisiva y consentidora; para otros adquiría un significado liberador, armónico y renovador que arremetía contra el caótico estatismo de una fe reblandecida.
La idea de lo bello fue organizándose en Remedios en el tiempo y el espacio, que resemantizaron una tradición que terminó por atrapar a todos, condenando a la periferia o, incluso, a la desaparición a todo lo que se opusiera. Si para Heráclitos el cosmos «es uno, es armónico, plástico, bello y crea, de la diversidad, "una bella armonía"»[2], para el remediano, su parranda no fue menos.
El cosmos tiene una estructura vertical que supone un esquema trimembre, o sea, un mundo superior, uno de en medio y otro inferior (cuando este último es asociado con el caos, supone la expulsión del esquema) y una estructura horizontal, marcados por números pares de elementos que se dividen en direcciones. En la parranda los personajes mitológicos, clases íntegras, y/o animales-símbolos están vinculados con estas estructuras. Si se hurga en la historia de estas fiestas y en su significción, encontramos que muchos de ellos adquieren significante en uno y otro mundo de la estructura. Significante adquirido no sin dificultad, que es una de las propiedades del camino, es decir, de «la imagen del vínculo entre dos punto marcados del ? espacio»[3].
La pretensión del Padre Francisquito era que los vecinos abandonaran sus casas en las madrugadas del 16 al 24 de diciembre y llegaran a la Ermita de San Salvador, donde él oficiaba. Este camino, construido con una línea de dificultad y peligro, guardaba similitud "simbólica" con el que debió recorrer la tradición (en el tiempo) para lograr imponerse.
Pero todo camino posee un comienzo y un término. Este lugar de arribo «es el objetivo del movimiento, donde se encuentran los valores sagrados superiores del mundo, o bien una dificultad (amenaza, peligro), que, luego de ser superado o eliminado, permite el acceso a estos valores»[4].
El joven sacerdote pretendía que sus feligreses alcanzaran el término (Iglesia) del camino, donde encontrarían valores sagrados en una serie de misas que dispondrían el corazón para recibir al nuevo Jesús el 25 de diciembre. Pero la morosidad de los vecinos hizo que nuevos personajes (los niños y adolescentes) comenzaran un nuevo camino cuyo término era lograr que los vecinos abandonaran sus casas, sucediéndose una progresión escénica que acentuaba el marcado carácter del principio y del final como dos puntos externos o límites. Es decir, calles-casas (parrandistas y vecinos); casa-templo (vecinos y sacerdote o misa); orígenes de la fiesta-actualidad.
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