Costumbres ante la muerte en las diferentes Religiones y países de Latinoamérica
Enviado por Eduardo Gómez Álvarez
Introducción
Desde siglos atrás se cree que en el diario de vivir, la muerte no tiene solución y esta es una forma de pensar que nos hace sentir un gran temor hacia la muerte. Ciertos rasgos del concepto de muerte le otorgan universalidad y, entre ellos, existen algunos que han trascendido en el tiempo y el espacio. Entre los rasgos universales del concepto de muerte están la suspensión definitiva de la respiración y de la función del corazón y la destrucción paulatina del cuerpo hasta la desaparición física definitiva. Pero a estos criterios tradicionales se han sumado nuevos elementos relacionados con la función del cerebro, cerebelo, tallo y bulbo. (1)
Existen tres grandes tendencias o escuelas en la definición de la muerte en el hombre, según bases neurológicas: aquellas que se refieren a la pérdida de atributos esenciales que identifican la naturaleza humana (2), las que se refieren a la pérdida de la integración del organismo como un todo (3) y las que tratan de definir la porción del encéfalo que debe perder irreversiblemente sus funciones para que una persona pueda declararse fallecida. (4, 5, 6, 7, 8)
En Cuba se han establecido nuevos criterios de muerte (9), entre los que se encuentran: coma arreactivo, ausencia de reflejos integrados en el tronco encefálico, prueba de atropina negativa, silencio eléctrico cerebral, apnea comprobada, etc.
La muerte es un hecho cotidiano, implícito a la vida y posiblemente la única certeza que tiene el ser humano. A pesar de esto, la idea de la muerte queda relegada, apartada e incluso es eludida por la mayoría de las personas, constituyéndose como tabú el solo mencionarla. Esto provoca que su presencia nos llene de miedo, dolor y sufrimiento al no saber como tratarla, ni estar preparados para asumirla con naturalidad. Debido a la cultura en la que vivimos que oculta y evita hablar de ella, es concebida en el fondo como un fracaso: personal, biológico, médico y/o tecnológico; y junto a la preocupación y el miedo que hay tras la muerte es donde aparece la religión, generadora de esperanza ante el gran misterio de la vida: la MUERTE. El miedo a morir se confunde con el propio miedo a vivir, a enfermarse, a los sufrimientos, a la vez; pero el miedo a la muerte tiene como punto de referencia el temor al no ser y a la duda del por qué ser ahora y no ser después: que sentido tiene ser si algún día dejará de ser. Morir supone el temor a la no existencia; todo lo desconocido produce temor, pero, si además es irreversible y representa la imposibilidad de retorno, es lógico que se produzca miedo.
Trabajar este tema requiere un aprendizaje. Aprendizaje que se debe producir a lo largo de toda la vida. Por ello debemos incidir más en la idea de la muerte propia como ese hecho universal que va a ocurrir inevitablemente, (estemos preparados o no), y que repercutirá en cada persona de forma singular, y única. No hay dos muertes iguales, al igual que no hay dos vidas idénticas. Estamos convencidos que prepararnos para morir, llena de paz nuestras vidas, hace que relativicemos las pérdidas y fracasos y disfrutemos más el momento presente.
Ya estemos considerando el morir como el punto final o como el tránsito a otra cosa, esto despierta miedo, sentimientos de posibles sufrimientos o de soledad y desamparo. En torno al después se agrega el miedo a lo desconocido. Los que tienen la creencia de un cielo o el encuentro con Dios y los seres queridos (Católicos y musulmanes), o en la existencia de nuevas vidas o reencarnaciones (budistas e hinduistas); ponen mucha atención en el cuidado de estos conceptos.
Pero ya estemos trabajando con la idea de la muerte como final, como el principio de una nueva vida o iluminación, o como no- existencia, ubicamos el centro del enfoque en la vida, es decir, el trabajar la muerte como algo inherente y necesario de la vida que deviene en valorizar el tiempo a vivir.
La idea de la muerte ha sido abordada desde distintas disciplinas: Filosofía, Antropología, Medicina, Psicología, entre otras, que enfocan el quehacer del hombre, y encontramos que la muerte al igual que la vida está condicionada por factores biológicos, psicológicos y socioculturales. Si bien es una inquietud que aparece en cualquier momento de la vida, basta toparnos con la muerte más o menos de cerca, para que la idea se vuelva movilizante pero siempre en estos casos, esclaro que la muerte es de otros, es ajena.
Las actitudes frente a la idea de la muerte han ido variando a través del tiempo y de las distintas sociedades y culturas, lo que imprime un sello único; esto viene dado en gran medida por la historia personal en cuanto a las perdidas vividas y forma de elaborar duelos frente a las mismas.
La actitud que cada cual adopte ante la muerte dependerá ciertamente de las creencias religiosas o agnósticas, de la concepción filosófica, así como de la capacidad para enfrentarnos con la realidad de la vida o con la realidad o no de la muerte.
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