B. Dimensión psicológica
O más bien Neuro psico
social
Se plantea aquí nuevamente la dificultad de discriminar los distintos niveles, particularmente en este caso, lo psicológico de lo social. Al decir de Pichon Rivière, somos seres bio-psico-sociales, acepción que permite unificar los aspectos que nos atraviesan, pero manteniendo la distinción que destaca el carácter complejo de nuestra condición. Similar a lo que desde la perspectiva Moriniana se plantea como la articulación embuclada de la Physis y la antropo-sociología, considerando al nivel psicológico integrado en ambos polos. Si ni siquiera el conocimiento escapa de la dependencia de nuestros estados psíquicos, qué decir de una actividad en la cual se despliegan respuestas complejas, atravesada por aspectos que van desde las presiones de la hinchada, el técnico, los familiares, los compañeros, pasando por la disposición anímica del momento (y todo lo que en ella está implicado), hasta la contingencia del desenlace del partido, por nombrar algunas. En los deportes además, se ponen en juego facultades perceptivo-motrices que ya de por sí dan cuenta del carácter neuro-psicológico de estas actividades, y en distintas medidas dependiendo de la naturaleza del mismo, facultades cognitivas que permiten al participante interpretar los diferentes estados del juego para poder organizar y adecuar sus respuestas. Los llamados "recursos anímicos" son apreciados como una cualidad más, que permiten sobreponerse ante la adversidad y por ejemplo, dar vuelta un resultado, aspecto particularmente valorado (y polémico) en nuestro país.
No podemos dejar de tener en cuenta que en el juego, en tanto instancia de interacciones entre los elementos del sistema, se entablan relaciones sociales. Los jugadores interactúan a veces solidariamente y en otras oportunidades con gran malicia. Por esto no podemos ver a los jugadores de fútbol como actores distantes desvinculadas de lo social, tanto desde la perspectiva de su entorno, como dentro mismo de la cancha con sus pares. Demás está mencionar la incidencia del sentido opuesto del bucle, de lo que sucede en las canchas hacia las diversas reabsorciones sociales y psicológicas.
C. Dimensión económica
El fútbol como espectáculo es un gran negocio. Y hasta podemos agregar, el fútbol como negocio es un gran espectáculo. No solo el aficionado vive pendiente de lo que sucede dentro de la cancha, si no que se generan enormes expectativas entorno a todo lo que representa el mercado de pases. Motivan de particular forma a las instituciones, a los parciales y ni que hablar que a los jugadores, que pueden llegar solucionar su vida económica en una transferencia a una institución poderosa.
Todas las actividades en general que suscitan relativa atención en las masas movilizan fuerzas económicas importantes, y cada vez más en la medida que la globalización y la proliferación de los medios de comunicación masivos permiten y determinan el acceso a los entretenimientos a un contingente de espectadores cada vez mayor. Las grandes instituciones cada vez más pasan de ser organizaciones sin fines de lucro a constituirse en sociedades anónimas, muchas veces de cuyos capitales tienen orígenes dudosos. En este entorno, es muy simple comprender la permeabilidad de los aspectos que rodean al fútbol en relación a las vicisitudes de los movimientos financieros, que siempre describen trayectorias inciertas. Es significativa además la implicancia de los estados de la economía de una región en los parciales que en última instancia son los que sostienen al fútbol. Sin embargo, históricamente no son las clases pudientes las que se acercan más alas canchas sino las más restringidas económicamente, e incluso las épocas de crisis a veces coinciden con mayores concurrencias a los espectáculos deportivos. De todas formas, últimamente las tendencias marcan que los sostenes financieros del fútbol se dirigen hacia lo que la televisión puede brindar, más que a los espectadores que van a las canchas. Esto podría hablar de un desplazamiento que responde más los cambios tecnológicos que a los sucesos financieros en sí mismos, niveles que claro está, se encuentran en una relación dialógica, o recursiva.
D. Dimensión política
Así como aspectos económicos se vinculan recíprocamente con el fenómeno del fútbol, aspectos políticos entran casi por añadidura, en tanto la economía puede llegar a verse como la dimensión abstracta del poder. Tanto si tomamos la acepción "política" en su sentido más amplio, como si la consideramos en sentido más restringido, en relación a los movimientos partidarios, sindicales, reivindicativos, etc. que utilizan al deporte en sus campañas electorales, explotando la imagen que trasmiten las estrellas de este deporte, como así también en las propuestas programáticas en relación a esta actividad. Como ejemplo, no son pocos los casos de dirigentes deportivos que se desplazan hacia la política partidaria, y los que hacen el transcurso inverso. Incluso se da que figuras del deporte activo terminen en este ámbito, luego del retiro como jugadores.
A su vez las luchas por el poder se entablan en los clubes, como sucede en casi cualquier institución. Se establecen además sindicatos de jugadores, instituciones mediadoras, organizaciones de los jueces, etc. Todo los fenómenos futbolísticos están implicados por relaciones de poder. Es además este deseo que sustenta las bases mismas del fútbol, que expresa simbólicamente (y materialmente) nuestra voluntad de sometimiento del adversario, motivación que moviliza a los pueblos desde los anales de la historia; hoy en día debidamente enmascarada bajo la cualidad estética sublime del deporte.
2do corte
Perspectiva del juego:
EL FÚTBOL COMO SISTEMA
No resultaría difícil comprender al fútbol como un sistema, más aún teniendo en cuenta la versatilidad del sentido de este término como instrumento de aproximación conceptual. Incluso, el mismo no escapa a la utilización popular; como concepto su carácter lo hace bastante intuitivo. Sin embargo el sentido vulgar del término dista un poco de lo que en las teorías de los sistemas se establece, y éste a su vez cobra otra dimensión en la obra de Morin, privilegiando una mirada que destaque el aspecto multívoco que alberga el concepto. punto de partida de una concepción del juego del fútbol como un sistema como lo comprende la perspectiva Moriniana, podemos repasar algunos de sus componentes si los consideramos articulados en una unidad compleja. Vayamos desde las unidades más globales hacia las más elementales.
Podríamos considerar entonces un sistema compuesto, organizado en subsistemas jerarquizados. Distinguiríamos entonces los siguientes niveles, en donde se puede apreciar lo que constituye la instancia del juego como:
–1 sistema: Estaría conformado por la totalidad de los elementos que se interrelacionan y se organizan en el despliegue dinámico que ocurre en la situación de juego. Aquí podemos incluir:
1) Lo material, que también comprende la cancha, el útil, las inclemencias del tiempo, los cuerpos, los sonidos, los objetos extraños, etc.
2) Lo temporal. La sucesión de eventos que se precipitan en el devenir de un partido de fútbol se dan en una dimensión temporal, lo que permite el desarrollo, el movimiento y evolución incierta de los sistemas complejos. En esta instancia, el tiempo (así como el espacio) es acotado, lo que permite la distinción entre estados, fundamentalmente entre un estado inicial y uno final, que va a dar cuenta mediante un tímido par de cifras, de lo significativo de los sucesos allí desencadenados.
3) Lo inmanente. Aquí podemos englobar la infinidad de aspectos que tienen incidencia indirecta sobre lo que sucede en la cancha. Desde lo psicológico, motivacional, hasta lo político o económico. En definitiva todo lo que hace a la condición humana de los jugadores que participan.
Por supuesto que se pueden encontrar además tantos elementos como la imaginación bien encauzada nos permita.
Este nivel el que presenta la mayor dificultad para aproximarse a las lógicas que le respaldan sus misteriosos devenires. En la medida en que se enfrentan sus dos componentes inmediatamente menores, los equipos, los destinos van a estar procesándose por " el azar de la lucha" al decir de Nitzsche.
Distinguiremos en este nivel un "sistema juego", acepción que utilizaremos cuando nos refiramos a la instancia misma del partido, restringiéndonos más a los primeros dos elementos, y "sistema fútbol" cuando nos enfoquemos sobre el sistema en su globalidad, con los elementos inmanentes.
–2 sistemas: Cada equipo representa un sistema compuesto por los jugadores de cada plantel. Este nivel, además de ser claramente intuible, es en el cual se presenta el mayor número de especulaciones teóricas, tácticas y donde se pone el foco en todo el trabajo que despliegan las instituciones. Técnicos, preparadores físicos, médicos, dirigentes ya hasta psicólogos, trabajando en los clubes hacen ejercicio de su competencia para lograr la mejor disposición del equipo para que se materialice el objetivo en última instancia en la victoria dentro de la cancha. Nos referiremos a este nivel como "sistema equipo"
-22 sistemas: Los jugadores: Intuitivamente se presentan como las unidades básicas dentro del sistema. Aunque físicamente indivisibles, son en sí mismos sistemas de complejidad inabarcable, en tanto seres atravesados por infinidad de determinaciones, sociales, psicológicas, biológicas, en fin, por su condición de seres y sobre todo por su condición de humanos (vuelve a plantearse a la dificultad del bucle, en donde sujeto y objeto coinciden). Es decir, de estos elementos se pueden desprender un gran espectro de sistemas que están vinculados en su existencia. Aunque desde el punto de vista físico material estos no se perciben en la cancha, la inmanencia de estos aspectos se hace constatable en lo que ahí mismo sucede.
Se da entonces la curiosa (o no tan curiosa) situación en la que los elementos más básicos serían los más complejos, los cuales se encuentran sustancialmente constreñidos por la totalidad del sistema, a través del espacio físico, las reglas del juego y de los mecanismos psico-sociales a través de las cuales estas se internalizan.
Llamaremos a este nivel "sistema jugador".
-24 sistemas: A partir de este nivel se comenzaría a tener en cuenta a actores que no participan físicamente en el intercambio futbolístico, pero que tienen activa participación en lo que allí sucede. Los directores técnicos cumplen la particular labor de dirigir el juego de sus equipos, desde el punto de vista táctico. Además no solamente despliegan las estrategias que consideran adecuadas para las situaciones que se suceden en el evento, sino que pueden realizar los cambios, alterando entonces al sistema equipo no solamente desde el punto de vista táctico-estratégico sino también en lo que hace a la conformación de los planteles. Si bien no juegan tienen incidencia directa en lo que allí sucede.
– n sistemas: De esta forma podríamos seguir con todo lo está implicado en el juego. Los dirigentes, preparadores físicos, periodistas, la parcialidad, etc. tienen distintos niveles de incidencia en lo que sucede en el juego, aunque en general no pueden alterar directamente la configuración de los sistemas que físicamente actúan en el partido. Aunque en el caso de la parcialidad, se puede decir que de alguna forma si la tiene, debido a la influencia que ejercen mediante la presión sobre los jugadores y técnicos. A su vez siguiendo este enfoque, el periodismo condiciona a la parcialidad y por lo tanto también puede alterar lo que sucede en el campo de juego. Podemos apreciar entonces como en la medida en que el "sistema juego" se despliega en un lugar donde ocurren intercambios con el exterior, con la parcialidad, en algún sentido todos los factores externos pueden condicionar de forma indirecta no solamente la psique de los jugadores sino la configuración misma de los planteles.
Por todo aquello de la complejidad que comprende al "sistema jugador", en tanto ser humano, bio-psico-social, se abre un abanico de sistemas que podríamos agregar en este nivel, que no solamente atañe a los individuos sino a todo aquello que nos atraviesa por nuestra condición.
Deberíamos considerar además a todos estos niveles como sistemas abiertos, dados los intercambios que se establecen en mayor o menor medida entre éstos y su entorno, los cuales pueden considerarse en sí mismos como parte se un sistema inmediatamente mayor.
El sistema-equipo
Considerado como una unidad que no empañe el carácter heterogéneo de sus elementos, ni la multiplicidad de dimensiones que lo afectan, el sistema-equipo tiene la particularidad de ser la unidad más fácilmente identificable. Porque en sí mismo es caracterizada, identificada por medio de un nombre específico, con una bandera, con una camiseta, con colores determinados. En el sistema-juego, los elementos que componen cada equipo se distinguen a partir de la camiseta que utilizan y los identifica por pertenencia. Pero esa unidad en realidad trasciende lo que se ve dentro de la cancha; surge de la necesidad social de agruparse, expresándose a través de este tipo de identificaciones simbólicas. Estas instituciones, que emanan del cuerpo social, surgen como archipiélagos de organización mediante las cuales los integrantes satisfacen estas necesidades. Y si bien en sus orígenes los actores poseen elementos en común, como pueden representar la pertenencia e un mismo lugar geográfico, la pertenencia a un club es meramente de naturaleza afectiva. Son entonces identificaciones simbólicas que no exigen como condición de pertenencia más que la pertenencia misma, y que si embargo facilitan a cualquier observador la comprensión de su carácter de unidad.
Ahora bien, el equipo en tanto sistema, posee un nivel organizacional dentro del sistema-juego. La organización, que intenta ser direccionada por el director técnico, es lo que permite que cada equipo pueda mantener su existencia en el contexto operativo. Se establece a partir de una serie de condiciones que poseen sue elementos, recursos técnicos, anímicos, intelectuales, físicos, creativos, por las cuales se trabaja desde que el niño espontánemente demuestra afinidad por el deporte hasta que se consolida como jugador de fútbol. Sin organización, el equipo va al fracaso inminente.
Táctica y técnica
Ahora, en relación a esto se plantea una vieja disyuntiva: ¿cuánto puede hacerse externamente en pos de la organización de un equipo? La interrogante se enfoca sobre cuánto puede hacer un director técnico para mejorar la potencialidad de un equipo, esto es mejorar las cualidades organizativas del mismo, si por ejemplo los elementos con los que se dispone no poseen los recursos técnicos suficientes. Dicho de otra forma, la táctica vs. la técnica.
Sucede que estos dos aspectos son cruciales dentro de lo que significa la preparación de un equipo. Pero no resulta fácil discriminar cuanto de esto es adquirido y cuanto es aprendido, entendiendo que la diferencia entre estas dos acepciones radica en los diferentes grados de espontaneidad con los que se internalizan las adquisiciones. Por supuesto que así comprendido, el aprendizaje va a depender de los medios de los cuales se disponga para condicionar a los potenciales futbolistas, y brindarle la mayor cantidad posible de recursos para que depure su técnica, y comprenda la táctica. Estas diferencias se aprecian claramente casi desde los comienzos históricos del fútbol, desde cuando se pudo observar la mayor disciplina táctica que desplegaban los equipos europeos, y la mayor condición técnica que poseían los sudamericanos en contrapartida.
Sin embargo no podemos sostener que la técnica sea más espontánea que enseñada, ya que muchos elementos técnicos necesitan del ejercio y de la aproximación mediada por entrenadores. (esto se puede visualizar por ejemplo, en que hoy en día el fútbol europeo nos ha superado también en técnica, sobre todo a los uruguayos). Lo que sí podría inferirse que lo espontáneo es la capacidad de sorpresa, de creatividad. Eso sí parece estar dado por facultades quasi-innatas, es sumamente desequilibrante, y si repasamos los mejores jugadores del mundo, eso puede que siga siendo patrimonio de los sudamericanos.
Esto evidencia el carácter complejo de las facultades futbolísticas, de las condiciones de emergencia de esas respuestas complejas, inciertas y sorprendentes que constituyen las jugadas que deslumbran a los espectadores. La organización de nuestros comportamientos mantiene aspectos que solo se explican por la organización misma, y que escapan a las tentativas de manipularlas. A veces no podemos más que limitamos a identificarlas y favorecer su desarrollo, como bien entendieron estratégicamente los contratistas y entrenadores.
Interacciones <=> interrelaciones
Es claro que en el despliegue que se materializa en el sistema-juego, los elementos de cada equipo interaccionan de manera particular. Dentro de los mismos se establecen relaciones posicionales; la ubicación de uno se establece no solo en referencia al rival sino también en relación a los demás compañeros, según el rol que cada uno le toque realizar. Esos roles son específicos, cada elemento del sistema se puede caracterizar por lo que no es el otro, es una pieza insustituible. En este sentido se puede caracterizar como un sistema de valores puros.
Además se establecen circuitos de relevos que son particulares a algunos jugadores que les toca realizarlos, así como alternancia de posiciones. Estas interrelaciones surgen en un contexto de interacción, en donde el aspecto más característico es el pase. Estas interrelaciones permiten surgir esos destellos de orden que representan las jugadas, particular forma de interacciones que también pueden visualizarse como emergentes del sistema.
¿Ahora el orden como se las ingenia para emerger en ese universo? Las leyes de la entropía tranformarían todo en caos, de no ser por las facultades organizativas de los equipos. Archipiélagos de organización surgen en un océano de desorden fecundo. (algunos menos fecundos que otros)
Demás está mencionar las relaciones sociales que se hacen allí presentes, que no definen la esencia del juego pero que lo condicionan significativamente, tanto entre los jugadores de un mismo equipo como con los adversarios. No todas las relaciones entre un mismo equipo son de solidaridad, también surgen conflictos, reproches discusiones, y hasta enfrentamientos físicos. Como así tampoco todas las relaciones con los adversarios son de enfrentamiento: se dan (aunque cada vez menos) gestos solidarios y de reconocimiento.
Así como se aprecia la dependencia de los elementos del sistema-equipo, también se pueden destacar entonces los aspectos antagónicos que surgen en el seno del enfrentamiento con el rival.
La tragedia del Sí
(El todo es más que la suma de las partes)
Aunque el término en este caso no debe entenderse como destrucción de la vida-también podemos destacar el carácter trágico que subyace a las organizaciones vivas, como perteneciente a esta instancia. El éxito de un equipo solo puede estar fundamentado en la desgracia del otro, aunque esto no coincida con la desaparición objetiva del mismo. El fútbol como combate sublimado, se juega en un registro simbólico. En el mismo podemos asimilar el fracaso deportivo con la muerte simbólica, la muerte del objetivo de alzarse con el triunfo. Por lo que la hinchada suele gritarle al rival, aquello del "no existís…"
Podemos entonces considerar la actividad de estos sistemas como autocentrada. Por encima de la ocupación del puesto egocéntrico que detenta cada jugador en tanto ser viviente, el equipo en sí garantiza su éxito en uno postura de esta misma clase, que se considere como centro de su universo y que excluya, como condición de su éxito, la necesidad del equipo rival. Existe una particular relación del sistema-equipo consigo mismo, que le permite y le obliga a discriminar lo que no es parte del mismo sistema, tarea facilitada desde el plano formal-material por la distinción de las camisetas. Esta ego-auto-referencia, hace necesaria entonces la exo-auto-referencia. El sistema-equipo entonces puede considerarse como una entidad computante, siendo que va a tener que responder a las contingencias que se vayan dando en el sistema-juego, evaluando, decidiendo siempre sobre situaciones cuyas respuestas presentan un margen de incertidumbre. Y en estas decisiones si bien intervienen todos los elementos y de forma particular el director técnico, desde el punto de vista del equipo, ningún elemento tiene la hegemonía en el cómputo, dado que ningún elemento posee el "programa" del equipo, de existir tal cosa es inherente a la totalidad del sistema. Cada elemento imprime su incidencia pero el computo refiere siempre al sistema-equipo, desde su posición auto-ego-céntrica.
Pero nosotros tenemos la aptitud para percibir las decisiones como relativas a los seres humanos, técnicos, jugadores, de ahí la dificultad que se plantea para poder dar cuenta de ese "plus" que constituye el equipo en su globalidad; el Sí del sistema-equipo.
Hasta podríamos hablar de un Mí del equipo que le daría la dimensión subjetiva, que podría explicar ese "plus", desde el lugar inmaterial e invariante que el mismo ocupa, si se permite extrapolar el concepto de la noción de sujeto o de los organismos vivos. Sin pretender dilucidarlo, queda abierta la cuestión.
El sistema-jugador
Es sin duda el elemento por excelencia del sistema-equipo, incluso del sistema-fútbol. Ahora bien, también es el más complejo, el más inabarcable y el más heterogéneo. Su condición de ser humano le aporta los niveles de complejidad inherentes al ser en tanto entidad biológica autoorganizada, y los respectivos a su cualidad de humano, que expresa todo que producimos, lo que nos atraviesa, en general todo lo que somos nosotros mismos, hasta en nuestra propia actividad de análisis, como lo es ésta misma. Conocida es la dificultad que presenta la recurrencia se nos devela en cualquier discipina que estudie al hombre desde algún punto de vista, o a sistemas cuya composición esté dada por seres humanos. Lo que en estos casos se hace evidente, es que desde la perspectiva del juego, lo que se despliega en la cancha son aspectos que no tienen que ver con la multiplicidad de vectores que diagraman nuestra subjetividad, pero que, por todo lo que ya hemos visto, determinan de alguna forma lo que ahí mismo sucede.
La facultad de constreñir
(La parte es mucho más que el todo)
Lo que sucede entonces es que algo tiene que posibilitar que cada elemento manteniendo su identidad, pueda actuar en favor del sistema. Que a través de su cómputo, se esté configurando el programa del sistema-equipo, es decir que su cómputo repercuta, complementado por el de los demás elementos, en el cómputo del sistema. Esta facultad solo puede estar habilitada por medio de los constreñimientos que la totalidad imprime sobre sus elementos. Y la misma se adquiere desde que el sujeto entra en contacto con el juego, se le explican las reglas, y progresivamente todas las instancias formativas a la vez que propenderán a la potenciación técnica y la adecuación táctica, dejarán la huella de la adquisición de las reglas, de la adaptación a la participación en equipo, de todo lo que se hace necesario dejar afuera en el proceso de adaptación al sistema. A todo lo que evidentemente no se puede hacer en una cancha porque las reglas lo impiden, se le debe agregar la consideración de los aspectos que hacen al mejor despliegue del sistema-equipo, es decir de lo que hace a la organización del mismo tanto en las instancias previas como en el sistema-juego. Y esto refiere a aspectos como la excesiva individualidad, que puede conspirar contra el desempeño colectivo.
Dependencia- autonomía
El sistema debe permitir la simultánea existencia de fenómenos de complementariedad, identidad y antagonismo. Ningún elemento del sistema posee las mismas características que otro, ya sea porque su posición táctica es única y específica, o porque como sistema viviente, las características de su configuración organizacional son irrepetibles.
Esta es la forma por la cual es sistema garantiza la diversidad de sus componentes que dan forma a la identidad del equipo. Solamente funcionará de manera exitosa si sus elementos poseen el adecuado equilibrio entre la autonomía que les permitirá crear y sorprender, y los constreñimientos que van a estar establecidos por la dinámica del juego y por la dependencia de los elementos entre sí. Aspecto que muchas veces determina el fracaso de futbolistas que no logran alcanzar este equilibrio, y que a pesar de poseer notables condiciones técnicas no se adaptan a los requisitos del sistema-equipo por características de su personalidad.
Por otro lado, se pueden comprender como relaciones antagónicas, cuando por ejemplo, un jugador en una situación que le permite la posibilidad de convertir a él, pero de jugar la pelota a un compañero mejor posicionado mejorarían las posibilidades de gol, opta por continuar el con la jugada. En este caso, de no concretarse el gol, el cómputo realizado por el jugador no fue en beneficio del equipo. Es el costo que le produce al sistema la autonomía relativa de sus elementos, que en última instancia es lo que posibilita una de las cosas más apreciadas en el fútbol: la habilidad individual.
No obstante el sistema tiene la capacidad de autoregularse para que ese cómputo enagenado no se repita, por medio de la reprobación de los compañeros, del público, o en caso extremo, la decisión del director técnico de reemplazarlo.
La biología humana
El ser humano es ante todo un organismo viviente. Ese carácter lo presenta como un sistema autoorganizado por excelencia. Desde el punto de vista biológico es una unidad compleja organizada en subsistemas, y como tal, impredecible. Y son además sistemas abiertos, es decir, que intercambian energía con su entorno. En la instancia de juego también ocurre este particular intercambio que se dá en todos los movimientos, golpes, fricciones, y que tienen como consecuencia un considerable desgaste energético.
La condición física cobra un papel fundamental en el buen desempeño de un equipo, por lo cual se trabaja desde la formación misma de los jugadores, a la par de la parte técnica. Sin embargo este aspecto es más mejorable desde la acción externa que constituye el entrenemiento, que los aspectos técnicos, que si bien deben ser proporcionados mediante un proceso de aprendizaje, están sensiblemente más limitados por la complejidad del sistema responsable de esas adquisiciones: el sistema nervioso central y periférico. La disposición fisica tiene sus limitaciones, pero el misterio que entraña el talento para los deportes, las capacidades psico-motrices e intelectuales, es muy escasamente manipulable. Está configurado tanto por la impronta del devenir de los sucesos de su existencia, como por un componente innato, una predisposición genética aún más misteriosa. Todo eso se alberga desde el punto de vista físico en uno de los sistemas más complejos que conocemos: el sistema nervioso del ser humano.
Dinámica y contingencia: ¿por qué el caos sorprende solo a veces?
Ahora bien, ¿hasta el momento qué podemos decir acerca del azar, lo fortuito y lo predecible? La verdad, poca cosa. Porque si entendemos que existe un aspecto impredecible y azaroso en la condición de cualquier juego, no hay nada que se pueda considerar sobre el azar más que el azar mismo. De poder explicarlo, dejaría de serlo.
Creo que la pregunta debería ser reformulada. Surge de las siguientes interrogantes: ¿por qué en cierta medida se puede pronosticar, sino el resultado, sí el ganador de un partido? ¿por qué si hacemos una encuesta sobre quién será el próximo campeón mundial, la mayoría se inclinará por no más de cuatro o cinco equipos, de los cuales seguramente uno de esos será efectivamente el campeón? (repasemos sino la historia de los campeonatos mundiales) Es decir, existe un nivel de predictibilidad, y un nivel de incertidumbre, ¿como se articulan?
Lo que se sucede en el sistema-juego es secuencia de acontecimientos en una instancia espacio-temporal definida. La forma que tomará esa serie de hechos que allí se sucedan es claramente impredecible. A la infinidad de factores que inciden sobre lo que sucede se le adjunta el carácter temporal, evolutivo, que permite que cada suceso se establezca en una continuidad, en la cual en las infinitas formas que puede devenir un suceso, le corresponderá solo una que a su vez tendrá un destino en otro suceso que repetirá el proceso indefinidamente hasta el final del partido. Es lo que hace que un mínimo cambio en las condiciones iniciales de un sistema caótico, repercuta modificando el tránsito de los sucesos de forma progresivamente mayor, en la medida en que cada evento sucesivo va estar menos vinculado al primero, debido a lo aleatorio de los destinos de cada evento y el encadenamiento de los misos. Esta propiedad de los sistemas caóticos es llamada en las teorías de los fractales "sensibilidad a las condiciones iniciales", y explica como es que a partir de un mismo programa, la modificación de apenas una de la infinidad de variables de estado en su condición inicial, va a derivar en un resultado totalmente distanciado de lo esperable. Por aquello de la maripos que aletea en Bombay…
Ahora, el accidente, cambia el partido? Desde esta concepción, es claro que sí. Cuantas veces hemos escuchado comentarios referidos a como un hecho del tipo de una expulsión mal decretada, un gol mal anulado, etc. podría haber cambiado todo el transcurso del partido (sobre todo cuando el que se queja perdió por cuatro goles), por toda la sucesión de eventos que podrían haberse dado, cambios tácticos, etc. O comentarios peridísticos referidos a un gol errado del tipo: " no creo que vuelva a tener otra chance como esta. Podrá tener incluso mejores, pero como esta no creo…" (doy fe que lo he escuchado)
Entonces podemos entender por qué se hace tan difícil acertar el resultado de un partido, que va a depender directamente de esta avalancha irrepetible de sucesos que se dan en el partido. Sin embargo, es más accesible acertar quién gana en el juego, y también quién sale campeón de un torneo, cuando las diferencias de poderío de los equipos es sustancialmente apreciable. Lo que podemos inferir es que como lo que sucede, es que a nivel macro, lo aleatorio termina configurando la forma del resultado. Se desplaza o más bien se complementa. Es decir, en un campeonato pueden darse unos cuantos resultados sorprendentes por todo lo anterior, pero cuanto más "macro" sea la perspectiva, las probabilidades van a ir siempre direccionando un resultado previsible. El favorito puede perder con el peor, pero cuantos más partidos jueguen más se va poder evidenciar la diferencia en favor del favorito.
Es decir, en definitiva las condiciones del equipo, sus cualidades organizativas, la calidad de sus elementos, la fortaleza del sistema, eso sí son propiedades que se ponen en evidencia por los resultados anteriormente obtenidos y por la capacidad de análisis de los observadores. Esto va a permitir esbozar un pronóstico, si no sobre el resultado de partido en cifras concretas, sí de quién tiene más chance de ganar. Es el orden que al fin emerge sobre el desorden, aunque no lo trasciende.
En este sentido se podría considerar al campeón de un torneo como una propiedad emergente de un sistema que más o menos ya conocemos. Este sistema se va a organizar de manera compleja, caótica, aleatoria, pero la propiedad emergente es lo que le da la característica esencial a ese sistema. Y si bien nunca es exactamente igual, la forma que se permite apreciar por el reconocimiento del observador, la "guestalt" es la misma.
Es como lo que sucede si ponemos en un frasco azúcar negra sobre azúcar blanca y lo agitamos; nunca vamos a poder predecir la posición relativa en la que va a quedar cada grano, pero no necesitamos conocer la ley de la entropía para saber que el resultado va a ser un compuesto de color amarillento, tanto más homogéneo cuanto más lo agitemos.
No obstante permanece naturalmente un nivel relativo de incertidumbre también en la predicción de un posible favorito o un posible campeón. El destino no deja de sorprendernos en este registro, aunque con menor frecuencia pero mayor consternación.
Por ahí oí decir a Obdulio Varela en relación a la famosa final de Maracaná "…si la jugábamos diez veces más las perdíamos las diez…"
Conclusiones:
El transcurso por el análisis, el cual pretendió no ser tal en el sentido cartesiano, nos permitió constatar la pertinencia de un enfoque que considerara al fútbol como un sistema. Sus características desarrolladas lo presentan fecundo para aplicar este dispositivo teórico, que desde la perspectiva Moriniana se actualiza destacando la diversidad, la unidad, la multiplicidad, y la cualidad organizacional ante todo.
Se intentó separar operativamente los aspectos que hacen al fenómeno antropo-social y esbozar una mirada sobre él en un primer corte, para que estos, por su naturaleza avasallantemente compleja no soslayaran el nivel del fútbol como instancia de juego, aspectos que de todas formas lograron inmiscuirse. La instancia del juego inmediatamente dejó entrever su complejidad, cuando se planteó la necesidad de considerar al objeto como sistema; emergieron tantos sistemas como el observador deseara.
De esa multiplicidad, se consideraron entonces las entidades más representativas para poder explorar algunos niveles de incidencia que afectaban a la situación del juego en tanto tal. La pregunta movilizadora debió ser reformulada, en pos de una comprensión más representativa de lo que es el azar; una pregunta entonces que respete su condición misteriosa. La predicción pasó a ser comprendida desde su posibilidad, no es un mero atrevimiento esbozarla. Lo que se intentó dar cuenta de los alcances de los pronósticos, los cuales no van a reformularse por lo que se analiza en este trabajo, pero al menos el mismo sirvió para aclarar el fundamento que los hace pertinentes o no.
En cuanto a como se las arregla la incertidumbre para colarse en ocasiones en los resultados a nivel más "macro", no deja de ser lo mismo que su nombre expresa: una incertidumbre.
La pertinencia de explotar esa pregunta se puede cuestionar, por lo mismo que se ocurre cuando intentamos desarticular el azar. Sin embargo, podemos suponer que siempre hay una lógica (en el sentido más amplio) que respalda el hecho de que un campeón alcance esa condición, aún en los casos sorprendentes, si es que podemos seguir sosteniendo a la misma como una propiedad emergente del sistema. Lógica que nuestro sentido común le cuesta comprender en determinado momento histórico, en el que surge esa sorpresa. En fin, la cuestionabilidad de la pertinencia de esa pregunta, es cuestionable…
Bibliografía
Morales, Franklin "ENVIADO ESPECIAL ." Vol 1 – ¿Vengados para siempre?"
Fundación Banco de Boston
Año 1996
Morales, Franklin "FUTBOL, MITO Y REALIDAD"
Nuestra Tierra – nº 22
Año 1969
Pichon Rivière, Enrique /
Pampliega de Quiroga, Ana "PSICOLOGÍA DE LA VIDA Ediciones nueva visión. COTIDIANA"
Año 1985.
Morin, Edgar "EL MÉTODO"
Cátedra Tomos 1, 2 y 3
Autor:
Vladimir Korolkoff
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