Carl Rogers considera que la gente que busca ayuda terapéutica, realmente se está buscando a sí misma. Como psicólogo Humanista, centró sus estudios en el fenómeno de la autenticidad humana y las capacidades internas basadas en esta para la autorrealización o el crecimiento personal; fenómenos que son aprendidos desde la edad temprana.
Afirmaba que el niño aprende el sentido del amor y la autovalía, a través de las experiencias de contacto y cercanía con los padres. Considera que el amor incondicional se precisa como el requisito fundamental para el crecimiento saludable y equilibrado de la personalidad, y que este se obtiene a partir de permitir que el niño distinga su identidad de su conducta.
En la misma línea de ideas, Anthony de Mello, Psicólogo y Sacerdote Jesuita, coincide en señalar que el arte de los padres radica en educar de forma que el amor incondicional se vuelva el eje de la enseñanza; que el niño entienda que la disciplina y los castigos, cuando se hacen necesarios, van dirigidos a lo que él hace, y no a lo que él ES.
Separar las emociones negativas de los llamados de atención hacia el niño, y no condicionar el afecto parental, son las herramientas que incrementan las garantías de la salud emocional. Cuando el niño es condicionado en el amor, comienza a perder de vista que no necesita hacer nada para conseguir el amor, olvida que el amor no puede ser perdido, ni ganado, ni comercializado. Olvida que el amor es y existe en su propio ser.
Cuando llegamos a la vida adulta, hemos aprendido a creer que la felicidad y el amor son proporcionados desde afuera y que tenemos que luchar para no perderlos. Eso es una gigantesca mentira, una farsa, un engaño de la mente.
Cuando niños, educados bajo este sistema de mentiras, tuvimos que elegir entre ser auténticos o ser aceptados.
La fragilidad y el miedo de esa edad, nos hizo tratar de darle gusto a los adultos y aprendimos a apagar nuestros sentimientos reales, a callar nuestra forma de pensar, por miedo a perder el amor. Eso nos hizo olvidarnos de quienes somos realmente y nos dedicamos a buscar y a sufrir por la aceptación. Por eso la gente lo que necesita es encontrarse, aun y cuando no se dan cuenta de esto, o no saben lo que están buscando. Entonces el terapeuta se da cuenta de que su verdadero trabajo radica en ayudar al cliente a caminar hacia dentro de sí mismo y redescubrir la autenticidad.
La autenticidad es la libre expresión de lo que somos, de la esencia, natural y desprovista de condicionamientos. Se considera que la mayor parte de las complicaciones de la existencia del ser humano, son generadas por su propia inadaptación a la realidad; debido a que ha ido perdiendo la habilidad de ser él mismo, de vivir de manera natural y con fluidez.
La gente vive tras múltiples máscaras en un intento inconsciente de evitar ser lastimado. Sin embargo, esto ocasiona la pérdida del contacto con la realidad humana y el bloqueo de los sentidos naturales.
Ya lo dijo Fritz Perls, Psicólogo Humanista y Gestáltico: "Deja la mente, vuelve a los sentidos". Las máscaras en que nos escondemos, tienen un costo elevado. Perls considera que el Ser Humano es la única criatura sobre la tierra que se pasa la vida tratando de convertirse en otra cosa distinta a lo que en realidad ES. "Imagínense a una gallina queriendo ser un águila o un elefante".
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