El costo de la modernización contemporánea ha implicado el crecimiento de las grandes ciudades en las cuales se concentran grandes cantidades de población. La sociedad en la que nos tocó vivir implica el aprendizaje de ciertos comportamientos que son necesarios para lograr una convivencia social ausente de conflictos.
La vida en las ciudades es una de ellas, que involucra a choferes, automovilistas, motociclistas y peatones, es decir a todos los que integramos nuestras comunidades.
Las ciudades modernas han sido diseñadas en los últimos años para favorecer el tráfico de vehículos y facilitar la movilización de las personas del trabajo a sus casas y viceversa.
Sin embargo, cabe mencionar que una de las causas principales de defunción en estos días correspondientes a la segunda mitad del siglo XXI, sean los accidentes de tránsito, de tal forma que nos enfrentamos a un verdadero problema de seguridad pública que tenemos que resolver cuanto antes y en mi humilde opinión creo que la solución está en nuestras manos.
Una de las actividades que disfruto en gran medida es el conducir mi automóvil ya sea en carretera o en la ciudad. Sin embargo, desde hace algún tiempo siento un progresivo desgaste al conducir por las calles de mi ciudad. Este desgaste se acompaña de un stress creciente, a pesar de que tengo años conduciendo y se debe precisamente a que experimento inseguridad porque veo que mi integridad física y la de mi familia se pone en riesgo cada vez que conduzco mis cuatro ruedas.
Esta inseguridad no es por desgaste físico, envejecimiento o por mal estado de mi vehículo. En realidad proviene de la forma de conducir de otros automovilistas de mi ciudad con los cuales interactúo diariamente y que parece que confirman la apreciación de que en Sonora (concretamente en Hermosillo), una buena parte de los conductores de vehículos se bajaron del caballo y se subieron a conducir un automóvil sin recibir lecciones de manejo ni cursos de leyes de tránsito alguno.
El problema se complica porque las autoridades de tránsito de mi ciudad brillan por su ausencia en la vía pública durante el día (no sé si padezcan de vampirismo y les haga daño la luz solar en la ciudad del sol, pero solo se ven patrullas por las noches en los operativos policiacos y en los retenes para detectar conductores ebrios).
Esta ausencia de la policía de tránsito ha propiciado la violación de una serie de normas de tránsito que ponen en peligro la vida de propios y ajenos.
Por ejemplo, es una escena muy común que en los semáforos algunos automovilistas se pasen la luz roja impunemente arriesgando su vida y la de propios y extraños y al parecer varios han aceptado esto como "algo natural" ya que no consecuencia alguna, en el sentido de que al no haber presencia policiaca, no hay mutas ni castigo alguno por violar esta importante regla de tránsito que es obedecer las luces de un semáforo.
Al parecer, para varios, la luz amarilla del semáforo significa una señal para aumentar la velocidad de sus vehículos. No tienen consciencia alguna (o les importa un comino) que la luz amarilla significa precaución, bajar la velocidad porque se pondrá la luz roja que significa alto total.
Como he estado a punto de que choquen mi vehículo varias veces, en un intento de hacer algo al respecto cada vez que estoy haciendo alto ante un semáforo y veo que al ponerse la luz verde para mí, algunos automovilistas se siguen pasando sin respetar el que para ellos ya se puso la luz roja, toco la bocina de mi vehículo para llamar la atención sobre ese tipo de comportamiento.
Pero al parecer soy el único loco protestando por algo que ya se ha llegado a considerar como "normal" en mi comunidad por la frecuencia con la que ocurre y por la impunidad que lo permite, digo esto porque los demás conductores voltean a verme con actitud condenatoria como si yo fuese el que estuviese haciendo algo cuestionable y no el que se pasó la luz roja.
La mayoría de los automovilistas ignoran que al tomar el volante y conducir por la ciudad inician su participación en un proceso de comunicación interpersonal con otros conductores y peatones.
No saben (o no les importa) que para cambiar de carril debe avisarse con anticipación utilizando un estímulo visual diseñado por la Ingeniería automotriz para tal efecto que son las luces direccionales. Precisamente se llaman así porque indican en qué dirección se va a mover el vehículo: luz direccional izquierda, se va a dar vuelta a la izquierda, luz direccional derecha, se va a girar a la derecha.
Al parecer los pocos que utilizan las luces direccionales piensan que sólo se deben utilizar cuando se va a dar vuelta en la esquina de alguna calle. Ignoran que deben utilizarse en todo movimiento que el vehículo va a hacer, incluyendo el cambio de carril, por lo que es frecuente que al ir conduciendo, de repente el automóvil que va delante de mí en el otro carril, de repente se pasa al mío sin previo aviso, obligándome a frenar mi vehículo para evitar una colisión.
Lo mismo sucede con los espejos retrovisores ya que aparentemente muchos piensan que los espejos son para satisfacer la vanidad (femenina o masculina).
Son contadas las personas que conozco que los utilizan tal y como debe de ser cuando se supone que es el primer movimiento que debe hacer una persona al abordar un automóvil, es decir, ajustar los espejos retrovisores a la altura de sus ojos para que pueda ver directamente hacia atrás con el espejo interior y hacia los lados con los espejos externos. Hacerlo proporciona una mayor seguridad en el control del vehículo al conducir por las calles de la ciudad. Sólo alcanzo a ver que los espejos retrovisores son utilizados frecuentemente por las mujeres cuando se van maquillando mientras conducen sus vehículos.
Aparentemente tampoco es sabido que existen tres carriles de velocidad; el carril de la izquierda es para velocidad alta, el carril del medio es para la velocidad promedio y el carril de la derecha es para velocidad baja. Por lo cual, me ha tocado con molesta frecuencia encontrar en el carril izquierdo (de alta velocidad) automóviles que son conducidos debajo del límite de velocidad permitido, inclusive a tan baja velocidad que los demás automovilistas intentan rebasar por la derecha. Con frecuencia me ha tocado quedar encajonado entre tres vehículos que avanzan a la misma velocidad en los tres carriles delante de mí, por lo que no me permiten rebasar a ninguno y me veo obligado a ir a la misma velocidad que ellos .
Pocos automovilistas saben que no se debe rebasar al automóvil de adelante por la derecha, sino que se debe rebasar por el carril de alta velocidad que es el de la izquierda. Sin embargo, es común que varios automovilistas utilicen el carril de la derecha como de alta velocidad y rebasen por esa vía a cuanto automóvil encuentran, porque en el carril de la derecha van los vehículos a una velocidad más lenta. Parece que vivimos en un mundo bizarro.
También es frecuente ver a conductores que manejan a grandes velocidades por las rúas de la ciudad, superando en gran medida los límites establecidos como velocidad máxima, sin respetar en absoluto los señalamientos de tránsito que avisan sobre los límites de velocidad máxima. Lo menos que puedo pensar es que estos imprudentes palurdos han visto demasiado las películas de rápido y furioso y que son sumamente inconscientes del daño que pueden provocarse a sí mismos y a los demás al conducir de esa forma irresponsable.
No toman en cuenta que un vehículo puede transformarse rápidamente de un medio de transporte a un arma mortífera de cientos de kilogramos de peso y varios litros de gasolina en su tanque.
Recuerdo que en mi niñez veía las caricaturas del Pato Donald y me reía cuando veía que se transformaba en mounstruo al tomar el volante, desquiciado por el tráfico de las grandes ciudades. Esa caricatura que de niño me daba mucha risa ver, hoy en día se ha transformado en una pesadilla diurna que es parte de mi vida cotidiana porque veo demasiado mounstruos por las calles conduciendo vehículos poniendo en riesgo la vida de los demás.
Veo con pesar que no es un hábito compartido el tomar su carril con oportunidad y a tiempo, si se va a girar en las próximas calles a la izquierda con anticipación se debe tomar ese carril y no a último momento como me ha tocado ser testigo y potencial víctima de algunos despistados automovilistas. Lo mismo si se va a girar hacia la derecha.
Parte de la pesadilla diaria al conducir es que va uno manejando su vehículo por una calle principal y de repente a un lado, asoma el cofre de un vehículo que intenta tomar esa avenida o cruzarla hacia el otro lado. Es frecuente que algunas personas en lugar de asomarse en forma prudente y lenta para ver si pueden tomar la calle, invaden con la mitad de su vehículo la mitad de un carril poniendo en riesgo la vida de los que van circulando por para "poder ver mejor".
También es posible encontrar automovilistas que conducen mientras hablan por su teléfono celular, como si fuera lo más natural del mundo, o ¡el colmo de los colmos¡, mientras envían mensajes de texto.
Al parecer estas personas no están informadas de la cantidad de accidentes que han ocurrido en todo el mundo por realizar en forma simultánea estas actividades.
Al ir circular por las calles de la ciudad el conductor debe estar completamente concentrado en lo que está haciendo, porque un segundo de distracción puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para sí mismo o para otras personas.
A principios de este siglo, en una ocasión vi una fotografía de una tumba en un panteón que tenía forma de teléfono celular realmente impresionante, se trataba del lugar donde fue enterrada una jovencita de 20 años de edad que chocó su automóvil mientras se distrajo al ir hablando por teléfono con sus amigas. Sus dolidos padres decidieron enviar un mensaje a las nuevas generaciones alertando sobre el peligro de conducir y hablar por teléfono al mismo tiempo.
Parece increíble que en pleno siglo XXI todavía existan personas que no acostumbran usar sus cinturones de seguridad o que de manera imprudente llevan a sus hijos pequeños sin utilizar el cinturón que se ha demostrado que ha salvado de incontables personas en percances automovilisticos .
Una de las causas más frecuentes de accidentes de tránsito en la actualidad es la de conducir en estado de ebriedad que ha provocado muertes tanto para el que conduce, como para el peatón u otros conductores. Entre los jóvenes es una práctica frecuente que los fines de semana salgan a pasear en automóvil, mientras ingieren bebidas embriagantes.
Precisamente por este hábito, las autoridades de tránsito de mi ciudad han establecido como regla colocar retenes los fines de semana por la noche en cruceros por donde hay mayor circulación de tráfico, para inhibir esa práctica. Esto me parece bien, porque el que nada debe, nada teme. Sin embargo, han adoptado esta medida como uno de los principales medios para aumentar las arcas del presupuesto municipal y a esto se han dedicado descuidando otras funciones de tal forma que durante el día no se ven patrullas circulando por las calles de la ciudad.
Existe el estereotipo de que el mexicano norteño es francote, buena onda, sincero, honesto y amigable. Nada de eso se observa en los conductores de vehículos de la capital sonorense, en realidad, la mayoría son groseros, individualistas, imprudentes y hasta violentos. La forma de conducir de una amplia mayoría de automovilistas muestra una total falta de respeto a las señales de tránsito, hacia su propia vida y hacia la vida de los demás.
La falta de respeto es pareja, tanto hacia otros conductores como hacia los peatones, tan solo basta observar la cantidad de vehículos que invaden impunemente el espacio dedicado a las cebras en los cruceros destinadas al cruce de peatones, con una total falta de respeto a los demás.
Esta falta de respeto se observa también cuando en épocas de lluvia algunos automovilistas "se divierten" pasando a gran velocidad sobre encharcamientos de agua para bañar a quienes están esperando el camión, o simplemente van caminando por la acera y emprenden la huida a carcajada abierta ante la impotencia y coraje de los afectados por esta "broma".
La ignorancia en la conducción de vehículos o la grosería de los conductores llega a extremos realmente increíbles e inverosímiles.
Por ejemplo ya terminé de aceptar que si voy conduciendo mi vehículo y el carro de adelante se detiene por algún motivo que sólo quien lo conduce sabe. (por lo regular conductores que no acostumbran dar mantenimiento a sus vehículos).
Si yo enciendo mi luz direccional para cambiar de carril sucede que quien va detrás de mí al ver mi acción, se me adelanta y echa el carro encima sin dejarme cambiar de carril y los vehículos del carril sobre el cual quiero avanzar, aumentan su velocidad para no dejarme pasar. Parece que el encender mi luz direccional es interpretada como un mensaje que dice "Te reto a que no me dejes pasar". Cuanta ignorancia supina refleja este comportamiento, propio de palurdos.
Sólo cuando me decido a bajar el cristal de mi ventana y saco mi brazo cuan largo es para pedir que "me den chance" algún desvalagado llega a compadecerse y me da la oportunidad de cambiar de carril, lo cual agradezco infinitamente. Mientras tanto, la luz direccional indicando que quiero dar vuelta en esa dirección ha sido ignorada totalmente. Me pregunto qué pensarían de esta situación los ingenieros que invirtieron tiempo y creatividad en diseñar los automóviles con todos los aditamentos para conducir con seguridad y concretamente quisiera saber lo que opinan de esto quienes diseñaron las luces direccionales.
Debido a todo lo anterior y a más, los accidentes de tránsito se han incrementado en las últimas fechas. ¿De quién es responsabilidad esta situación de seguridad pública que ha llegado a construir una realidad cotidiana en la cual salir a conducir implica el riesgo de perder la vida diariamente?
Creo que en primer lugar es de los conductores punibles, que no han tomado consciencia de que conducir un vehículo automotriz por las calles implica una gran responsabilidad social.
Pero también pienso que las autoridades de tránsito tienen gran responsabilidad en esta situación porque no hacen su trabajo al no intervenir para sancionar a los conductores punibles, ni realizar campañas de educación vial.
Por el lado de los padres existe también su cuota de responsabilidad ya que es común observar jóvenes e inclusive menores de edad conduciendo vehículos sin licencia de conducir.
A mi hija mayor yo le enseñé a conducir y es tan excelente conductora que maneja de una manera sorprendente por lo eficiente, ya sea por las calles de Hermosillo, México, Detroit, Michigan o Indianápolis, Indiana.
A mi hijo menor, mi esposa y yo le exigimos tomar un curso en una escuela de manejo (que le pagamos por supuesto) antes de prestarle mi carro. Hoy el trae su propio carro y diario compartimos anécdotas de situaciones de riesgo en las que incurrimos cada cual por su lado al conducir por las calles de esta ciudad.
En una ocasión vinieron unos amigos norteamericanos a esta ciudad y estaban sorprendidos de la agresividad, falta de cultura vial de conductores y peatones y ausencia de infraestructura vial (Distribuidores viales y puentes altos o "deprimidos").
Me invitaron a ir en mi automóvil a la Unión americana, yo les comenté que no me sentía seguro de manejar en Estados Unidos porque nunca lo había hecho. Su respuesta me sorprendió; "no te preocupes si has sobrevivido tanto tiempo manejando por las calles de Hermosillo en estas condiciones, manejar en Estados Unidos será muy fácil para ti, Peace of cake").
Efectivamente, meses después tuve la oportunidad de comprobarlo, viajé conduciendo por carretera desde Hermosillo, Sonora hasta Detroit Michigan, atravesando Estados Unidos de sureste a noreste, recorriendo más de 2,400 millas en tres días de viaje. Toda una experiencia totalmente distinta y sumamente satisfactoria.
¿Cuáles son las causas que provocan esta situación de riesgo social?
Considero que la crisis de valores por los que atraviesa nuestra sociedad, en donde prevalece una ideología individualista y competitiva es una de las principales causas de las faltas de respeto, de cortesía y de solidaridad entre los conductores de vehículos.
En primer lugar, creo que las autoridades de tránsito han contribuido a crear esta situación al no realizar campañas de educación vial, al no implementar un sistema eficiente de emisión de licencias de automovilista o de chofer que garantice que quien se pondrá al volante conozca el reglamento de tránsito. Lo que ha sucedido es que se entregan licencias de tránsito sin verificar que realmente se es apto para conducir un vehículo.
También es responsabilidad de las autoridades de tránsito la impunidad con la que se violan las señales de tránsito porque simplemente los agentes de tránsito no cumplen con su trabajo. Tan sencillo que sería poner a un motociclista en cada semáforo y detener e infraccionar a todo aquel que se pase un alto. O utilizar pistolas de radar para identificar a quienes circulan a altas velocidades.
Me pregunto para qué sirven tantas cámaras que se han instalado en los cruceros principales de la ciudad. ¿Acaso no podrían servir para detectar conductores punibles?, ¿Acaso alguien no está haciendo bien su trabajo?, ¿De qué sirve un reglamento de tránsito que sólo unos cuantos respetan?
Los padres de familia deben asegurarse de que sus hijos saben manejar, que conozcan el reglamento de tránsito y la manera más eficiente es enviarlos a tomar cursos de manejo en las academias que se dedican a esta actividad.
Lo cierto es que algo está fallando en mi ciudad que lleva a que conducir por las calles sea un riesgo potencial diario de sufrir un accidente de fatales consecuencias por la falta de pericia de los conductores, por la impunidad con la que violan leyes de tránsito y por la irresponsabilidad y ausencia de las autoridades de tránsito que no cumplen su trabajo.
Si en este momento se le preguntara a un gran porcentaje de personas que conducen vehículos por las calles de mi ciudad si saben conducir, sin duda alguna responderán afirmativamente, basados en el hecho de que saben meter cambios en la palanca de velocidades o porque saben encender sus vehículos y manipular el volante. Sin embargo, estoy convencido de que lo que realmente ignoran es que saber conducir es conocer y respetar el reglamento de tránsito.
Definitivamente algo tenemos que hacer, por lo pronto aporto mi granito de arena escribiendo estas notas y solicitando a quien las lea su reflexión personal y colaboración para difundirlas ampliamente. Finalizo este soliloquio preguntándote a ti que conduces un carro por la ciudad:
¿Sabes conducir?
Autor:
Oscar Yescas Domínguez