Bajtín subraya los matices dialógicos que posee el enunciado. Porque nuestro pensamiento se origina y se forma en el proceso de interacción y lucha con pensamientos ajenos, algo que se refleja también en la forma de expresión verbal de los informantes.
El acto individual de apropiación de la lengua introduce al que habla en su habla. La presencia del locutor en su enunciación hace que cada instancia de discurso constituya un centro de referencia interna. Esta situación se manifestará por un juego de formas específicas cuya función es poner al locutor en relación constante y necesaria con su enunciación.
La emergencia de los indicios de persona se produce en la enunciación y por ella, el término yo denota al individuo que profiere la enunciación, el término tú, al individuo que está presente como alocutario. Los pronombres personales aparecen entonces como una clase de "individuos lingüísticos", de formas que remiten siempre a "individuos", trátese de personas, de momentos, de lugares, por oposición a los términos que remiten a conceptos.
En la enunciación emergen tres dimensiones discursivas: la subjetividad, las relaciones espaciales y la temporalidad. La teoría de la enunciación de Benveniste aporta al investigador la posibilidad de conocer la subjetividad del entrevistado.
Bajtín, al igual que Benveniste, reconoce el vínculo del lenguaje con la vida. Porque el lenguaje participa de la vida a través de los enunciados concretos que la realizan, así como la vida participa a través de los enunciados.
Según este autor, las diferentes esferas de la actividad humana están relacionadas con el uso de la lengua. Es por esto que el carácter y las formas de su uso son tan multiformes como las esferas de la actividad humana. Cada enunciado es individual, pero cada esfera del uso de la lengua elabora sus tipos relativamente estables de enunciados a los que denomina géneros discursivos. La riqueza y la diversidad de géneros discursivos es inmensa, porque las posibilidades de la actividad humana son inagotables y porque en cada esfera de la praxis existe todo un repertorio de géneros discursivos que se diferencia y crece a medida que se desarrolla y se complica la esfera misma.
Las marcas de la enunciación en el enunciado.
Tanto Jakobson como Benveniste se plantean la reflexión sobre la enunciación a partir del fenómeno lingüístico de la deixis.
Para Jakobson deícticos son símbolos índices que se diferencian de los demás elementos del código lingüístico por la característica de que reenvían obligatoriamente "al mensaje", e implican una referencia al proceso de enunciación.
Los pronombres personales señalan las personas protagonistas de la enunciación. Por ejemplo, el entrevistado puede decir "Por entonces yo vivía en casa de mis padres." Yo es un pronombre nominativo y mis un pronombre posesivo. La desinencia de persona en los verbos también cumple una función deíctica: señalar a las personas protagonistas de la enunciación.
Apelativos. Se trata de un término léxico empleado en el discurso para mencionar a una persona. Entre los pronombres personales, los nombres propios, algunos sustantivos comunes y los términos de parentescos, entre otros. Por ejemplo: "Lo que podría hacer; pero no lo deseo, sería ir a casa de mi hermano con una furgoneta". En este caso el entrevistado usa el apelativo mi hermano para designar la persona de la que habla: el delocutor. Se lo llama delocutivo.
Subjetivemas. Son aquellas unidades léxicas (sustantivos, adjetivos, verbos y advervios, fundamentalmente) que en un discurso particular manifiestan subjetividad, es decir, informan acerca de una evaluación (valorativa o afectiva) del enunciador.
Por ejemplo, un investigador pregunta "¿Y por esta y esta calle no corrés? Y la entrevistada responde "¡Nooo!!!, si ahí están los negros… etc. etc. etc." Este subjetivema (negros) es portador de un rasgo evaluativo del eje bueno/malo, que manifiesta o connota un juicio de valor, positivo o negativo, respecto de lo que se enuncia.
El acto de habla es la unidad más pequeña que realiza por medio de la lengua, una acción (una orden, pedido, aserción, promesa) destinada a modificar la situación de los interlocutores.
Para Austin, al producir un acto de habla, se llevan a cabo tres actos simultáneos: Un acto locucionario (se produce una secuencia de sonidos que tienen una organización sintáctica y que refieren a algo); un acto ilocucionario (por medio del habla se lleva a cabo una acción que modifica las relaciones entre los interactuantes -afirmar, prometer-, un acto perlocucionario (se puede llevar a cabo un acto ilocucionario para realizar acciones muy variadas: una pregunta puede tener como objetivo alabar al coenunciador, mostrar que uno es modesto, poner incómodo a alguien, etc.)
Por ejemplo, el entrevistador pregunta: "¿Qué es lo que piensa usted de eso?". Aquí se puede detectar un acto locucionario, porque se produce una secuencia de sonidos que tienen una organización sintáctica y que refieren a algo, un acto elocucionario por el acto que produce, en este caso "interrogar" y un acto perlocucionario, por las consecuencias de la ilocución (discursivas o no discursivas), el entrevistado podría mover la cabeza dubitativamente (sería el caso de una consecuencia no discursiva).
Bibliografía
Bajtín, M. "El problema de los géneros discursivos".
Benveniste, E. "El aparato formal de la enunciación".
Adelstein, A. "Enunciación y crónica periodística".
Ejemplos en:
Guber, R. "El salvaje metropolitano".
Blanchet, A. Ghiglione, R. Massonnat. Trognon, A. "Técnicas de Investigación en Ciencias Sociales".
Maingueneau, D. "Términos claves del análisis del discurso". Acto de habla, Austin (1970) Searle (1972).
Autora:
Melisa Kaplan
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