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Construcción-deconstrucción de la identidad de género en mujeres líderes segovianas

Enviado por Delia Moreno


Partes: 1, 2

    1. El punto de partida…
    2. La transformación de los roles asignados y los roles ideales
    3. Testimonios de mujeres destacadas segovianas
    4. Algunas recomendaciones

    La investigación titulada: Visibilización de la mujer segoviana.  El proceso de construcción-deconstrucción de la identidad de género en mujeres líderes, fue realizado por dos investigadoras del Centro de Investigación y Comunicación Social, conocido como SINSLANI, junto con 30 mujeres que viven en 11 municipios de la región de Las Segovias de Nicaragua.  Este trabajo fue financiado por ADESO "Las Segovias".  Esta investigación se realizó entre 2003-2004.

    El punto de partida…

    En las relaciones intergenéricas -entre hombres y mujeres- la memoria colectiva se asienta en la identidad personal y social, donde existen preceptos o roles considerados "naturales" que definen y diferencian a cada sexo, y que además están mediados por la división del trabajo, la pertenencia a clases sociales, tradiciones religiosas del grupo familiar y en el contexto donde se desarrolla la vida.  Estas variables se complejizan cuando la persona se interrelaciona en diferentes espacios y va acumulando una vivencia personal y social, que influye en la construcción de sus actitudes, valores y creencias. 

    De esta manera, si la construcción del rol de género es compleja, el proceso de deconstrucción lo es mucho más. En el caso de la mujer, implica tomar conciencia de que los preceptos establecidos y aprobados socialmente no siempre son los más adecuados, que es necesario trascenderlos y construir una nueva imagen para sí misma y para la sociedad.  En pocas palabras, cambiar, renovarse, reconstruirse.

    La transformación de los roles asignados y los roles ideales

    Culturalmente, a partir de la división universal del trabajo entre hombres y mujeres, la sociedad le ofrece a la mujer una imagen de sí misma, un estereotipo, y simultáneamente un rol, que en las sociedades reviste dos aspectos conexos: el rol asignado por la sociedad o grupo al que pertenece, y el rol ideal, que encierra las aspiraciones y los deseos del grupo. 

    En el rol asignado le define a la mujer patrones definidos para su comportamiento.   El rol ideal representa una indicación de lo que las mujeres deben ser, o deben hacer para satisfacer las aspiraciones de grupo.  Hoy, en la sociedad existe la tendencia en la mujer de minimizar las diferencias entre ambos sexos, sin embargo todavía están acostumbradas a pensarse en sí mismas en función del hombre, y a considerarse como "el segundo sexo", es decir un sexo de segunda categoría. En el plano familiar, el rol ideal está referido a lo que deben hacer juntos o por separado, por lo que debería establecerse en equidad, en colaboración y basado en el acuerdo común. Todavía, el hombre goza de mayor autoridad y las mujeres se muestran preocupadas por cumplir su deber de madre, esposa y profesional.

    Con todo ello, las mujeres diariamente demuestran que no son simples sujetos pasivos o víctimas de los estereotipos y roles asignados, muchas han trascendido a ser actoras sociales que viven y enfrentan sus éxitos o fracasos. Esta decisión de ir contra la generalidad de los patrones culturales y sociales han producido una especie de drama o crisis en el interior de cada mujer, entre el valor de una obligación como reproductora (lo que constituye un objetivo normativo), con sus aspiraciones y cualificaciones personales.  

    Resulta entonces, casi inevitable la existencia de una discordancia entre estereotipo, rol e identidad personal. Muchas mujeres se enfrentan, tarde o temprano, a incógnitas que cuestionan dicho destino: ¿Cuál es mi papel como mujer dentro de mi familia o en la sociedad? ¿Para qué vivo?, ¿Qué quiero?, ¿Qué aspiraciones tengo?, y ¿Qué me gusta o qué no me gusta?. Estos cuestionamientos, generalmente se valoran como actitudes de rebeldía ante sí mismas y ante las personas a quienes se les ha cedido el poder de menospreciarlas, humillarlas, desvalorizarlas, maltratarlas y hasta negarles su lugar en la sociedad.

    Sin embargo, muchas deciden, de manera consciente o inconsciente, retomar los roles asignados y poco a poco y con mucho esfuerzo inician un proceso de deconstrucción de las concepciones tradicionales con respecto a sí mismas y a su lugar dentro de la sociedad.   En este proceso se van convirtiendo en actoras de su propio cambio y llegan a destacarse en diferentes espacios: familiares, barriales, comunitarios, organizativos, institucionales, en reuniones o, asambleas. 

    La identidad social no debe considerarse como estática, precisamente porque se genera a través de las relaciones. La identidad puede cambiar o tomar nuevos significados conforme las condiciones históricas, la experiencia personal, el contexto o la posición que ocupan las personas dentro de una red de relaciones económicas, políticas, sociales y simbólicas.

    Un aspecto motivador de estos cambios o readecuaciones de la identidad genérica o social, se encuentra en los momentos de crisis donde la persona reevalúa, revalora y resignifica su biografía personal con la historia colectiva que la identifica socialmente.  Por ejemplo, los momentos de crisis económica en una familia obliga a la mujer a promover estrategias de sobrevivencia; la violencia doméstica vivida por la mujer puede resignificar la lucha por su identidad como esposa, compañera o madre. 

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