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El derecho a la comunicación

Partes: 1, 2

    1. ¿Demasiados estudios y poca formación?
    2. La Universidad lejana
    3. Nuevas formas: Internet y el ciudadano periodista

    Dentro de un espacio social orientado a la gobernabilidad democrática, puede aspirarse al cumplimiento del derecho a la comunicación, que el profesor holandés Cees Hamelink caracteriza de la siguiente manera:

    La comunicación es un proceso social fundamental y la base de toda organización social. Es más que la mera transmisión de mensajes. La comunicación es una interacción humana entre individuos y grupos, a través de la cual se forman identidades y definiciones. Los derechos de la comunicación están basados en una visión del libre flujo de información; un derecho interactivo, igualitario y no discriminatorio e impulsado por las necesidades humanas en vez de intereses comerciales o políticos. Estos derechos representan las demandas de los pueblos para la libertad, la inclusión, la diversidad y la participación en el proceso de comunicación. Nuestra visión de los derechos de comunicaciones está basada en el reconocimiento de la dignidad inherente y los derechos iguales e inalienables de todos los pueblos.

    En este espacio del  derecho a la comunicación se inscribe la práctica del periodismo, sin negar a este en su especificidad. Lo que está en juego aquí es el papel que se puede cumplir en una consolidación de los ideales de la democracia, dentro de los ideales del derecho a la comunicación.

    La situación ha empeorado con la aparición reciente de corrientes políticas, otrora discriminadas, silenciadas e ignoradas por los medios, que ahora, instalados en el poder aspiran o practican la persecución, amparados bajo el manto siempre recurrente de la defensa del pueblo. Gilles Deleuze le dijo en cierta ocasión a Foucault: Usted nos ha enseñado la indignidad de hablar a nombre de  otro.

    Es aconsejable asegurar la calidad de la comunicación política, asunto que toca directamente a los profesionales que trabajan en los diferentes medios de información. Como dice Joaquín Brunner, una información política unilateral, sesgada, superficial o puramente retórica crea una opinión pública mal informada y reduce la relación entre gobernantes y gobernados a una apariencia, sin incidencia en el curso de las políticas. Nunca antes, la responsabilidad de los comunicadores ha sido más formidable y exigente.

    ¿Demasiados estudios y poca formación?

    En el marco del ideal de gobernabilidad y de práctica desde nuestra profesión del derecho a la comunicación, se abren dos preguntas fundamentales:

    • ¿Dónde están los periodistas que trabajan por esos ideales?
    • ¿Cómo se forman?

    Están en las redacciones, en los medios, y hay ejemplos de esos ideales en todos los puntos de la región. Y hay profesionales jóvenes y otros con muchos años de experiencia que resisten todas las tendencias antes enunciadas.

    La gran matriz formadora de periodistas fue, durante décadas, la misma redacción. Quienes llevamos ya un largo recorrido en la práctica del oficio, nos formamos en la escuela del oficio mismo. Lo dice Gabriel García Márquez:

    Hace unos cincuenta años no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la moral en su puesto. Pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo.

    Lo hemos dialogado con colegas de distintos países que viven sometidos a la mimetización de la prensa escrita en relación con la televisiva, en el sentido del peso de la noticia breve, sin reflexión y con cada vez más limitaciones al reportaje; a la falta de seguimiento de la información; a las escasas, muy escasas, oportunidades de profundización en los temas, sin hablar de lo que significaría especializarse en serio; a la reducción de muchas redacciones a espacios donde todo sucede dentro de los muros, porque los insumos llegan ya empaquetados desde afuera, o la relación con las fuentes que se hace a través de apresuradas llamadas telefónicas, en un verdadero periodismo de celular.

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