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Teología de la Crisis Y Crisis de la Teología: en torno al recorrido de la FTL


Partes: 1, 2

    1. Crisis de la Teología

    "Porque los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad ni en la localidad, ni en el habla, ni en las costumbres. Porque no residen en alguna parte en ciudades suyas propias, ni usan una lengua distinta, ni practican alguna clase de vida extraordinaria. Ni tampoco poseen ninguna invención descubierta por la inteligencia o estudio de hombres ingeniosos, ni son maestros de algún dogma humano como son algunos. Pero si bien residen en ciudades de griegos y bárbaros, según ha dispuesto la suerte de cada uno, y siguen las costumbres nativas en cuanto a alimento, vestido y otros arreglos de la vida, pese a todo, la constitución de su propia ciudadanía, que ellos nos muestran, es maravillosa (paradójica), y evidentemente desmiente lo que podría esperarse. Residen en sus propios países, pero sólo como transeúntes; comparten lo que les corresponde en todas las cosas como ciudadanos, y soportan todas las opresiones como los forasteros. Todo país extranjero les es patria, y toda patria les es extraña. Se casan como todos los demás hombres y engendran hijos; pero no se desembarazan de su descendencia (abortos). Celebran las comidas en común, pero cada uno tiene su esposa. Se hallan en la carne, y, con todo, no viven según la carne. Su existencia es en la tierra, pero su ciudadanía es en el cielo. Obedecen las leyes establecidas, y sobrepasan las leyes en sus propias vidas. Aman a todos los hombres, y son perseguidos por todos. No se hace caso de ellos, y, pese a todo, se les condena. Se les da muerte, y aun así están revestidos de vida. Piden limosna, y, con todo, hacen ricos a muchos. Se les deshonra, y, pese a todo, son glorificados en su deshonor. Se habla mal de ellos, y aún así son reivindicados. Son escarnecidos, y ellos bendicen; son insultados, y ellos respetan. Al hacer lo bueno son castigados como malhechores; siendo castigados se regocijan, como si con ello se les reavivara. Los judíos hacen guerra contra ellos como extraños, y los griegos los persiguen, y, pese a todo, los que los aborrecen no pueden dar la razón de su hostilidad. En una palabra, lo que el alma es al cuerpo, esto son los cristianos para el mundo".

    (Epístola a Diogneto)

    En el lapso de los diez días que duró el primer Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE I) algo que se hizo muy notorio y que marcaría el futuro recorrido de la FTL fue la preocupación por incluir en un mismo discurso tanto la herencia misionera que las iglesias y organizaciones allí reunidas traían a cuestas como la difícil problemática que afrontaba Latinoamérica y a la que sus hermanas más antiguas habían dado una respuesta radical. Este esfuerzo paulatinamente devendría en una frase que de tanto repetirse, a veces parece perder su sentido primigenio: la Misión Integral.

    La temática que debía ser abordada por los invitados estaba ya marcada en la agenda de quienes organizaban el congreso: la NAE y la Asociación Billy Graham[1]y era esta: "Acción en Cristo para un continente en Crisis". Sin embargo, como señala Orlando Costas, "se fue haciendo cada vez más claro que no se trataba solamente de la crisis del continente, sino de la crisis de la iglesia, y que había necesidad de una pronta, profunda y dinámica acción en Cristo para una iglesia en crisis"[2].

    El período durante el cual surge y se desarrolla la FTL es en efecto un período de profundas crisis, tanto para la iglesia como para el subcontinente en que vivimos. Es por ello que nos enfocamos en este período para analizarlo y reflexionar sobre él en la primera parte de este ensayo. Por otro lado, si bien algunos de los elementos que moldean la encrucijada por la que atraviesa nuestro continente en esas tres décadas que siguen a la revolución cubana (1959) no son perceptibles en la actualidad, otro tipo de inconvenientes debe afrontar ahora la teología latinoamericana – y al interior de ella la evangélica- y a otro tipo de encrucijadas se ve avocada nuestra reflexión de principios del siglo XXI. Cuáles son estos y cómo puede hacerlos frente es la temática a la que queremos hacer frente en la segunda parte de este ensayo.

    Finalmente, aspiramos responder a una pregunta que nos parece crucial para nosotros en la actualidad: ¿Cuál es el lugar del teólogo evangélico latinoamericano y cuál su tarea en el presente de nuestra vasta geografía?

    Teología de la crisis

    Los treinta años que van desde el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 hasta la caída del Muro de Berlín en 1989 se inscriben en un período sumamente agitado en nuestra América Latina. Si bien la revolución llevada a cabo bajo la égida de Fidel Castro y el "Ché" Guevara logra impactar al resto del subcontinente y a su vez moldearlo al darle una consigna y un norte al cual apuntar, la misma no surge de la nada. Hay todo un proceso que desde 1929 viene gestándose, llenando de contradicciones a las economías de los países latinoamericanos.

    Cuando llegamos a la década de los 60"s vemos que ya ningún defensor del capitalismo en nuestras tierras puede presumir de sus "logros". "Todos sabían que el proyecto de desarrollo nacional autónomo se encontraba en bancarrota y que el capital imperialista era dueño y señor de nuestra economía"[3]. Si por un lado, la región podía percibir un aumento en la producción, por otro lado, los salarios disminuían vertiginosamente. Así, Pablo González Casanova señala que: "El salario real promedio para 1960 era 6% menor que en 1940 y el salario mínimo agrícola de 1960-61 disminuyó en un 45% respecto de 1938-39; en cambio la productividad aumentó en un 120% en ese mismo período; y la productividad agrícola aumentó en un 100%"[4].

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