"Hoy pocos son quienes leen y, pocos menos quienes reflexionan acerca de sus comportamientos; porque existimos en un mundo donde las pautas que nuestras vidas definen las trazan los demás, a quienes hemos permito que nos valoren a su antojo". FEFL en Valorarse a Uno Mismo.
"El suicidio es la acción que ejecuta una persona para quitarse voluntariamente la vida. En el mundo civilizado, la tendencia de suicidio entre los jóvenes es significante, según un estudio hecho por el Instituto de la Salud Mental Norteamericano, publicado en 1998, que indica que el suicidio va en aumento y que es más predominante en jóvenes del sexo femenino entre los 11 y 20 años y del sexo masculino entre los 21 y 30 años". FEFL en Suicidio en la Juventud: Guía Para los Padres, el Público en General y Maestros.
En la prensa norteamericana se registran de manera cotidiana los relatos de jóvenes de ambos sexos, quienes recurren al suicidio para evitar las agresiones de los "bullies" (o matones).
El acoso entre niños no es nuevo…
¿Quiénes son estos matones?
Cuando se analizan la intrepidez y el arrojo en los seres humanos, el sexo masculino se invoca para representar (injusta y arbitrariamente) aquellos hombres dotados con un sentido de coraje que, no sólo los hace confrontar, sino que invitan el peligro y cortejan el miedo.
El miedo. Ese afecto negativo y esencial para nuestras supervivencias que todos anhelamos evitar, buscamos escapar y preferimos no percibir.
El miedo… lo que en círculos machistas se interpreta como cobardía.
Ser cobarde es un estigma aborrecido por todos los hombres a quienes trato. Pero, el anverso, ser "un Matón" (o "bully") significa una expresión de reconocimiento que garantiza a no ser, a quien así se perciba, persona dotada de atributos nobles y extraordinarios que les permiten enfrentar lo que todos evitamos, sin alarma o inquietud: el temor…
¿Pero, realmente existen los Matones en este mundo? Dejemos que esta pregunta tan oportuna como pertinente, sea respondida por medio de las aplicaciones del entendimiento humano a las que solemos recurrir cuando los espejismos de la propaganda nos pretenden confundir.
Como a menudo hacemos en estos ejercicios mentales, retornemos, por un instante, a nuestros orígenes paleolíticos. El miedo, mecanismo esencial para la estabilidad, (cuando vivíamos en la jungla hacen unos 40 mil años) era reservado para lo desconocido, para lo inexplicable y para lo indescifrable.
El miedo, nos servía a la sazón (como aún nos continúa servir) como un mecanismo que garantizaba que nuestras existencias (permanecerían más o menos intactas) en éste, nuestro valle de lágrimas.
El hombre o las mujeres, (seres más realistas) sin tener miedo, simplemente no existen. La pesadilla de mi niñez fue una fábula que todos los niños que la compartiéramos creáramos (y en la que creyéramos) para justificar nuestras cobardías percibidas y aborrecidas a la vez.
La pesadilla de entonces, se llamaba José Manuel y nunca fue Bravucón — en el sentido de confrontar a quienes estaban a sus alturas — sino que fue un abusador y un matoncito que procuraba intimidar, solamente a quienes fueran más pequeños y sin hermanos más grandes (él, tenía tres — yo, una sola hermana).
Sancho
Pero aquí haremos uso de un ejemplo, para mejor ilustrar este ejercicio tan oportuno acerca de la guapeza. Imaginemos que estamos en la proximidad de una vivienda hipotética a la que vamos a visitar, cuando de repente, el perro de nuestros anfitriones nos confronta. Ladra estrepitosa e incesantemente. Está agitado en la defensa instintiva de su territorio. No quiere dejarnos pasar. Pero nosotros, sin mostrar perturbación alguna, lo ignoramos y tocamos a la puerta sin preocupación alguna — era un chihuahua.
La situación es la misma (vamos a visitar amigos y se interpone un perro entre la puerta y nosotros).
Esta vez, no hay ladridos. El can también está visible, mientras yace en la entrada clavándonos sus ojos fríos sin signos de agitación. A medida que avanzamos, su cuerpo, inmóvil y silencioso, demuestra que se ha percatado de nuestra presencia (para él) ingrata. Avanzamos más hacia la puerta y entonces de modo tenue se escucha un gruñido, los caninos del perro se despliegan, las orejas se enhiestan y un mensaje claro y discreto proveniente de un Doberman se percibe, lo que nos obliga a recapacitar y al uso sensato del celular para que nuestros amigos nos reciban y se hagan cargo de su bestia amenazante.
Bueno, en la Naturaleza (nombre que, siempre, por deferencia y respeto deletreo con "n" mayúscula) existen ejemplos abundantes de lo que llamamos el "altruismo animal." Animales que, ignorando el miedo y desafiando el peligro, arriesgan sus propias vidas, resistiendo los instintos de la auto-preservación, para defender la tribu y para garantizar la supervivencia de los demás.
De estos comportamientos altruistas podríamos colegir que es obvio y aparente que esos mismos animales en sus determinaciones y abnegaciones extraordinarias son "lerdos" porque, en lugar de arriesgarlo todo, no hacen uso de la propaganda y de los equipos de relaciones públicas que nuestros politicastros utilizan para proyectarse a sí mismos como lo que nunca jamás pueden ser: Como seres intrépidos…
El hombre sin temores es un hombre justo. El hombre sin temores es un hombre veraz. El hombre sin temores es un hombre abnegado. El hombre sin temores es un hombre con principios. El hombre sin temores no manipula. El hombre sin temores es un hombre civilizado. El hombre sin temores es un hombre fiel. El hombre sin temores lucha por el bienestar colectivo y por la decencia. El hombre sin temores simplemente no teme. El hombre sin temores no es un "Bravucón."
Porque el hombre sin temores reconoce que el ser "Bravucón" es una ficción de la propaganda… esa enfermedad de la civilización que, a quienes no usan el cerebro, engatusa…
El "Bravucón" en sus miedos enfermizos se rodea de un ejército de acompañantes para aliviar sus ansiedades y para sentirse importante. El "Bravucón" no anda solo porque no se atreve. El "Bravucón" no desconoce el miedo. No, el "Bravucón" le teme a su sombra. El "Bravucón" vive una vida de ansiedades ocultas las que pretende disfrazar con sus alardeos machistas.
Don Quijote por Pablo Ruiz Picasso
El "Bravucón" es un cobarde, José Manuel, — años después — lo demostró, cuando huyendo, cayera víctima de la descarga proveniente del revólver de un marido cornudo.
Para concluir. Una vez yo presencié un drama muy expresivo de lo que puede ser interpretado como el "valor" de los animales. Sancho, era un perro masivo y violento. Sancho defendía su territorio con un arrebato vicioso. Tan adepto Sancho era a proteger sus "imperativos territoriales" que tuvo, en una ocasión, la osadía irracional de atacar a su propio amo — nuestro pequeño hijo varón.
Esta es la historia
Cuando Jenny, una gata que nos adoptara, se integró con nosotros, Sancho hizo la "decisión" (saludable) de no interferir con ella. Llegando a un "acuerdo" delimitaron sus respectivos territorios sin problemas y sin pugnas (¡ay!, que los israelitas y los palestinos hicieran lo mismo).
Sancho y Jenny existían en paz y armonía.
Pero, fue una vez, cuando Jenny nos sorprendió pariendo una camada de seis gatos. Fue cuando todos compartimos y disfrutamos la presencia de una verdadera madre abnegada y dedicada. Usamos esa experiencia para aprender más acerca de nuestros coetáneos cuadrúpedos. No había razón alguna para sospechar lo que sigue.
Fue una frígida mañana de otoño en Saint Louis, cuando Sancho "aprendió" una lección inesperada.
Los gatitos de Jenny habían salido a explorar el mundo de nuestra propiedad.
Escasamente de cuatro semanas de edad, y con Jenny, habiendo partido a visitar sus predios de caza, los gatitos, muy pronto, encontraron a Sancho (o viceversa).
Sancho (encarnando a "José Manuel") envalentonado por la ausencia de Jenny, decidió tomar la oportunidad para establecer su hegemonía local.
Sin preámbulos, el basset (que era lo que Sancho fuera) enfrentó a un gato, cuyo tamaño no excedía el de un zapato de adulto.
Sancho ladró, sus pelos se erizaron en su espalda, su presencia amenazante y formidable presagiaba desastre para el insignificante e inmaduro felino.
Pero, (así sucede con los "Bravucones" donde sea que se encuentren) el gatito se posicionó de lado, también aumentó su silueta con la erección de su pelambre y emitió un bufido ominoso que resultó en una retirada estratégica y apresurada para el "Bravucón de West Point Lane."
En resumen
Los "Bravucones" no existen. Lo que existe es el temor que se les tiene y los fuegos fatuos que les acompañan con los que pretenden ocultar sus cobardías.
Adiós al "Bravucón" de mi niñez y a todos los "Bravucones" que en el mundo, como pesadillas de la infancia, quedan indelebles en nuestras memorias…
Bibliografía
Larocca, FEF: Valorarse a Uno Mismo en monografías.com
Larocca, FEF: Abecedario "N" es por Niños Malcriados en monografías.com
Larocca, FEF: Antisocial, Psicópata, Sociópata: Las Tres Caras de Narciso… en monografías.com
Larocca, FEF: Ángeles, Demonios y Cerebro: La Neurociencia Aplicada en monografías.com
Larocca, FEF: Suicidio en la Juventud: Guía Para los Padres, el Público en General y Maestros en monografías.com
Larocca, FEF: El Insomnio y Cuando los Sueños (Sueños) no lo Son en monografías.com
Dugatkin, L. A: The Altruism Equation: Seven Scientists Search for the Origins of Goodness (2006) Princenton University Press
Cronin, H. and Maynard Smith, J: The Ant and the Peacock: Altruism and Sexual Selection from Darwin until Today (1993) Cambridge University Press
Ridley, M: The Red Queen: Sex and the Evolution of Human Nature (2003) Harper Perennial
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca