Calurosa primavera en Londres, donde las flores reflorecían tanto como los delitos y robos en la capital. La policía estatal no daba abasto, dejando miles de incógnitas criminales por resolver. Una tarde hubo un hecho que sorprendió a todos: un homicidio. Nadie se podría imaginar que tantos robos y asaltos llegarían a una muerte inocente. El detective Steve Dent, jefe de la policía científica estatal, decidió contar con su amigo Moore; destacado investigador y muy reconocido por sus hipótesis desarrolladas sobre temas generales, para resolver el delito.
El señor Moore, más conocido como el as del crimen por su rápida interpretación de los hechos de carácter delictivo, hacía un tiempo que se había retirado de este rango policial por las continuas amenazas de los criminales y hasta del mismo Estado.
Llevaba una vida normal como todo ciudadano; vivía en un cómodo y amplio dúplex, en un barrio importante ubicado en el centro de la cuidad. No era muy conocido en el barrio, ni era molesto por las noches, ni siquiera le veían la cara muy seguido sólo cuando eran asuntos de trabajo pero inmediatamente se subía a su auto importado de altas características.
Moore vivía con su ama de llaves la señora Hamilton. Ella lo ayudaba en todo; era una mujer solitaria y una vieja amiga de su madre, cuyas características no vienen al caso. El señor Moore disponía de una buena posición económica, no sólo por sus trabajos de carácter detectivescos, sino por su amado pasatiempo: filmar documentales.
Moore pasó varios años de su vida viajando al exterior, él y su cámara eran reconocidos en todo el mundo. Las filmaciones eran la más particulares ya que no sólo eran documentales del África y pobreza, de naturaleza o de los astros; sino que agregaba un toque detectivesco.
Era un hombre tranquilo, paciente y muy pensante; la alteración nunca llegaba a su cuerpo, tanto que frente a una discusión la calma lo sobrellenaba y siempre tenía la respuesta indicada. Pasaba sus noches mirando antiguas y reconocidas películas de una colección de su abuelo.
El sueño era su meditación y por las mañanas se levantaba más temprano de lo impensable luego de una larga noche. Le gustaba levantarse y tomar su café negro acompañado de la tarta de manzanas recién horneada, especialidad de la señora Hamilton.
Leía el atareado diario y se preguntaba en su interior que le sucedía al mundo en ese entonces, un gran disgusto al comenzar el día.
Por la tardes, trabajaba en su nuevo proyecto: un libro titulado;" Los mejores crímenes de la cuidad de Londres" , donde desarrollaba todas sus hipótesis y las claves para ser un mejor detective.
Pero una tarde su rutina fue interrumpida por su amigo y policía Steve Dent. Se conocían de la infancia, días y días jugando y recreándose en las veredas de sus casas paternales con sus viejas bicicletas y sueños perdidos en sus cabecitas. Steve Dent, no era muy amigable con los desconocidos, tímido ante todo y muy reservado. Tenía a su cargo un número de policías científicos; profesión de él, hasta el día de la fecha.
Estaba casado con Mary y tuvo dos hijos; según él no encontró la felicidad que suponía. Moore lo recibió cortésmente y se acomodaron en la cálida y acogedora sala de estar, tomando unos deliciosos tragos del mini-bar. Ago incómodo o tal vez preocupado, Steve prosiguió:
– Querido amigo, tú bien sabes que mi intención no es molestarte pero sabes cuanto te necesito en este caso. Seguramente has oído hablar de ello o has leído sobre el tema. En esencia es un asesinato, no hay dudas.
-Visitas gratas como estas no me desagradan en lo absoluto y si lo fuera así te mentiría- aconteció con una risa amigable- ¿Lo que no entiendo es que hay de especial en este caso? Digamos, es un crimen no tiene nada de particular, ¿me explico?
-En lo absoluto. Lo importante no es el hecho sino quién es la víctima: Anthony Millar, conocido multimillonario de la cuidad, creador de los mini-mercados y dueño de los más importantes del país. Hombre tacaño si los hay.
-Entiendo, he cruzado algunos diálogos y miradas con él. Y estás en lo cierto.
-Ya que estas al tanto te dejo, pero si realmente te gustaría ayudarme te espero mañana en la mansión Miller-le entregó una especie de mapa y se dieron un estrecho abrazo.
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