Advertimos en el estudio de los seres vivos, que el conocimiento y la afectividad son realidades objetivas palmarias, en grados variables en el mundo de la realidad física y biológica.
Por la inteligencia el animal humano u otro tipo y nuevo tipo de conocimiento que alzándolo sobre el aquí y el ahora de la sensación pone a este curioso animal frente a los objetos en tanto que realidades. Por la inteligencia el animal humano se sale de su entorno para situarse en el mundo, como diría Von Vexkull, el entorno humano no es puro entorno sino que además es mundo.
Curiosa condición esta, la de un espíritu metido en un animal, y que hace el espíritu no sea tan espíritu, ni el animal, tan animal.
En efecto, la vida racional puede aparecer como una especie de añadidura al único conocimiento firme que será la sensación y eso siempre que a la experiencia sensible se le reconozca valor de conocimiento, lo que no siempre ocurre.
Buena parte de las teorías modernas del conocimiento gastan esfuerzos colosales en demostrar que en realidad creemos conocer…pero no conocemos.
Necesitamos teorías que acojan los hechos sin censuras previas. Si le damos una oportunidad a las cosas mismas, en una de esas, seremos seres inteligentes.
Frente a todo lo expuesto, hay algo que es importante aclarar cuando nos referimos a la vida humana, no debemos pensar por ningún motivo que estamos hablando de otra vida. La vida del hombre en su sentido más fundamental es la misma biológica que comparten todos los demás seres vivos en diferentes niveles de complejidad.-
Las grandes leyes materiales son válidas en todos los niveles, es decir, para la unidad básica la célula, como para una unidad increíblemente complejas de células que llamamos "Ser Humano", comenta Hans Selye en su obra "La Tensión de la Vida "
Selye nos advierte que entre el ser mas simple la célula y el ser humano hay semejanzas, en la manera como reaccionan ante la tensión o amenaza, manifestándose ante todo como "el cuidado de si mismo", llámese a esto egoísmo, instinto de conservación u otro nombre que queramos ponerle.
Desde el principio de los tiempos, en lo que concierne a la vida. Hay una unidad vital que se confirma una vez que las células procarióticas se transforman en células eucarióticas, especializadas en una función conformando un organismo para el mejor cuidado de si mismas. Surgen así los pluricelulares. Las mismas funciones de entonces, se mantienen hoy en día, para lo más simple y lo más complejo, como para un unicelular o como para este complejo celular que es el hombre.
Podemos decir entonces que el ser humano es una parte más de la naturaleza y no un "dominador" de ella. La conciencia de su inmensa capacidad cognitiva que le permite de alguna manera manipular la naturaleza, lo hace responsable y cuidador de ella, así el ser humano está llamado a responder por todos los seres que comparten este universo.
Entre todos los seres vivos al hombre le es dada la facultad de conocer, la conciencia que puede hacerlo y la voluntad para ejecutarlo. Libertad, conciencia y razón, gran ventaja sobre el resto de los seres vivientes, ventaja de hermano mayor.
Las culturas primitivas y las culturas aborígenes actuales, que han logrado subsistir el paso de la civilización, ponen en manifiesto esta unidad de la vida. Para ellos el hombre es parte de la naturaleza y no el amo de ella, el está subordinado a las leyes naturales. En algunos casos esta subordinación implica considerar a los elementos de la naturaleza como Dioses dignos de una constante veneración. En todo caso no se trata de caer en una forma de esclavitud, sino simplemente "que caigamos en la cuenta" que el proceso de la vida es uno y es uno solo el proyecto.
La civilización Occidental, influida por una orientación Judeo-Cristiana, que encuentra su base ideológica en la Biblia, ha exagerado el mandato del Génesis en lo que respecta al enseñoramiento del hombre frente a los demás seres vivos, enseñoramiento que lleva a su exacerbación, encuentra que es legítimo el exterminio de la naturaleza en beneficio de la humanidad. Este enseñoramiento entendido como el rol dominador y no como el rol protector que da al hombre su naturaleza genética de nivel superior.
¡Cuanto desastre y calamidad!, en contra de la naturaleza se pudo y se podría evitar si el hombre como incorporado, como parte de la naturaleza, entendiera que lo que hace en contra de ella y para ella lo hace en contra si mismo y para sí.
El surgimiento de las grandes ciudades, creó barreras cada vez mayores entre el hombre y el mundo natural y la civilización fue encontrando dañina a la naturaleza y en algunos casos un obstáculo para su desarrollo.
La humanidad ha pagado caro las consecuencias de tan equívoca actitud y es ahí que los grandes movimientos ecológicos han acogido el gemido de ella. Lamento que se ha hecho presente en el seno de la humanidad, que ahora como nos dice Unamuno "el hombre lucha por mantener un mundo que por siglos se ha dedicado a destruir".
Hemos comprendido tarde que el lugar mas seguro que el hombre tiene es la naturaleza y que su vida estará más segura alejada de esa selva de cemento en que se han convertido las grandes urbes.
Muchas respuestas las está encontrando en los demás seres vivos, la actitud de prepotencia y de gran conocedor ha variado a otra mas humilde, más consciente de los errores de su ignorancia especialmente en lo que respecta al conocimiento de la naturaleza humana: "lo conozco todo, salvo a mi mismo ", nos ilustra Francois Villon. Lo que se ignora del hombre sobre su verdadera naturaleza, es mucho más de lo que se sabe.- Su acción a fuerza de verla reiteradamente termina en una rutina, en cambio lo que está detrás de su faz y de sus palabras es generalmente indescifrable. "El verdadero hombre es que está escondido detrás del hombre" nos dice Víctor Hugo.
Al hombre se le conoce sin reservas en su parte somática, La medicina y la fisiología, con equipos cada vez mas eficaces lo han trajinado, de modo que ya se conocen sus piezas interiores. Es así que en lo que respecta a la naturaleza humana Alex Carrel titula en una de sus obras "El hombre, un desconocido ".
Por lo menos el hombre está adoptando una actitud más humilde, por lo menos está aceptando que no es el que creía y pretendía ser, un Dios, un Dominador y está aprendiendo que una de las lecciones más grandes que nos da la naturaleza es que la vida sigue siendo un enigma y el más grande de los misterios.
Autor:
Feride Hoffo Cattan Atala
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