- Viajes y turismo en la era pre-industrial
- Viajes y turismo en la era moderna
- Viajes y turismo en la época industrial
- Viajes y turismo en la era post-industrial
Este ensayo es una respuesta entusiasta pero hasta cierto punto prematuro a la necesidad, del autor, de construir un concepto del turismo como disciplina académica. El ensayo es abordado desde una perspectiva sociológica y dentro de la línea de esta aproximación analítica, trato de acercarme al concepto relacionándolo con la historia de la práctica viajera y las teorías expuestas por diversos autores.
El profesor Jiménez, [1]distingue tres puntos de vista en torno al concepto turismo que es necesario analizar para la comprender el concepto. El punto de vista etimológico, que se refiere al origen, a la raíz del término; el punto de vista historiográfico, que analizaría "unos hechos de desplazamiento y descanso que en un momento dado fueron llamados Turismo" [2]y el punto de vista historiológico, que analizaría el estudio y análisis de estos hechos a lo largo de la historia. A esto tenemos que añadir otro punto de vista, que englobando los anteriores los supera para dar sentido a la práctica en la sociedad actual y a sus variantes entre los distintos grupos sociales veamos cómo se desarrolla
Viajes y turismo en la era pre-industrial
A. LA ANTIGÜEDAD
Algunos autores como Katchekian[3]afirman que el turismo comenzó con la misma historia del hombre, pero en realidad los desplazamientos humanos en las eras prehistóricas no presentan ninguna similitud con el turismo moderno. Los inconvenientes para su práctica eran muchos particularmente la falta de alojamiento, transporte, moneda y seguridad, es decir, todos los elementos que coadyugan a la aparición del turismo. Esta suma de restricciones permite afirmar que la actividad, entendida como "viaje de placer", era inexistente. Sin embargo, como sucedió en todos los momentos de la vida humana, había quienes viajaban.
Los viajeros de la antigüedad satisfacían sus necesidades sobre la base de diferentes elementos que combinaban según las circunstancias y la duración del viaje: algunos se
alistaban al partir de su lugar de origen, limitados en peso y volumen por la capacidad de carga propia y de las bestias con que contaban, otros tomaban lo que ofrecía la naturaleza, que utilizaban por apropiación o por cultivo, como en el caso de la expedición del faraón Necao; otros finalmente, recurrían a la asistencia de la población local, cuando la conseguían.
Las necesidades del hombre de esa época eran reducidas en cuanto a alojamiento y otros servicios, pero aun así la existencia de locales que los ofrecieran era inconveniente para los viajeros, pese a que los pueblos primitivos mantenían la costumbre de dar albergue gratuito a aquellos que llamaban a su puerta, compartiendo en paz la comida y ofreciendo un techo para la noche. En esos tiempos, la hospitalidad era una expresión de humanidad, y auxiliar a los extraños era considerado un deber moral. Los usos y costumbres protegían a los viajeros, y en ocasiones tomaban forma de ley, como en el Código de Hammurabi, rey de Babilonia entre 1792 y 1750 a.C. donde se encuentran referencias a la seguridad de los viajeros en los caminos.
La hospitalidad es la forma simple y primitiva de la protección. Con respecto a ella, por mucho que nos remontemos en las edades, aún antes de la separación de los pueblos, encuéntrasela de una manera evidente; el hecho está probado por la identidad de la expresión y de su noción en las lenguas latina, griega y esclava. La palabra latina "hostis" (en el sentido primitivo), la gótica "gasts" y la esclava "gosti" designan al extranjero protegido por la hospitalidad.[4]
Estos principios, sin embargo, se fueron diluyendo en un mundo donde el temor y la codicia prevalecían y dejaron de ser respetados fuera del ámbito helénico. Todo extranjero que viajaba solo era considerado una criatura anormal a quien amenazaban todos los riesgos, pues al no existir ninguna ley que lo protegiera, estaba expuesto a los mayores peligros y a las peores torturas.
Cuando la civilización griega comenzó a afianzarse, el incipiente movimiento de personas ya no podría ser satisfecho por la hospitalidad tradicional, y los primeros albergues se abrieron, según algunos, en Lidia, antigua comarca del Asia Menor situada entre la Frigia y el mar Egeo, hacia el tercer o cuarto siglo antes de Jesucristo. Para otros esa fecha es tardía y sostienen que hay buenas razones para remontar la existencia de esos albergues hasta el siglo VI a.C. Esquilo (525-456 a.C) ya los menciona, utilizando la expresión "casa abierta a todos". Aparentemente, en su época existían los viajes privados, bastante comunes entre las ciudades griegas y sus colonias, aunque no por ello resultarán menos novedosos. Sin más detalle, Loy Puddu afirma que el primer albergue conocido se construyó en Creta, hacia el 1500 a.C.[5]
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