En ocasión de la revuelta de Azules y Colorados yo estaba trabajando en una compañía de seguros frente a Plaza de Mayo de empleaducho, donde, un compañero me invitó a ir al comando civil del Gral. Onganía.
A vos que te gusta la política, ¿porqué no venís conmigo al comando civil de los Azules? – me dice.
… Bueno, vamos – le contesto luego de un titubeo, más por curiosidad que otra cosa.
Mientras viajamos a Belgrano por subterráneo y tren, me comentó:
—La otra vez estuve en la casa del general, tiene un cuarto con todas las insignias de su carrera desde cadete del colegio militar, ese si que es un demócrata.
—Pucha, no sabía que los militares eran demócratas.
—Estuvo tomando cursos en los EE.UU. y le dieron notas sobresalientes.
—En esos lugares lo único que yo sé que se hace es enseñarles cosas contra el comunismo o cualquier amague de izquierdismo.
—¿Vos sos comunista?
Cuando era pibe milite en el Socialismo. Pero ahora estoy alejado de la militancia – dije ocultando mi paso por el peronismo imaginándome lo gorila que serían los famosos Azules – contesté. Me gustaría saber qué opina, políticamente, el apoyo civil de los azules – seguí.
La conversación siguió de bueyes perdidos hasta que llegamos a Belgrano R. donde nos bajamos y empezamos a caminar, cuando llegamos a una cuadra con edificios de muchos pisos me dijo:
—Espérame en la esquina, voy a dar el santo y seña y avisar que vas vos.
—Te aguanto un rato y, si no venís, me voy – desconfiado le avisé.
Como tenía curiosidad por saber como eran esos bicharracos estuve esperando un tiempo largo. Quien me había invitado era compañero del escritorio contiguo y me extrañara que no viniera aunque fuera con un pretexto. Al fin me canse y me fui para mi casa.
En el 67’ me casé y en el 68’ tenemos a nuestra primera hija Nora. Yo pese a mantener mis ideales intactos, me dedique fundamentalmente a trabajar para mantener el hogar y al estudio de la carrera de ingeniería electrónica como método de superar mi estado económico precario. Por considerar vicios pequeños burgueses no me metí en los problemas del centro de estudiantes.
Estudiaba cuando y como podía, no obstante llevaba un curso regular en la Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Buenos Aires y estaba cursando el cuarto año. Cuando Roberto uno de la barra con que estudiamos juntos se interesó por el quehacer político y comenzó a indagar donde nuclearse. Corría el 68’ y ya estaba implantada la doctrina de la seguridad nacional.
Se estableció conmigo una relación política a través de los textos que tenía sobre el marxismo. En ese buscar, se encontró con un psiquiatra que se decía trotskista y pretendió formar un partido político. Hacemos una serie de reuniones de ablande donde cada uno llevaba a algún simpatizante de izquierda.
Yo acerqué a un Cura Progresista amigo mío, Pedro Pablo y el que pretendía nuclear al nuevo partido lo hecha como a un perro. Luego invité a Ana y Bicho que cuestionaban algunos de sus planteos y recibieron un trató desagradable que los llevó a no venir más pese a ser unos desencantados del partido comunista. Por último acerque a Nélida que cándidamente se sometió a los designios del manda más. Tendrá un flirteó con Roberto pero el asunto quedó en compañeros nada más.
A mí me gustaba, desde que trabajábamos juntos en la compañía de seguros, pero no quería tener una aventura cuando recién había tenido un hijo y otra cosa no deseaba. Juntos se nos encomendó realizar una tarea de propaganda y acercar a compañeros combatientes de una fabrica en huelga, Retenes Vicente. Las instrucciones que recibimos no las compartía pero trataba de cumplirlas.
¿Que te pareció la entrevista? – le pregunto después de hablar con un delegado huelguista a Neli.
La entrevista bien, pero la reunión que tuviste antes con los del otro partido de izquierda, que también apoyan a los compañeros en huelga, me pareció desastrosa.
Yo me sentía como un rompe huelga, pero viste las instrucciones que nos dieron. Teníamos que denunciar a los otros partidos como colaboracionista encubiertos con la patronal.
Bueno, pero a mí me parecieron tipos bien intencionados como nosotros.
Este método de hacer política contra todos no lo entiendo en está ocasión. Será muy trokista pero yo creo que habría que juntar no dividir.
Y porque no se lo dijiste al doctor que nos dio las instrucciones.
Pero no viste que me cagó a pedos por otras intervenciones amistosas.
Con Roberto hacíamos otra cosa, qué se yo.
Bueno él está con el gremio de los marítimos, es otra cosa – termine la charla.
En otra ocasión, cuando nos iniciamos había dicho.
Que a los pretendidos revolucionarios que desvían el camino correcto hay que hacerlos mierda, de tal manera que no hagan más política. Estos pequeños burgueses puestos a jugar a la política nos oscurecen y dificultan la penetración en los sectores que nosotros representamos ideológicamente y pretendemos representarlos pramágticamente.
En otra oportunidad había esbozado una teoría sobre la evolución de la vida en la tierra que era de lamentar por su falta de información científica que yo, si tenía, por haberla leído asiduamente desde muy chico. Eso, más la afirmación que debíamos ser revolucionarios profesionales y no ocuparnos de otra cosa me hizo pensar donde estaba.
Ocurrió el Cordobazo y el General Onganía fue depuesto por el Gral. Lanuse y se nombró por un corto período al General Levinsgton (por ese entonces embajador argentino ante los EE.UU.) como presidente provisional.
En un viaje de inspección de la aseguradora donde trabajaba pensé largamente la cosa y decidí que no iría más al grupo, porque me estaba diciendo que eligiera entre su metodología, mi familia y mi estudio universitario. Me quedé con estos dos últimos. Estuve un poco depresivo, pero al poco tiempo tuve una segunda hija y, unos años, después obtuve mi primer titulo universitario.
Al tiempo me enteré que de la organización había puesto presos a los jefes de célula y que el Doctor se había escapado por una información. Con los años, pienso que el Doctor era de los servicios y lo único que estaba haciendo era romper cualquier intento popular de salida por la izquierda, en otra operación más de los servicios de acuerdo al Plan de Seguridad Nacional.
Reinaldo Jorge Román –
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