Del libro EL PRÍNCIPE de Nicolás Maquiavelo
Glosado por Napoleón Bonaparte
Como llegar a ser un gobernante
Regla 1. Por méritos propios. Los gobernantes más dignos de admiración son aquellos que:
Por sus propios valores y no por la fortuna, llegaron a ser gobernantes.
Adquirieron o fundaron Estados e Instituciones.
Dieron cultura, civilización, prosperidad a sus Estados.
No fue la fortuna sino las circunstancias, la ocasión propicia, las que facilitaron sus gobernaciones. Sin la ocasión hubiesen vivido ignorados y sin el heroísmo hubiesen perdido la ocasión. Como ejemplos Moisés, Ciro, Teseo, Rómulo[1]
Para Moisés la ocasión fue liberar al pueblo israelita de la esclavitud.
Para Ciro la liberación de los persas de la opresión de los medos.
Para Teseo la dispersión de los atenienses.
Otro ejemplo relevante es el de Hieron. De simple particular ascendió a gobernador de Siracusa. En su condición privada había sido virtuoso, poseía los atributos para ser gobernante, aprovechó la ocasión de que los siracusanos estuviesen oprimidos, se hizo nombrar primero su caudillo y luego su gobernante. Cuando llegó al poder: Licenció las antiguas tropas. Formó otras nuevas. Dejó a sus antiguos amigos y buscó otros nuevos más apropiados. Con nuevas tropas y nuevos amigos realmente confiables y tras afanes largos y penosos estableció los fundamentos de su nuevo Estado y lo conservó sin trabajo.
Rodrigo Borgia, quien se hizo al pontificado, como el papa Alejandro VI decidió organizar un gran imperio para su hijo. Pero había para ello grandes dificultades presentes y futuras: Tuvo que hacerse dueño de los Estados que no pertenecían a la iglesia y que estaban defendidos por los ejércitos de Ursinos y Colonnas. Apoderarse de los Estados pontificios protegidos por los ejércitos de Milán y de Venecia. Como había en Italia una relativa paz y en estas condiciones no era posible apoderarse de todos sus Estados, tuvo que turbar el ordenamiento que no favorecía sus acciones e introducir el desorden en todos los Estados. Para hacerlo aprovechó algunas coyunturas políticas favorables: Apoyar a los venecianos en su interés de llamar a los franceses para en alianza con los Ursinos apoderarse de la provincia La Romaña y derrotar a los Colonnas. Pero entonces quedó dependiente de armas ajenas, las de los franceses y las de los Ursinos. Para vencer a los Ursinos fomentó divergencias entre ellos y enfrentó sus facciones. Atrajo a cuantos nobles pudo de Ursinos, Colonnas y franceses, los hizo gentilhombres suyos, los honró con empleos elevados, les confió algunos mandos de gobierno, y ganó por completo sus afectos. Luego no desaprovechó ocasión para arruinarlos. Al advertir los Ursinos que el papa estaba arruinándolos se revelaron contra él, pero el papa los dominó con ayuda de los franceses. Luego los Ursinos solicitaron la reconciliación. No ahorró entonces recursos serviciales, regalo de caballos, dinero, trajes vistosos. Cuando hubo ganado su confianza destruyó a sus jefes y convirtió en amigos a quienes lo seguían.
Los que llegan a gobernantes por sus propios meritos, tropiezan con las dificultades de introducir nuevas leyes y nuevas instituciones para fundamentar sus Estados y proveerlos de seguridad. Pero luego los conservan fácilmente. Estos gobernantes experimentan grandes dificultades, necesitan de gran valor para superarlas, porque todos sus pasos están acompañados de peligros. Pero cuando han subyugado a quienes los envidiaban y triunfado sobre dificultades y peligros son respetados, reverenciados, poderosos y dichosos.
Regla 2. Por el valor
El valor o la fortuna retiran muchos obstáculos en el camino para que un particular sea elevado a la categoría de gobernante[2]y procuran algunas facilidades para conservar por más tiempo el Estado que gobiernan.
Los gobernantes nuevos menos valerosos afrontan más dificultades en conservar los Estados nuevos adquiridos, que los valerosos.
Cuando un gobernante llega al poder por su gran valor y cuenta con especiales recursos para gobernarlo, puede conservarlo sin excesivos esfuerzos.
Regla 3. Por la fortuna
Particulares que sin ningún trabajo y por sola fortuna llegan a una gobernación tienen grandes dificultades para conservarla y los obstáculos los cercan por todas partes[3]
Estos particulares adquieren Estados comprándolos o haciéndoselos adjudicar por algún favor[4]Los generales corrompiendo las tropas.
Estos gobernantes se apoyan solo en la voluntad o la suerte de quienes lo elevaron a este cargo, dos cosas muy variables y desprovistas de toda estabilidad.
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