Notas del campo de la encuadernación para pensar el oficio (página 2)
Enviado por Vicente de Diego Caballero
¿Un taller de encuadernación online? Parece que todo apunta a ello, y en ello trabajo. ¡Carpetazo a los templos del libro!, uno de los cuales era el antiguo taller del encuadernador. Unas puertas se cierran, otras puertas se abren. Y la mitad del camino está desandada.
notas del campo, 14.06.2012
Gracias a este oficio, uno se hace cada vez más pobre, y empieza a investigar las posibilidades de un "arte povera" trasladado a la encuadernación. Querría vestir todos mis libros con camiseta; que saliesen despeinados en la foto, algo más naturales.
notas del campo, 13.06.2012
DILEMA. O lo sencillísimo y acertado del diseño, del que no se extrae más que jugo esencial y que traduce, que trasparenta lo que hay debajo: el libro; es decir, que he entendido, como artista, como encuadernador. O el "¡vaya!, eso lo sé hacer también yo". Quiero decir (trasladándome al lienzo), yo no sabría pintar un José Guerrero, y él no necesitó en cada cuadro abrumarnos con su técnica.
La encuadernación, en cuanto arte en el que nos aplicamos, rueda todavía por una larga edad de piedra.
notas del campo, 12.06.2012
Volver a las raíces de la encuadernación, aun a sabiendas que "buscar raíces es andarse por las ramas". Una herramienta con una función. Años de aprendizaje que culminaban un saber hacer -con sentido, claro; el que sólo te otorgaba el LIBRO, rey. Hoy en día juguete roto y desarticulado.
¿Qué encontrábamos de siempre tras el poder en sus despachos sino libros, depositarios y clave del conocimiento?, ¿qué custodiaba la universidad sino lo que la cimentaba como propagadora de civilización en forma de volúmenes?
Hoy tras los que mueven el mundo no hallaremos más que cortinas.
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Como encuadernador, uno es hijo también de sus clientes, pues ha ido creciendo al gusto y arbitrio de ellos; de lo cual me siento orgulloso.
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Si encuaderno (y hablo de encuadernación artística), es decir, protejo y a la vez dignifico lo que muchas veces no tiene sentido proteger, lo que muchas veces no es digno, con mi encuadernación sumo unidades al exponente del sinsentido del mundo, empezando por este libro. Aunque tenga para cenar por una noche, o por unas cuantas.
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Ser expresivo, para un encuadernador, es latrocinio, sustracción -cuando no es más que hybris. Es clavar sin miramiento los colmillos en la exangüe yugular del libro que, pobre, sólo late ya hacia dentro, hacia dentro.
Autor:
Vicente de Diego Caballero
(derechos protegidos http://www.vicentedediego.es/notascampo.html)
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