LA DERIVA HUMANA CONSTRUYE UN PAISAJE A CADA MOMENTO VIVIDO
Definición de Deriva: Modo de comportamiento experimental ligado a las condiciones de la sociedad urbana. Se usa también específicamente para designar la duración de un ejercicio continuo de experiencia.
Entre los diversos procedimientos situacionistas, la deriva se presenta como una técnica de paso ininterrumpido a través de ambientes diversos. "El concepto de deriva está ligado indisolublemente al reconocimiento de efectos de naturaleza psicogeográfica, y a la afirmación de un comportamiento lúdico- constructivo, lo que opone en todos los aspectos a las nociones clásicas de viaje y de paseo. Guy E. Debord".
El recorrido por este concepto ha rescatado de mi memoria adolescente vivencias que, en todo el texto, están transformadas en literatura, en arquitectura, en sociología, en filosofía, en subjetividad, en individualidad, en definitiva, en experiencias.
Así pues, y retomando aquella experiencia, trataré de realizar el camino en mi mente que entonces yo idealizaba, vivía o convertía en capítulo de mi propia literatura perdida en el "esto no tiene importancia". Sorprendida (pues mi conocimiento al respecto era nulo y ahora escaso) estoy de saber que personas como Foucault, Sennet, Certeau, Walter Benjamín y otros muchos reflejen sentimientos y vivencias que conectan de alguna manera con una estudiante de psicología, entonces una empleada administrativa de una empresa de transportes catalana, hoy desaparecida: "Mateu & Mateu", que en Europa se la conocía con el sobrenombre de la "fiebre amarilla", – las lonas que cubrían sus vehículos eran amarillas – , tenía una flota que recorría no solo Europa, sino Asia y África. Ahí comenzó mi sueño de ver, viajar y ser camionera.
Este pequeño apunte biográfico es preciso para dibujar la identidad, las pertenencias de un proceso de observadora, y/o transeúnte, y/o viandante que no sólo narraba o describía trayectos, sino que los vivía (y vive, pero esto ahora no es relevante para este relato).
Bien, al cumplir los 16 años, se decide en el seno de mi familia – y después de una preparación ad hoc -, que debía ingresar en las filas de los trabajadores de este país y convertirme en un ingreso económico adicional para el sistema familiar. Así pues, y con el dolor de corazón que a mi padre le producía, me incorporé a filas, habitando cada lugar y cada tiempo desde que salía de casa a las 6h a.m y volvía a las 22 h, hora en la que terminaban las clases de bachillerato nocturno. Y como dice Simmel, en un proceso cuyo tono psicológico era estimulado a cada percepción, a cada impresión momentánea; convertida pues, en un nómada desde la ciudad dormitorio a una metrópolis, le daba sentido a mi vida colocando el espacio, el color, la luz, la vida, el dibujo a cada paso, a cada sensación olfativa, visual, sonora o táctil.
No tengo recuerdos de los sabores de entonces; debe ser que aprovisionada con las viandas de mi madre y con la advertencia de no comer nada que se me diera fuera de casa no probé con este sentido nada que me estimulara a darle "cuerpo", a darle mi identidad. Utilizo la palabra identidad pues lo que yo sentía entonces es que le daba "alma" a ese paso diario, que cartográficamente era constantemente repetitivo, y que en mi discursiva se narraba, tan distinta en cada visualización. En realidad mi identidad, mi tradición religiosa, mi ideal político, mi pertenencia a una familia, a un determinado ámbito social se diluía en la masa de viandantes, transeúntes, flâneurs, azotacalles, patas de perro, soñadores, vagabundos, noctámbulos, frotteurs (término que ya explicaré)…al tiempo que esa manera de vivir sin marcha atrás, esa etapa (según Baudelaire lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente) de hacerme mayor en perpetuo movimiento me iba construyendo, me iba modificando, al punto de poder verme hoy identificada con los significados de vivir el urbanismo que esta nueva forma de mirar el pasado me está otorgando. Coincidiendo por otro lado con el desarrollo de mi individualidad, por mi doble condición de adolescente y trabajadora de la gran ciudad. Esa era mi especificidad, mi peculiaridad de "ser humano" frente a esa masa terroríficamente grande que no tuvo la capacidad – al menos eso creo yo – de engullir mi relación con la espiritualidad, afectividad y el idealismo frente a la proliferación de la cultura objetiva que algunos expresan como aniquiladora o cuando menos empequeñecedora del individuo en un sentimiento de desvalorización, que como decía Pierre Clastres: "El poder en las sociedades con estado se fundamenta en la reducción de la alteridad y en el gusto por lo idéntico."¡Y por supuesto que la cultura ha crecido!, pero no como se dice por encima de "todo el personal"; en mi opinión ha crecido "con y para todo el personal" Y desde aquí me permito romper la connotación masculina de cuerpo y urbe. "Todo ello quizá, por el motivo fundamental de la resistencia del individuo a ser nivelado y consumido en un mecanismo técnico social".
El trayecto. Un lugar de partida (6h a.m.): San Fernando de Henares (Madrid); un lugar de llegada: la plaza de Legazpi en Madrid capital. Distancia:15 Km. (aprox).
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