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La gripe y los amantes socialistas, de Angelillo de Uixó


  1. La borrasca sobre las barracas de Vall d´ Uixó
  2. De cómo una hermosa socialista que se había hecho de izquierdas conoció a un pobre que tocaba guitarra en su casa y se hicieron novios
  3. De cómo Recaredo Centelles y la sociedad de Vall d´Uixó odia a los amantes socialista

Cantata I.

La borrasca sobre las barracas de Vall d´ Uixó

Y en Marzo los cielos de Vall d´Uixó se han cubierto de blancas nubes arrastradas por un recio viento, capaz de hacer naufragar hasta yates de lujo cómo el bribón, capitaneado por Juan Carlos I, que siempre pasa antes de fallas por nuestra amada costa rumbo a Mallorca cargado de putas y abundante marfil de elefante a los que él mismo ha dado muerte. Y este viento de hierro, de navajas, de muerte, en Vall d´ Uixó ha llegado seguido de grandes lluvias, de estremecedores aullidos. Y no solo eso, si no de muy intenso frío, y de pequeños copos de nieve que se han roto en silencio sobre todos aquellos tejados de las barracas de las montañas uxenses que se encuentran cercanas a los escarpados picos de rojo rodeno. Coronadas allá en su fatigosa cumbre de subir por la humilde encina de pequeña hoja, a la que el poeta siempre olvida en sus versos, tanto cómo el senderista que hace fotos con tecnología móvil al paisaje apostado junto a ella, a la cual también para su ignorancia ignora. En estos abruptos lugares es donde el cerdo salvaje de afilados colmillos, duras cerdas, y apacible vida pasta, dejando su huella en la polvorienta tierra. Ahora malviven en estos paramos de soledades, de naturaleza de secano, en la incomprensión del anacoreta y el misántropo: parados españoles, emigrantes rumanos, moros, que compiten con el cerdo, con el buitre de corvo pico, con la astuta rabosa, en la búsqueda de alimentos corroñeros. Las viejas corralas, cochiqueras, parideras de vall d´Uixó son con presteza chabolil y urgencia por los desahucios reparadas. Una plaga de desarropados que cumplen una condena en este mundo inhospitalario que habitamos, aferran en sus manos llenas de llagas, cayos, nervudas venas: un reluciente martillo. Caminado con el martillo sobre un andamio tan estrecho que les hace parecer tramoyistas, semejantes a un Thor latino, aunque faltos de algún diente, de algún dedo, y su pelo no es largo, ni posee rubias trenzas doradas cómo el maíz del divinal. Es corto, mal rapado, con coronilla y moreno. Cantan mientras trabajan con el martillo alguna vieja canción agradeciendo su vida a un Dios que ha perdido la Fe en ellos tanto cómo nosotros. Se oye el martillo golpear su futuro hogar, aunque es yahogar en el presente, por qué está gente no tiene futuro, viven en el presente continuo (de indicativo). El sonido del martillo es cómo un bendito repicar de campanas, pues el martillo golpeando ya sea la fragua, ya sea el yunque, ya sea la madera de la cruz, nos acerca a la humanidad laboriosa. Ponen aquí una uralita, allá un listón medio podrido, en el salón de la vieja cesetucha una viga maestra que es un puntal. Es la voluntad de vivir. Sirenas rojas y azules gritan cómo verduleras en el mercado, anuncian a los uniformados que llegan para inspeccionar las obras. Los coches patrullas hacen ronda por caminos, sendas, barrancos, torrenteras, terraplenes: siempre secos, siempre sedientos, siempre esperando a las nubes para recoger su tormenta y llevarla a los hombres y las bestias. Ellos también tiene sed, también tienen ganas de llevarse a los hombres cómo la luna, cuando más machos, más parecido al jazmín y al clavel, y que huelan a libertad, mejor.

El grillo, la chicharra, acompaña al paisaje y al pobre rural en su soledad, la lagartija calienta su sangre entre ellos. Meten los cuerpos de seguridad guiados por su olfato la cabeza en las barracas, y aparece siempre un pobre. Hacen preguntas de la oKupación, toman nota de los indigentes, los censan, los juzgan allí mismo: son unos mierdas. Esperan órdenes de darles grilletes por miserables que no terminan de llegar por culpa de la democracia y los malditos derechos humanos. Los lugares que rodean las casetas, las barracas de montañas, hoy conocen el agua que salta alegre cómo un niño que se lanza con un patín por una empinada rampa. Juguetona vota sobre la calva pulida de las ancianas rocas, siempre serias, que quieren su sol y su tranquilidad de jubilados. Hace el agua flotar cientos de cañas, de ramas, de pequeñas flores que crecían en el cauce y ahora vagan sin rumbo, esperando llegar a una orilla, de lo contrario se perderán en el mar de grandes olas y fecundo en peces. En las barracas, en las casetuchas de montaña, se piensa, se recuerda, se emociona el pobre sintiendo la humedad y el frío en los huesos, maldiciendo el golpe traidor de haber nacido. Heridos por la puñalada de ser pobres, y con navaja siempre cerca, y hablan solos los parados en su barraca. Numerosos vecinos de Vall d´Uixó hoy por la crisis están volviendo a la montaña, a las barracas, a las inmundas casetas. De rodillas cerca de un charco formado por las goteras tosen, exhalan blanco vapor por boca, por la nariz, escupen mocos, sienten escozor en la garganta, padecen fiebre. Las tormentas de marzo golpean a estas personas que no tienen otro recurso que suplicar a todos los dioses que termine pronto el castigo del agua y el frío. Estos seres de ropas sucias que huelen a miseria, a basura, ataviados con pintorescos ponchos, túnicas y pantuflas, gorritos de lana con renos y niños dándose la mano. Estos hombres y mujeres que conforman este ejército de la miseria. Sin capitanes, sin bandera, sin causa, sin estrategia, sin ninguna victoria desde el inicio de la humanidad, con heridas en sus cuerpos y en sus mentes, siguen teniendo voluntad es de seguir viviendo, de no entregarse a la muerte. Y allí están, en la barraca, cómo soldados de plomo, quietos, feroces, en guardia. Con sus ojos brillantes por la calentura, con delirios de navajas y hachas de machos de sangre caliente, iluminados por el rayo. Hombres duros sin salvavidas rodeados de agua que galopa cómo caballos y les dice: Soy la muerte que viene a por ti. Y ellos le contestan tapando con un cartón la ventana que el rugiente mistral se ha llevado cómo un águila a una libre. Calla maldita bestia, golpea más fuerte, pues, Yo no temo a la muerte ni al dolor. Manda más frío, más agua, más escarcha, que nada me espanta, que he andado muchos caminos y veredas, y he visto de todo. Aquí estoy solo, hambriento, enfermo contra ti. Ven por mi si puedes, destruye mi hogar, que mañana con mi martillo lo volveré a crear. Dime, Oh tu borrasca, ¿por qué no tienes piedad de ellos? Oh cruel nube, detente. ¿No ves que sus hogares no pueden soportar tu criminal empuje? ¿No reconoces el valor de estás gentes? ¿Por qué quieres penetrar en nuestro valle trayendo frío, agua en exceso, incluso nieve?

¿Qué buscas metiéndote en los hogares sin impermeabilidad de los pobres, destrozándoles los pulmones de aquellos que al día siguiente deben buscar alimento?

En Vall d´Uixó los que viven en casetuchas, en barracas que no están preparadas para la nieve y las tormentas monzónica han resistido. El número de engripados ha sido del 100 %. Qué nunca más venga aquí el frío y la nieve.

Cantata II.

De cómo una hermosa socialista que se había hecho de izquierdas conoció a un pobre que tocaba guitarra en su casa y se hicieron novios

Y en Marzo los cielos de Vall d´Uixó se han cubierto de blancas nubes. Durante días llueve sin cesar, y se llena de pesar el corazón de los pobres pues ven sus hogares convertidos en un barrizal. Al séptimo día de marzo dejo de llover sobre la resignada población de Vall d´Uixó. Una tos surge de una caseta de San Antonio, atraviesa las paredes escuchándose desde la calle, donde los parados que pasean en busca de espárragos hacen ademán compasivo con la cabeza y exclaman: gripe. Mal asunto, alejémonos de aquí. Desde la ventana de su habitación, Emiliano, entre estornudos contempla el torrente del Belcaire con agua. Las curvas de su cauce forman hasta la salida del pueblo de Vall d´Uixó dos herraduras unidas en posiciones inversas. Tras el paso de las inmisericordes nubes, se ha cubierto por un líquido manto plateado que se desliza en dirección al azulado mar, cuyo resplandor blanquiazulado en el horizonte llega hasta los ojos de Emiliano con gran satisfacción. Hay egoísta insolidarios que han salido con cámaras, o con lienzos y acuarelas, a retratar el paisaje de la seca Vall d´Uixó convertida en una Venecia. Las milenarias piedras del acueducto romano-visigodo que se elevan a muchos metros de altura desde el barranco que sortean, acogen el agua cantarina de un pequeño torrente que desagua en el Belcaire, haciendo contradictoria su función de transportar desde grandes distancias lo que nunca ha tenido ni tendrá Vall d´Uixó: agua.

Oh habitantes de Vall d´Uixó, puede ser a vosotros grato el paisaje del agua y el frío, pero recordar al pobre, al gato y al perro que está en la calle. Varios estornudos producen en el apuesto Emiliano, dotado de unas hermosas melenas que le caen hasta los hombros, que se derrame el café caliente sobre el suelo. Una perra de bellísimos y conmovedores ojos azules que alimenta a sus cachorros se levanta y lame el café vertido. Hace gesto de desagrado por lo caliente. Emiliano acaricia su cabeza. Enciende la radio: Hugo Chávez ha muerto. Escucha la noticia con desolación y exclama con dolo: – te has ido camarada, tu que tanto has luchado por la vida. Aquí en España nos quedamos en manos de Rubalcaba y Cayo Lara. No se que será de nosotros. Se deja caer en el colchón, herido, vertido lágrimas que nacen del dolor emocional y físico por la gripe. Trata de no toser, pero no puede. Se agarra el pecho para evitar sufrimiento. La tos va subiendo por la garganta de forma traidora, Emiliano intenta evitarlo, pero no puede, junto a ella llega el dolor del esguince de costilla provocado de tanto toser.

-No debo dejarme vencer. La lucha contra el fascismo sigue- se dice. Los perros se alzan y con sus ojillos redondos, repletos de inocencia, miran al héroe herido. Avanza por el comedor repleto de trastos, suciedad que no puede limpiar por su enfermedad. Cómo si el comedor estuviera en los cielos repletos de nubes húmedas, de esta manera padece el frío y la humedad de un comedor asentado sobre la tierra que puede oler y sentir hasta enfermar a Emiliano. Tirita, tose y estornuda. Contempla el charco hecho por las goteras, los cristales empañados, y al respirar dos columnas de vapor suben hasta el techo. El mismo efecto les ocurre a sus perros, que acurrucados tiritan. Y Emiliano desenfunda la guitarra y toca la Internacional, cómo nunca se ha hecho.

Toc, toc, suena la puerta. Los perros ladran. Emiliano extrañado deja guitarra y abre la puerta. Bajo el marco se contemplan dos hermosos seres semejantes a dos serafines. Ella tiene el puño en alto, con intención de volver a llamar, no esperaba que abriera tan pronto. Examina la anatomía de Emiliano al que no conoce, tanto cómo este a ella a la que tampoco conoce. Sin embargo al contemplarse se han enamorado. Sus ojos son cometas ardientes que se han encontrado en la misma orbita. La socialista. La melena morena de ella es suavemente mecida por el frío viento. Asoma en su delicado rostro una preciosa sonrisa formada por hileras de dientes semejantes a perlas. Tal es su belleza que quien la contempla siente alegría y dicha. De sus dientes se escapan éstas aladas palabras:

-perdona que me presente así, iba paseando y te he oído tocar la internacional. En vall

d´ Uixó jamás ha sonado. Yo soy del partido socialista del pueblo y por vergüenza la hemos prohibido para que no nos critique ni de derecha ni la izquierda.

-¿te ha gustado?

– me ha recordado otros tiempos.

¿Qué tiempos?

Los de la transición.

¿Quieres pasar? No te asustes- Emiliano se arrepiente de hacerla entrar, y siente algo de vergüenza de todo el desorden y la suciedad. Varias veces a sufrido desaires y bofetones sonoros en su rostro al quedar con chicas en su casa para pasar la noche, y ellas se han cabreado por qué mientras hacían el amor han visto una rata o una cucaracha.

Perdona este caos. Es que estoy enfermo y no he podido limpiar- le dice a modo de disculpa que ella acepta.

¿Qué tienes?- Le pregunta preocupada.

Se me ha diagnosticado gripe. ¿Tienes frío? En esta casa hace más frío dentro que fuera- Emiliano al ver que tirita le pasa una mano por su brazo. Ella avanza hasta una silla sin importarle el frío.

¿No tienes leña?- le pregunta observando la chimenea.

No tengo nada, al estar ya en marzo casi al final del invierno la he quemado toda. No dispongo ya de coche, no puedo pagar el seguro al estar en paro, y la motosierra se ha estropeado. Sin coche y motosierra es difícil proveerse de abundante leña. Casi todos los días cojo la que puedo, rompo ramas secas con el hacha, pero así no se avanza. Mis vecinos se ríen cuando me ven sufrir de ese modo. La gente de aquí disfruta con mis muchos males porque soy de izquierda, el único rojo del pueblo, pero ahora veo que no estoy solo. – Emiliano se sienta frente ella. Observa sus ropas limpias y muy elegantes. Piensa para si: seguro que es una mujer limpia de cuerpo y ropa. Limpia por dentro y limpia por fuera.

¿Cómo te llamas?- le pregunta ella.

Emiliano ¿Y tú?

Inés.

Emiliano agarra su guitarra y toca con los dedos helados el preludio de Bach. Ella grácil cómo un ruiseñor se recuesta en la silla escuchando de buen grado, cómo si sus dedos la tocaran por todo su cuerpo a ella en vez de a Bach. Acurruca hacia si sus piernas cubiertas por unas medias negras y sedosas de fantasía donde hay pequeños dibujos de delfines y estrellas. Emiliano tose de forma brusca, con gestos de dolor. Y ella se levanta.

-Debes descansar compañero. Métete en la cama, estaré un rato contigo. Aquí hay demasiada humedad, dentro de poco volverán las malditas lluvias. Así lo anuncia Maldonado. Entre este criminal temporal y la muerte de Hugo da ganas de tirarse por un puente. Venga a la cama- con dulzura toma la mano del enfermo Emiliano ordenándole reposo. Él, que es sensato obedece.

– ¿También los socialista lamentáis la muerte de un hombre de izquierdas cómo Chávez?- pregunta desconcertado Emiliano.

Al igual que no todos los curas son iguales, y los hay que hasta creen en Cristo, ayudan al pobre y no roban, también quedan socialistas de izquierda. Somos muy pocos. Nos hemos infiltrado en el partido para cambiarlo desde dentro. Si Emiliano, los verdaderos socialistas lamentamos su muerte, pero no podemos decirlo en alto, de lo contrario los fascistas del partido nos expulsarían. Somos topos. Pero venga, dejemos de hablar y vamos a la cama.

Emiliano se tumba. Inés muy esbelta de figura pese haber superado los cuarenta años le prepara almohadones para que su cabeza descanse, luego lo arropa.

Gracias compañera, gracias compañera- agradece Emiliano conmovido y profundamente enamorado.

¿Has ido al médico?

Si, me ha recetado codeína para parar la tos y neobrufen de 400.

Pues eso camarada a la basura. La química es mala para curar el cuerpo y la mente.

Pero…

A la basura- sonríe la sin par Inés y Emiliano entre toses se levanta de la cama gritando: A la basura. Le muestra los venenos recetado por la médica. Ella hace un gesto negativo con la cabeza, y él al mirarla comprende los que debe hacer: tirarlo a la basura.

¿Tienes una cebolla?- le pregunta ella.

¿Una cebolla?- desconcertado repite la pregunta- en el corral que hay detrás de la casa y en los bancales que la rodean tengo plantadas unas cuantas.

Túmbate cariño- le dice dándole un beso en la boca sin importarle sus terrible enfermedad contagiosa. Sale y vuelve con una cebolla ecológica en la mano. ¿Dónde está la cocina?

Emiliano se la señala. Ella da un pequeño grito al ver aquello. El olor a comida rancia, los platos con grasas apilados en la pica donde varias cucarachas aparecen con las antenas apuntado al grifo y dialogando entre si. La hermosa Inés recoge un poco aquello, les pega con el zapato a las cucarachas que escapan, agarra una navaja y pela la cebolla de forma muy razonable: primero corta las blancas raíces inservibles y desagradables al paladar, luego corta los tallos que salen del bulbo, y finalmente la enjuaga. La cebolla es presentada de esta forma a Emiliano que estornuda.

Escúchame Emiliano, atento- le dice, él hace gesto afirmativo. Ella se sienta en el borde de la cama y agarra su mano, con la otra deja la cebolla en la almohada.

Deja la cebolla a tu lado durante todo el día, en el cual debes descansar. Los vapores que salen de la cebolla te frenaran la tos. Ahora te preparare algo de comer. ¿Tienes limones y miel? Emiliano niega con la cabeza, y ella masajeando dulcemente su mano le dice:

-No pasa nada, ahora bajare y comprare, exprimiré para ti tres limones y los mezclare con miel en una olla calentándolo todo. Luego lo sorberás y te ayudará a evitar esa terrible tos. Ahora descansa y sueña con Hugo y Fidel.

La sin par Inés se levanta mostrando su hermoso cuerpo. Es mucho el amor y deseo que siente Emiliano, tanto que no puede reprimir decirle:

Inés, te quiero.

Lo se- le responde ella y le da otro beso que sabe a paraíso socialista.

Emiliano, desde que te escuche tocar con guitarra la internacional me has gustado. Y al comprobar que eres un pobre con principios, un caso raro en estos días, más aun, pero ya tendremos tiempo para amarnos y posiblemente de casarnos. Ahora lo importante es que salgas de esta. Llegará el día en que estés mejor, y tras pedirme, me cubras de forma varonil, y tu carne de macho engendre en mis entrañas proletarias. Pero en estos momentos debes descansar.

Y Emiliano contento por la muy sensata forma de pensar de su futura mujer, obedeciendo, cierra los ojos tras entregarles las llaves. Y ella vuelve a la hora con alimentos sanos, y con excelente miel ecológica y limones ecológicos.

Durante varios días la bella Inés de turgentes pechos, de esbelta figura, de anchas caderas y vientre plano, con su embriagadora sonrisa, cuida de Emiliano. Hablan de Marx, leen a Miguel Hernández, opinan sobre Bercenas, y el ataque liberal de una panda de mafiosos que gobiernan España. Entre besos, abrazos comentan que tendría que hacer la izquierda para acabar con tanta miseria, y lejos de discutir, cada vez se aman más, hasta un punto que ya son solo uno, aunque habiten en sendos cuerpos.

Cantata III.

De cómo Recaredo Centelles y la sociedad de Vall d´Uixó odia a los amantes socialista

Emiliano toca la internacional con guitarra para Inés que la canta, un coche patrulla que hace ronda se detiene ante su casa. Los agentes bajan y espían a través de las ventanas. Ha empezado a llover, hace frío, Emiliano sigue tosiendo. La policía contempla a los dos hermosos amantes y toma nota e informa al felón alcalde de Óscar Clavell, así cómo al secretario general de los socialistas de Vall d´ Uixó. Los vecinos, gente de derechas, envidiosa, cruel y sádica, al igual que la gente que pasea en romería diaria dirección a la ermita de San Antonio, sienten una profunda rabia al escuchar la internacional y la angelical voz de Inés. Los consideran blasfemos y peligrosos terroristas que quieren acabar con el bienestar en el que encuentra Vall d´Uixó.

¿Está usted segura de que es la internacional lo que suena, y ella es socialista?- Pregunta en la sacristía de la iglesia del Ángel mossen Recaredo Centelles.

-Si señor- baja ante el abad la mirada al suelo una anciana de luto repleta de arrugas con pinta de mendiga.

¿Y uste, por qué conoce esa canción? ¿No será comunista?- inquisidor cruza los brazos bajo la escultura del cristo de los tormentos.

La mujer balbucea, calla, tiembla de terror, trata de explicar la peligrosa confusión: Mi hijo es Óscar Clavell, el alcalde cómo sabe, y cuando mi hijo iba a inaugurar la placa una nueva calle en el polígono tres, llamada de Francisco Franco, al cual cómo sabe mi hijo es muy devoto igual que de Hitler y Rodovan Karachi, aparecieron unos anarquistas con esa endiablada música en el coche, la misma que sale de esa casa. Bajaron los terrorista del coche, aunque no hicieron nada por que la guardia civil les rompió los brazos y las piernas, y luego se los llevaron al cuartel ya que dijeron que eran miembro de la ETA. También alguien comentó que esa canción era la internacional, por eso lo se reverendo.

Está usted salvada- Recaredo hace la señal de la cruz y la mujer se va. El abad se pone de rodillas, junta las manos y reza. Cristo le hace una señal.

En la caseta de San Antonio, Inés y Emiliano se besan, hacen el amor y luego cantan la Internacional. Una boina con sotana mira desde el cristal. Reptando va rodeando la casa con gasolina y le prende fuego mientras ellos tocan la guitarra y cantan. Los vecinos ven el fuego y bajan leña que tiran sobre el fuego con gran alegría de que mueran los amantes.

Emiliano, Emiliano, estamos rodeados por las llamas.

¿Cómo es posible?- se pregunta. El fuego está por todas partes. Mira por la ventana y ve a vecinos tirando paja y maderas al fuego.

Asesinos, asesinos- les grita Emiliano.

-Vais a arder por no ser cómo nosotros- responde los vecinos de Vall d´ Uixó todos a una.

Durante horas son alimentadas las llamas por vecinos, miembros del PP, la policía, los bomberos y socialistas. La casa arde, el sol se va y aparece la luna. Ellos se abrazan por última vez, el techo cae y surge una gran llama al cielo estrellado que se lleva a los amantes.

Angelillo de Uixó.

La gripe y los amantes socialistas, de Angelillo de Uixó by Ángel Blasco Giménez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License. Creado a partir de la obra en wwwalgarabia.blogspot.com. Permissions beyond the scope of this license may be available at www.scribd.com.

Dedicado a la memoria de Hugo Chávez.

 

 

Autor:

Ángel Blasco Giménez